viernes, 9 de julio de 2021

¿Por qué es útil la clase de Religión?

    El pasado 18 de mayo, con motivo del debate en el Congreso de los Diputados de la llamada “ley trans”, el diputado de ERC Gabriel Rufián apeló a las supuestas convicciones cristianas de los diputados de Vox y les recriminó con sarcasmo que “creen en serpientes que hablan, en palomas que embarazan, que las mujeres salen de la costilla del hombre y que si nos portamos mal llegará una lluvia de fuego y nos quemará”. Estas palabras tuvieron respuesta posteriormente por parte del cardenal Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, que lamentó “las palabras de burla contra los católicos” del portavoz de ERC en el Congreso.


    En realidad, lo que provoca la intervención de Gabriel Rufián es un clamor por la clase de Religión. Supongo que el señor diputado, cuando era niño, no cursó esa materia, porque, de lo contrario, no habría dicho esas palabras que, sin querer llevarle la contraria al cardenal Omella, ni siquiera llegan a ser burlas, sino que proclaman la oceánica ignorancia de quien las profiere.

    Porque una de las cosas que se enseña a los chavales en la clase de Religión es precisamente a descubrir que, en la Escritura hay géneros literarios. Por ejemplo, fábulas, cuyos protagonistas, por definición, son animales o cosas que se comportan como seres humanos. Una hermosa fábula, protagonizada por árboles y plantas, la encontramos en el libro de los Jueces (9,6-15). O mitos, que son relatos “simbólicos” cuya verdad reside no en la literalidad de lo que se dice, sino en un nivel más profundo; y de esto saben mucho los primeros capítulos del Génesis. O textos apocalípticos, con una fisionomía y características muy particulares, como vemos en algunos pasajes del profeta Zacarías o en el último libro de la Biblia cristiana: el Apocalipsis.

 

Un absoluto desprecio

    Uno de los dramas de nuestro mundo –con diferentes matices o niveles en nuestras sociedades occidentales– es su absoluto desprecio de la religión. Es verdad que la religión –o una mala interpretación de ella– ha causado muchos males, pero también es innegable la cantidad de valores que comporta y que, se quiera reconocer o no, siguen vigentes en nuestro mundo, formando parte esencial de nuestras sociedades.

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miércoles, 7 de julio de 2021

¿Qué dicen los números en la Biblia?

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Hace unos días he tenido la ocasión de ver una de esas series que emiten las nuevas plataformas televisivas. Se trata de ‘Shtisel’, que es el nombre de la familia de judíos ultraortodoxos que viven en Jerusalén y cuyas aventuras y desventuras cuenta la serie.

En el primer capítulo, el joven Akiva (o Kive) Shtisel –uno de los grandes protagonistas– entra en el aula del ‘jeder’ –la escuela elemental tradicional– donde sustituye a un maestro que está de baja. Allí les dice a los muchachos que seguirán estudiando donde se han quedado: en la parte en que “un buey que corneó a una vaca”. Y pregunta a los chicos en qué página de la ‘Guemará’ –una parte del Talmud– se encuentra el pasaje. Ellos no responden, y él les dice que en la p. 46, “porque la vaca hace: ‘Mu’”. Los muchachos no parecen entender a qué se refiere su nuevo maestro y, simplemente, se ríen.

Shtisel

Pero Akiva Shtisel está haciendo uso de un recurso del rabinismo llamado ‘gematría’, que consiste en jugar con el valor numérico de las letras, ya que en hebreo no existían signos para los números. Así, el valor de la letra ‘mem’ (eme) y de la ‘waw’ (que se emplea para la u) suman 46.

 

Catorce

Este recurso de la gematría, junto con otras técnicas y principios, sirvió a los maestros judíos para leer la Escritura y obtener nuevos sentidos para su vida. También el cristianismo de los orígenes, como fenómeno que, en definitiva, procedía del judaísmo, empleó estos recursos para hacer teología. Así al menos lo consideran muchos autores cuando leen textos como este, con que concluye la genealogía de Jesús en el primer capítulo del evangelio de san Mateo: “Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Cristo, catorce” (Mt 1,17).

En efecto, algunos autores, entre ellos el gran especialista español Alejandro Díez Macho (1916-1984), consideran que la clave del versículo, obviamente, está en el número 14. Con la gematría en la mano, una palabra que suma 14 es precisamente “David” (d = 4; v = 6; d = 4; en hebreo, las vocales no cuentan). De modo que lo que el evangelista estaría haciendo es invocar tres veces el nombre de David sobre Jesús, una forma de decir que Jesús es el Mesías, el Hijo de David.