“Esto se lo quiero dedicar a mi maestra “Eloísa” del colegio 80006 de Trujillo. Ella me repetía una y otra vez algo que tal vez yo, con 7 años, no entendía, pero ahora es un principio en mi vida, que trato de inculcar a mi hija Ana Claudia, que acaba de cumplir 5 añitos: “Todo lo que enseñas con amor y cariño perdura para toda la vida y no existe ningún libro que te lo enseñe”. Por ello, valoremos al docente que te enseña, te cuida y te corrige con amor, ternura y cariño como lo hizo mi maestra Eloísa”.
Michael Urtecho, Perú
Como Eloísa, muchos docentes resultan trascendentales en la vida de sus alumnos y alumnas. De hecho, el profesorado es fundamental para la consecución del derecho a una educación de calidad. En Entreculturas nos gusta decir que, un buen maestro, una buena maestra, es quien marca la diferencia.
Según el último Informe sobre la EPT[1] entre 2012 y 2015, se habrían necesitado 4 millones de docentes para lograr la enseñanza primaria universal, 2,6 millones de los cuales serían necesarios para reemplazar a los que se jubilaron o cambiaron de profesión y otros 1,4 millones para subsanar la escasez de docentes, responder al aumento de la escolarización y evitar que existan más de 40 alumnos y alumnas por docente, garantizando así mayor calidad en la educación.
Actualmente, África Subsahariana es la región más afectada por la falta de profesorado. De los 10 países que necesitan el mayor número de maestros de primaria adicionales, todos menos uno se encuentran en esta región.
Las políticas públicas deben apostar decididamente por la calidad docente e incidir en otros aspectos que, a su vez, facilitan u obstaculizan el trabajo del profesorado. Tal y como señalamos en nuestro Informe Derecho a aprender: educación de calidad, educación transformadora, para mejorar la calidad educativa, se impone una mejora en, al menos, cuatro aspectos:
1. Atracción de los mejores candidatos y candidatas
Es importante que los sistemas educativos atraigan a las mejores candidaturas, lo que es hoy difícil por la devaluación de la profesión docente. Alejandra Paéz, profesora del colegio Rafael Urdanet en Maracaibo, Venezuela, señalaba: “Al principio fui muy criticada por mis compañeras de estudios porque ellas decían que cómo una muchacha de tan buen promedio, buenas notas, iba a estudiar una carrera como Educación, porque la mayoría espera que una estudie Medicina, Ingeniería, pero nunca piensa en estudiar educación; pocos piensan que existen en el país buenos profesores, buenos profesionales de la educación”.
La docencia debería convertirse en una carrera atractiva para aquellos jóvenes que en la educación media han obtenido buenos resultados, aumentándose el nivel de exigencia y estableciéndose remuneraciones y sistemas de promoción acordes al mismo.
2. Distribución equilibrada de los recursos
Es necesario distribuir al profesorado de forma más eficiente y racional. Habitualmente los docentes inexpertos son enviados a los grados iniciales y a las zonas rurales más alejadas. De este modo, se condena al alumnado más vulnerable a una educación de menor calidad. Por otra parte, a medida que el docente gana experiencia, se le suele asignar a puestos de administración o gerencia. Esta tendencia debería ser revertida en beneficio de una educación de calidad.
3. Formación inicial y permanente
La calidad de la formación inicial del profesorado resulta decisiva. De ella dependen en buena medida las posibilidades de formación continua durante el resto de la carrera profesional. Asimismo, la formación permanente no puede confundirse con la realización de cursos o talleres aislados sin seguimiento, que pocas veces responden a las necesidades de los docentes. Una continua reflexión sobre la práctica, tanto individual como colectiva, favorece en gran medida la auténtica formación y, por consiguiente, la calidad.
4. Desarrollo de una carrera docente y condiciones de trabajo adecuadas
Abona a la calidad educativa estructurar carreras docentes sólidas, donde los profesores y profesoras puedan ascender de categoría en virtud de sus méritos y ello esté acorde con un sistema de incentivos. Este vínculo entre desempeño y salario debe fortalecerse, en detrimento del clientelismo político o la influencia sindical. Además, es muy común que los docentes padezcan de sobrecarga y estrés. La doble o triple jornada laboral es común en buena parte de los países más pobres. A ello hay que añadir la compatibilización de estas jornadas con otras tareas domésticas o de supervivencia.
El pasado mes de mayo en el Foro Mundial sobre la Educación, se afirmó en su Declaración Final, aprobada por representantes de más de 150 países, que, para lograr una educación de calidad, es necesario contar con profesorado empoderado, debidamente seleccionado, bien formado, profesionalmente calificado, motivado y apoyado.
La mejora de la calidad docente debe seguir siendo una de las principales preocupaciones en los nuevos objetivos de educación ya que, como afirmaba Irina Bokova, Directora general de UNESCO, con ocasión de la entrega del premio UNESCO-Hamdan para docentes ejemplares, “nos enfrentamos hoy a una crisis global de aprendizaje, con 250 millones de niños y niñas que no han adquirido las habilidades básicas, tanto si están en la escuela como si no. Esto no se puede tolerar. Tenemos que tomar medidas para apoyar a los maestros en todos los sentidos, en el período previo a 2015 y en la nueva agenda post 2015, para garantizar buenas condiciones de empleo, un buen ambiente de trabajo, la formación y el desarrollo de calidad y la gestión eficaz. Dar prioridad a la educación, significa dar prioridad a los maestros y maestras”.
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