martes, 28 de mayo de 2019

El papa Francisco se sincera: “Yo soy conservador”

En una entrevista con Televisa, reconoce que “el aborto no es un problema religioso, es puramente humano”

Ha criticado el ensañamiento mediático en España con el caso de los ‘Romanones’, declarados inocentes




En una larga entrevista con la televisión mexicana Televisa cuyo contenido fue hecho público este martes, 28 de mayo, el papa Francisco hizo un balance de sus seis años de pontificado y opinó sobre diversos temas, pasando de la crisis de la pederastia a la reforma de la Iglesia, de su interés por los alejados de la fe a las relaciones entre la Santa Sede y China.

También habló sobre la interrupción voluntaria del embarazo, pidiendo que “no metamos la Iglesia en algo que es pre-Iglesia, pre-cristiano, es puramente humano”. “El aborto no es un problema religioso en el sentido de que porque soy católico no puedo abortar, ¡es un problema humano! Es un problema de eliminar una vida humana. Punto”, añadió.

Al ser preguntado sobre los feminicidios por Valentina Alazraki, vaticanista de Televisa, Jorge Mario Bergoglio reconoció primero que “no sabría dar una explicación sociológica” a este problema para destacar que “el mundo sin la mujer no funciona”. Explicó a continuación que no hablaba de la procreación, sino de la ternura, una virtud a la “que todo el mundo le tiene miedo” y que es “patrimonio” de la mujer. “Ahora, de ahí al feminicidio, a la esclavitud, hay un paso”.

Cuchillas en la frontera
El Pontífice criticó la construcción de muros, citando una vez más el caso de las cuchillas en la valla fronteriza entre Marruecos y las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, y dijo que habla tanto sobre inmigrantes y refugiados porque “es una prioridad hoy día en el mundo”.

En su análisis de la situación internacional, aseguró que “ya salimos del mundo de la economía” y ahora nos encontramos “en el mundo de las finanzas gaseosas”. También hizo referencia al acuerdo entre la Santa Sede y China para desatascar el nombramiento de obispos en el país asiático al asegurar que las relaciones con Pekín “son muy buenas” y que “quiere mucho a los chinos”.

En la entrevista, el obispo de Roma explicó el motivo que le lleva a preocuparse de los alejados de la fe y contó con humor que para él supone “un piropo” cuando escucha decir que “al Papa le gustan más los lejanos que los suyos”. A Jesucristo, también “lo acusaban de eso”, subrayó Bergoglio, para quienes son “una prioridad” los que se consideran fuera de la Iglesia porque hay que “buscar a los otros”.

“No me saquen de cura”
En su conversación con Televisa, Francisco confesó que los momentos “más bonitos” de su pontificado vienen cuando “está con la gente” y que “puede caer” toda su condición de Papa o de obispo, pero no la de sacerdote. “No me saquen de ser cura”, pidió en la entrevista, en la que se definió como “conservador”.

Al ser preguntado por las situaciones complicadas que en ocasiones se producen por las declaraciones realizadas por personas a las que ha telefoneado o recibido, Francisco respondió que “a veces la gente por el entusiasmo dice más cosas de las que el Papa dijo, eso tengámoslo en cuenta”. Aunque en esas conversaciones privadas, que en ocasiones tocan temas como el divorcio o la homosexualidad, hay quien “juega sucio y me hace una trampa”, Bergoglio dijo que “no tengo derecho a decirle a nadie que no es hijo de Dios porque faltaría a la verdad. Y decir a nadie que Dios no lo quiere, porque Dios los quiere a todos, hasta a Judas lo quiso”.

“Hay que castigar”
La reforma de la Iglesia que comenzó desde el inicio de su pontificado no un “mérito suyo”, sino una respuesta a las peticiones que realizaron los cardenales al próximo obispo de Roma tras la renuncia de Benedicto XVI. “Creo que la Iglesia está cambiando”, destacó el Papa, para comentar más adelante que “lo que está en crisis son modalidades que forman la Iglesia que tienen que caer”, como las “estructuras de corte”. El Estado de la Ciudad del Vaticano es “la última corte europea de una monarquía absoluta. La última. Las demás ya son monarquías constitucionales, la corte se diluye, todavía acá hay estructuras de corte que es lo que tiene que caer”.

Francisco afrontó sin rodeos el más grave problema de su pontificado: la pederastia eclesial. Reconoció que se equivocó en un principio al juzgar el escándalo que se vivía en Chile y dejó bien claro que la Iglesia “tiene que castigar, tiene que poner penas serias”. También defendió la presunción de inocencia de los acusados y criticó el ensañamiento mediático en algunos episodios, como el caso de los ‘Romanones’ en España.

Prensa española
“El daño que ha hecho la prensa española ahí. No la prensa española, un grupito de prensa española. Y fueron declarados inocentes. ¿Quién rescata a esos hombres ahora? Uno ya pidió la reducción a estado laical porque quedó destruido psicológicamente. Yo ahí ataco los prejuicios, el juicio mediático con fuerza”, lamentó.

Alazraki le preguntó abiertamente sobre las acusaciones por presuntos abusos sexuales cometidos por el obispo argentino Gustavo Óscar Zanchetta, al que Francisco ofreció un cargo en la Curia romana después de verse implicado ya en un escándalo. Bergoglió explicó que en un primer proceso Zanchetta “se defendió bien” y que ahora mismo tiene un juicio abierto en la Congregación para la Doctrina de la Fe.

viernes, 24 de mayo de 2019

Los ataques a la Iglesia en los medios de comunicación

Tras una introducción previa, el artículo trata sobre los ataques que sufre la Religión Católica, de donde vienen éstos, sus autores, sus víctimas, quienes apoyan estos ataques, las motivaciones de esos ataques, las tácticas con que se desarrollan, como esos ataques permanecen impunes, como se defiende y como debiera hacerlo y propuestas para solucionar el problema.

Ante una realidad que nadie discute de agresiones permanentes a la Iglesia, a sus dogmas, a sus instituciones, a sus ministros y a su estética, los católicos no podemos ni debemos permanecer insensibles o pasivos. Debemos reaccionar buscando los canales adecuados para hacemos escuchar, defendiéndonos de estos ataques y difundiendo los valores del Evangelio en todos los ámbitos donde transcurre la vida del hombre.
Debido a que por un lado los medios de comunicación son un campo difícil y competitivo y por otro que los católicos arrastramos todavía un habito adquirido de una situación histórica ya pasada de no haber tenido que luchar para que nuestros principios cristianos fueran socialmente reconocidos, nos encontramos ante un gran desafío. Hemos de tomar conciencia de nuestra escasa preparación para responder a esta nueva situación y evitar el inhibimos a la hora de entrar en los sucesivos debates que se vayan planteando.

Estamos profundamente convencidos de que hoy en día ninguna sociedad puede prescindir de los medios de comunicación, del gran adelanto que estos significan y de la gran labor que desempeñan o deberían desempeñar en su adecuado desarrollo social y democrático. Es claro también que pueden convertirse en instrumentos de manipulación, de odio, mentira, calumnia, y encubrimientos al servicio de intereses económicos y políticos ilícitos de determinados sectores o personas. En este caso en vez de informar, desinforman y en vez de formar, deforman. Se trata de la ambivalencia de muchos de los progresos técnicos del hombre, cuya bondad o maldad viene dada por el uso que se haga de ellos y por los fines a los que se dediquen.

En un mundo que se ha hecho pequeño por la rapidez con que la información viaja de un extremo al otro, su difusión y la transmisión de las ideas es también inmediata y fácil por lo que se puede hablar de globalización del pensamiento. No es un disparate decir que los medios de comunicación son actualmente para muchos los principales educadores inspirando comportamientos, estilos de vida, y maneras de comprender el mundo y al hombre. Hoy en día se delega en estos medios algo tan personal como es la capacidad de pensar por uno mismo. El hombre ya no piensa, es pensado desde fuera. La televisión, la radio, la prensa, Internet se convierten así en las primeras instancias morales, dictan lo que esta bien y lo que esta mal, lo feo y lo bello, lo que debe hacerse o permitirse y lo que no. Se acaba viviendo a base de unas pocas ideas o tópicos que se repiten hasta la saciedad sin que nadie los someta a un análisis riguroso para averiguar de donde vienen, *a que intereses o intenciones responden y si responden a la verdad.

Tampoco se puede olvidar el gran el uso que de estos medios hacen los niños y los jóvenes, sin tener en muchísimos casos la preparación necesaria para desarrollar frente a ellos el necesario espíritu crítico . De esta forma estos medios van moldeando sus criterios, conductas y vida y la visión que de ella van adquiriendo, habiendo delegado los padres en ellos la responsabilidad de educadores prioritarios de sus hijos.
La Iglesia reconoce en los medios de comunicación social unos grandes aliados para su tarea evangelizadora. Ha utilizado el término de primer "areópago" para referirse a ellos en el sentido de que son el primer lugar de propagación y transmisión de las ideas.

A lo largo de su historia la Iglesia siempre se ha servido para transmitir el mensaje de salvación de los medios de comunicación disponibles en cada época. Así desde la antigüedad se sirvió del arte, la pintura o la escultura en pórticos, fachadas, retablos y manuscritos iluminados, es decir de la imagen, por dirigirse prácticamente siempre a una población en su mayoría analfabeta.
Cuando se inventó la imprenta, la iglesia igualmente utilizó ese medio de transmisión para difundir su doctrina a través de libros y demás textos escritos.
Actualmente se da una proliferación de enorme variedad y posibilidades de medios de comunicación, cine, vídeo, teatro..etc de los que la Iglesia, que somos todos, siguiendo su tradición histórica, debe servirse cada vez más para cumplir su misión pastoral.

Ahora bien, si es verdad que los medios de comunicación pueden ser para la Iglesia grandes aliados en su misión evangelizadora, también lo es, como hemos dicho al comienzo, que se pueden convertir en grandes adversarios cuando son utilizados como arma contra ella, como desgraciadamente está ocurriendo con demasiada frecuencia.
Raro es el día que pasa que no veamos en alguno de estos medios cómo la Iglesia, sus ministros o sus declaraciones son objeto de visiones deformadas o desinformadas, juicios apresurados, o silencios cómplices ante ataques desmesurados o mentiras manifiestas. Ya Cristo anunció a sus discípulos que serían perseguidos, hecho que a lo largo de la historia nunca ha dejado de ocurrir.
La diferencia con el pasado es que hoy al producirse esta persecución y ataques con los instrumentos mediáticos modernos, tienen una resonancia mucho mayor pues llegan rápidamente a todo el mundo y a todas partes. Utilizando fórmulas sensacionalistas y de escaso contenido y rigor se crea con mucha facilidad un estado de opinión pública errónea y contraria a la Iglesia que posteriormente es muy difícil corregir. Y esto una y otra vez contribuye eficazmente a denigrar y a poner bajo sospecha a la Iglesia cada vez que surgen cuestiones que la atañen directa o indirectamente. Una cosa es el disentir o la crítica razonada y otra es el sectarismo y la tendenciosidad.

Los ataques
Lo primero que hemos de precisar es la identidad de los autores de estos ataques. Los encontramos dentro y fuera de la Iglesia.

Desde dentro:
- Algunos teólogos y asociaciones de teólogos así como algunos sacerdotes que disienten en ocasiones con la enseñanzas de la Iglesia.
- Ciertos movimientos que se sitúan en la frontera de la ortodoxia.
- Algunos de los cristianos que son responsables de la organización, y programación de programas en radio y televisión, como son informativos, entrevistas, conferencias, debates; columnistas, periodistas, escritores intelectuales y también artistas que escriben en los periódicos o participan en dichos programas, debates... etc.
- Muchos de nosotros que somos miembros de la iglesia, y callamos o permitimos estos ataques.

Desde fuera:
- personas que se declaran no creyentes o al margen de la Iglesia y que tienen acceso, utilizan o trabajan en cualquiera de los medios de comunicación.
- Sectas manifiestamente hostiles a la Iglesia Católica.
Sobre quienes recaen estos ataques:
- la iglesia, en sus dogmas, declaraciones o documentos, instituciones, estética, liturgia, devociones y tradiciones.
- Los ministros, religiosos y religiosas, miembros de la jerarquía y en especial S.S. el Papa.

Soportes de estos ataques
Aunque ya los hemos mencionado en el punto anterior, nos estamos refiriendo a los diferentes medios de comunicación de los que se sirven los que llevan a cabo las agresiones que venimos denunciando, tales como son: diarios, revistas, radio, televisión, Internet, sin olvidar su relación con el mundo de la literatura, el arte, el cine y el teatro, a los que sirven como caja de resonancia.
Los ataques aparecen tanto en información general, artículos de opinión, editoriales, columnas, como en entrevistas, debates, mesas redondas, programas de humor.
Se da la paradoja que muchos de estos medios de comunicación son propiedad de personas próximas a la religión o al menos no contrarias. Los que manipulan, hacen o deshacen son los llamados profesionales de la comunicación, empleados y pagados por los dueños de esos medios.

Motivaciones de esos ataques
Todas estas agresiones ¿son fruto de un anticlericalismo sin más, del que en España, por cierto, hay una larga tradición? ¿Responden a experiencias personales negativas que no han podido digerirse? ¿Obedecen a un pasado histórico sobre el que todavía no se es capaz de tener una visión objetiva?
Sin duda y debido al peso que la Iglesia Católica sigue teniendo en España, sus posiciones en determinadas cuestiones siguen siendo incómodas para muchos, que desearían una Iglesia más permisiva y condescendiente. La denuncia sistemática de las bolsas de pobreza de nuestro país, del escándalo del enriquecimiento fraudulento de algunas personas o entidades, su desacuerdo con la prácticamente nula política de protección y ayuda a la familia, la promoción de una educación que favorece la promiscuidad entre los jóvenes, la falta de protección a la vida desde su concepción... etc molesta y mucho.
La Verdad con mayúscula no tiene mucha aceptación en sociedades hedonistas y materialistas, ni en el entramado de intereses políticos y económicos por las que estas se mueven. Tiene bastante lógica que ante el relativismo imperante donde ninguna verdad es definitiva y absoluta y la opinión de la mayoría es ley, la popularidad de la Iglesia en ciertos medios ande en cotas muy bajas.

Tácticas
Analicemos ahora algunas de las estrategias que se utilizan para llevar a cabo estas agresiones.
Se niega a la Iglesia el derecho de defenderse, y cuando lo hace se la tacha de victimismo, de cultivar la cultura de la queja, o de repetición de tics extemporáneos. En definitiva se ridiculiza su derecho a defenderse, lo que no se hace con ninguna otra institución.
Se parte de posiciones que presuponen la culpabilidad de la Iglesia a la que se exige todo tipo de explicaciones.
Arrogarse el derecho absoluto de establecer lo que está bien y lo que está mal en contra de la opinión de la Iglesia. Se erigen en jueces infalibles resolviendo muchas veces las cuestiones más arduas por medio de juicios sumarísimos.

Negar que la Iglesia pueda tener sus propias normas.
Poner en tela de juicio su doctrina, frecuentemente en base a declaraciones de personas de cierta popularidad que no están en posición de poder opinar y no dejan sino entrever su profunda ignorancia sobre las cuestiones religiosas tratadas.
Como desde el campo de la doctrina se carece de argumentos serios para ir contra la Iglesia, se recurre a la ironía, la burla, el sarcasmo, el descrédito, el desprecio y la desacralización. Esto se da también mucho en programas de televisión donde con una absoluta falta de respeto a la sensibilidad religiosa de muchas personas, se trata de forma frívola y superficial a personas de la jerarquía de la iglesia, o temas específicamente religiosos.

Negarse a considerar que la Iglesia deba opinar sobre cuestiones temporales. Se pretende relegar la fe y la doctrina católicas, así como la práctica de la religión, a la esfera de lo privado, eliminándolas lo más posible de la esfera pública. Parecería un intento de hacerla volver al tiempo de las catacumbas.
Favorecer la diatriba contra la Iglesia en forma de apoyo a los que disienten abiertamente contra ella, ya sean personas individuales o movimientos sociales.
Sistemática asociación de lo que peyorativamente llaman nacionalcatolicismo con el franquismo. Se ignora, o se silencia el hecho de las numerosísimas iglesias profanadas e incendiadas durante nuestra contienda civil o no se quiere atribuir la condición de mártires a las miles de personas que murieron en ella sólo a causa de su condición de obispos, sacerdotes, religiosos o religiosas o de ser simplemente cristianos confesos.
Identificar progreso con el permitir el aborto, la eutanasia, matrimonios de homosexuales, ordenación de las mujeres, equiparación de las uniones de hecho a las formas de familia tradicional ...etc y tachar de reaccionaria la postura de la Iglesia que manifiesta su disconformidad con ellas.

Se practica la cicatería en el elogio o en el reconocimiento de la labor positiva de la Iglesia a favor de los más desfavorecidos, en educación, con los enfermos, en la promoción de los valores sociales y económicos y en la defensa a ultranza de todos aquellos valores en los que se asienta la dignidad humana.
Se hace uso de una calculada ambigüedad a la hora de tratar determinados temas que tienen que ver con la Iglesia. Se da una de cal y otra de arena, manifestando como un temor a ponerse completamente de parte de ella, quedando de manifiesto esa tibieza evangélica tan frecuente en los medios cristianos de hoy.
Tomar la excepción, el pecado o error de algunos como la norma general dentro de la iglesia. Se hipertrofian deliberadamente las excepciones.
Coger un tema que perjudique a la Iglesia y apurarlo hasta el límite en artículos, editoriales, entrevistas.
Se recurre con frecuencia a la calumnia, la mentira, el infundio, sin preocuparse de contrastar la información para comprobar su veracidad. Ello obedece a la táctica de que se sabe que una vez vertida una información negativa sobre algo o alguien, cosa que es muy fácil, demostrar la verdad requiere un gran esfuerzo y tiempo y gran parte del daño queda hecho de todas maneras. Las rectificaciones se hacen en pocas ocasiones y frecuentemente de manera solapada en un pequeño recuadro en no se sabe que página.
Una forma de ataque más sutil que las habituales pero de mayores efectos a la larga, es denigrar de forma indirecta la estética tradicional de la iglesia. Si las ideas de Belleza y Bondad fueron consideradas siempre como un reflejo de la Belleza y Bondad divinas, ahora se procura eliminar esta inspiración sustituyéndola por el feismo gratuito e intrascendente o recurriendo a tácticas esperpénticas. Un ejemplo reciente lo tenemos en el supuesto rostro de Jesús confeccionado por un sedicente antropólogo y que los medios de comunicación se apresuraron a publicar.

Impunidad de los ataques
Es clara la gran pasividad de los católicos ante todos estos hechos que de una manera progresiva se han ido instalando en nuestra vida cotidiana. Nos hemos ido acostumbrando a convivir con ellos y muchas veces los observamos hasta en clave de humor. No nos damos cuenta que con nuestra falta de reacción nos hacemos culpables de que los fundamentos cristianos sobre los que se ha ido tejiendo nuestra historia y cultura con sus gestas heroicas y tragedias, con sus aciertos y equivocaciones, con sus épocas de esplendor y decadencias, van siendo minados. Se nos sustrae el alma de nuestra cultura y quedamos impasibles ante la consecuencia de su inevitable decadencia y las repercusiones que ello trae.
Pareciera que predomina una actitud de resignación ante lo que se considera inevitable o de obligado tributo que habría que pagar al progreso de nuestras sociedades aconfesionales en las que al final parece que todo vale. Y la paradoja es que precisamente en unas sociedades saturadas por la variedad de medios de comunicación, y por tanto de canales para hacer llegar a la opinión pública nuestra voz, los católicos permanecemos en gran parte mudos, facilitando la impunidad de estas agresiones constantes.

Es claro que los medios de comunicación social protagonizan un constante bombardeo contra la concepción cristiana de la vida y del hombre cuando promueven esta política de ataques mas o menos directos contra la Iglesia. Contribuyen al establecimiento de una atmósfera cada vez mas contraria a los valores del humanismo cristiano, y a la acentuación de ese vacío existencial que amenaza al hombre de hoy, y que es origen de tantas lacras en las nuevas generaciones tales como las drogas, la promiscuidad sexual, el alcohol, las enfermedades mentales, la incapacidad para mantener la fidelidad conyugal...etc.
Como cristianos tenemos pues, que ser conscientes de la trascendencia que supone nuestra pasividad ante estos hechos. Si queremos de verdad sociedades mas justas, y libres donde el hombre pueda desarrollarse plenamente como tal y creemos que en el mensaje de salvación cristiano esta la clave para que así sea, no podemos asistir inermes a los ataques a nuestra religión y a nuestra Iglesia, vengan de donde vengan. Si estos ataques permanecen impunes es responsabilidad de todos el que así sea. Y si no miremos a otras sociedades o grupos de creyentes. Sin elogiar posturas extremas, ¿qué pasa cuando un medio de comunicación social se mete contra los judíos o musulmanes? La reacción suele ser contundente social y económicamente (casos IBM, Telefónica, o BBC) y la retractación por parte de quien ha hecho el ataque, inmediata.
Si se declara delito el antisemitismo ¿por qué no también el anticatolicismo o el ataque a otra religión cualquiera? No se puede confundir la tolerancia y el respeto a otras creencias con la indefensión y la falta de exigencia de respeto a las propias.

Defensas
Cabe ahora preguntarse cómo nos defendemos y cómo se defiende la Iglesia ante estos ataques. Sin duda los católicos nos podríamos hacer acreedores en muchísimas ocasiones de aquellas palabras con que Jesús acababa la parábola del administrador infiel: « los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz»(Lc.16, 8). Es claro que ante el acoso y críticas poco rigurosas a las que en muchas ocasiones es sometida nuestra Iglesia no ofrecemos una adecuada respuesta y estrategia.
En primer lugar se tarda mucho en responder. La contestación llega cuando en los medios de comunicación se lleva hablando días o semanas sobre el tema en cuestión. Se han divulgado ya toda una serie de pareceres de la más variada procedencia, sobre una información que muchas veces es parcial e incompleta, y que hábilmente manipulada consigue dar una imagen en algunos casos muy desfavorable de la Iglesia, sus ministros o de sus actuaciones.

Cuando se responde se hace frecuentemente sin mucha contundencia, con un lenguaje poco asequible para el hombre de la calle. Se utilizan largos y densos comunicados, poco atractivos, que no captan el interés o la atención de lector u oyente. Al final solo un reducidísimo grupo de personas es el que se los lee o escucha hasta el final. Se suele tratar de los ya convencidos, de ninguna manera de los que no lo están.
Se echa de menos también el que a la hora de contestar en favor de las posturas de la iglesia prácticamente siempre sean los obispos o algún ministro ordenado los que lo hacen y no laicos, preparados en el campo de las comunicaciones sociales, que puedan ser sus portavoces. Pareciera que no hay casi laicos en la iglesia que esten preparados para salir a la calle para dialogar, argumentar, y defender las posturas, opiniones o pensamiento de la Iglesia en las distintas cuestiones planteadas. Vaya aquí en el campo de las excepciones nuestro homenaje y gratitud al comentario semanal de «Gonzalo de Berceo» en el Alfa y Omega.

Tampoco se consigue que los numerosos movimientos y asociaciones de fieles laicos dentro de la iglesia logren hacer escuchar una voz unitaria frente a estos ataques. Hay que tener en cuenta que todos ellos reúnen a un gran número de personas y que podrían tener una presencia muchísimo mayor y activa en los medios de comunicación. Se evitaría así que la defensa frente a estos ataques quedara circunscrita a charlas en una sala de conferencias o a quejas en la sobremesa en la propia casa.
La consecuencia de todo esto es que se produce una sensación de desánimo, resignación, impotencia y desorientación entre los católicos, que acostumbrados ya a las permanentes agresiones, acaban por creerse todo lo que les cuentan los medios de comunicación, incapaces de formarse una opinión que responda a la verdad de los hechos. Se va creando así una especie de complejo de ser cristiano y de opinar en cristiano. Parece que el serlo solo sirve para el ámbito de lo privado, para el interior de las iglesias y para unos nostálgicos de tradiciones pasadas pero inservibles para los tiempos modernos.
De aquí a dejarse arrastrar por el relativismo moral imperante en todos los campos hay muy poco trecho, porque al enturbiarse el juicio, se acaba pensando que todas las opiniones son igual de buenas y válidas.

Propuestas
Como postura previa habría que abandonar una permanente actitud defensiva que lleva aparejada siempre una cierta debilidad de la Iglesia y la pérdida de la iniciativa a la hora de hacer llegar sus propuestas, explicar sus posturas y propiciar un diálogo que lleve a un mayor y mejor entendimiento entre las distintas partes.
La iglesia no puede ir siempre por detrás de las cuestiones que salen a debate público y que la atañen directa o indirectamente, ni esperar a que se hayan vertido contra ella o contra sus actuaciones todo tipo de juicios y opiniones muchas veces faltas de rigor y veracidad. Debe por el contrario ir por delante, prever lo que va a saltar a la actualidad, tener a punto sus comunicados para responder de forma inmediata en todos los medios posibles, en un plano de igualdad con los que no piensan como ella o la critican.
Otra cuestión muy importante es la del lenguaje o la forma de expresar su pensamiento en los medios. Las respuestas tendrán que ser ágiles, claras , directas , concisas y oportunas, evitando que sus comunicados puedan parecer catequesis. Ante una cuestión polémica no es necesario esperar a tener elaborado un complejo documento con toda suerte de matizaciones. El tiempo que se necesita para ello es perder el factor oportunidad en la respuesta.
Para esto sería necesario crear o reforzar si ya existe un equipo de comunicadores profesionales, capaces de pulsar continuamente la opinión pública, y lo que se dice o va a decir en los medios para poder tener a punto los comunicados propios. Este equipo tendría que ser algo así como un puente entre los obispos y la gente de la calle, siendo capaces de traducir al lenguaje corriente y de sintetizar el pensamiento de la iglesia en un momento dado.

Desde aquí hacemos un llamamiento a los periodistas y alas Facultades de Ciencias de la Comunicación para que al igual que en los planes de estudio se contempla la formación en temas económicos, políticos e históricos, se incluya también la formación en cuestiones religiosas independientemente del credo de cada uno. Estamos convencidos, como dijo recientemente Monseñor Foley en Madrid que «un periodista no puede ser un buen profesional sin apreciar la importancia de la religión en la vida humana». Ello sin duda facilitará la comprensión de fenómenos como los que estamos viviendo a propósito de los fundamentalismos, así como de comprender mejor y en todo su alcance las declaraciones de la Iglesia, en vistas a una mejor información. Se evitaría de este modo el tener que recurrir a tantos tópicos, y argumentos que han quedado completamente obsoletos y que cualquier historiador con un mínimo de rigor y honradez profesional podría desmontar con toda facilidad.
Siguiendo con las propuestas, es necesario reforzar e incrementar la presencia de los católicos en los medios de comunicación, tanto de forma permanente como esporádica a través de los canales habilitados para ello (cartas al director, colaboraciones, entrevistas ... etc.)

Creación y financiación de periódicos, revistas, canales de televisión, y emisoras de radio que sean propiedad de la Iglesia y de asociaciones católicas, en las que la Iglesia pueda expresar de forma continuada su opinión sobre cualquier tema. En el caso de las publicaciones escritas, buscar el que sean asequibles económicamente
para todos y la forma de darles una amplia difusión. Pedimos medios de comunicación católicos y medios de comunicación respetuosos con lo católico.
Organización y participación de los laicos en conferencias, debates, reuniones en los que se analice, explique y argumente el pensamiento y las posturas de la Iglesia en temas de actualidad.
Promover la unión de movimientos y asociaciones de la Iglesia con el fin de encontrar canales comunes a través de los que se pueda hacer llegar a la opinión publica su voz unitaria.
Como medidas de presión ante situaciones de agresión manifiesta a la Iglesia proponemos:
- recurrir a la aplicación de la legislación vigente por medio de las oportunas denuncias.
- Rechazar los medios hostiles a la Iglesia, negándoles nuestra audiencia y seguimiento, así como las marcas comerciales que los patrocinan.
Como conclusión de esta comunicación pedimos ante estas agresiones: conocimiento a fondo de la situación denunciada; reacción valerosa y oportuna ante ellas; búsqueda del criterio justo, con la humildad suficiente para corregir los propios errores y dejarse inspirar siempre por el máximo precepto evangélico: IN OMNIA CHARITAS.

martes, 21 de mayo de 2019

Educación sexual, adolescencia y bioética

Cuando un planteamiento utilitarista sobre la vida humana se ha aceptado en la primera juventud y la vida se ha acomodado a él, difícilmente la fuerza de los argumentos llegará a ser tenida en cuenta
«”Qué puedo replicar a mis alumnos cuando sostienen que el embrión no es más que un amasijo de células o parte de la madre?”. Esta pregunta es una constate. Recibo correos de muchos profesores de Secundaria pidiéndome que les ayude a responderla», compartió una vez con nosotros el catedrático de Genética y profesor del máster en Bioética de la Universidad Rey Juan Carlos, Nicolás Jouve.
La bioética no es una cuestión que afecte únicamente a los profesionales de la salud. Los posicionamientos ante la vida intrauterina humana (como ante tantos otros problemas bioéticos, ya sean la eutanasia o la clonación) no se plantean en la madurez de las personas. Surgen en la pubertad. Es en esta época, en la que acontece el despertar sexual de la adolescencia, cuando la mayor parte de los chicos se plantea la cuestión del aborto. Y muchos se la plantean desde una perspectiva utilitarista. Para quien la posibilidad de dejar o quedar embrazada es real, pero prima que nada limite el deseo sexual, no cabe el respeto total a la vida intrauterina. Es un daño colateral que, cuanto más se oculte, más se minimizará. Cuando este planteamiento se ha aceptado en la primera juventud, en plena efervescencia del deseo, y la vida se ha acomodado a él, difícilmente la fuerza de los argumentos y la evidencia de la verdad de la vida intrauterina, de su inicio en el momento de la concepción, llegarán a ser considerados. Esto explica por qué hoy la defensa total de la vida humana parece una batalla social perdida. No se hizo espacio para la verdad cuando las preguntas se formulaban y, una vez contestadas, la forma de vida asumida sencillamente reafirma la respuesta inicial.
El momento de dar respuestas…
Es por ello necesario abordar las cuestiones bioéticas básicas en el momento y edad en que estas son formuladas, no años más tarde. La educación sexual no puede prescindir de una educación bioética. Sin embargo, los profesores de Secundaria, incluso de Bachillerato, muchas veces carecen de la capacidad adecuada, como muestra la reiterada pregunta formulada al profesor Jouve, para afrontar las respuestas en la edad en la que estas marcan en algunos casos la vida futura. Por esto es importante que los colegios pudieran tener un educador capaz de orientar en las cuestiones bioéticas (humanas y ambientales) que constantemente están surgiendo en estos tiempos.
¿Cómo enseñar el valor de la vida humana y su inicio? ¿Qué problemas conlleva la clonación? ¿Es responsable seguir produciendo alimentos transgénicos? ¿Vale la pena acabar con el sufrimiento del enfermo en su fase terminal acortándole la vida? La maternidad subrogada, ¿es una solución a los problemas de fecundidad? ¿Qué sucede en un aborto de pocas semanas? ¿Podemos crear o destruir especies animales? Muchas de estas preguntas se las hacen los jóvenes cuando aún no han abandonado el colegio. Y sus respuestas proceden de la opinión pública mayoritaria unida a sus experiencias y vivencias personales. Por ello es importante no solo utilizar estas preguntas como objeto de debate en los colegios para mejorar la capacidad argumentativa, de razonamiento y expresión de ideas propias de los estudiantes, sino abordarlas más allá de un ejercicio retórico y con la seriedad que pueden ofrecer hipótesis sólidas, donde al menos haya un profesor con una formación lo suficientemente potente como para no dejar cuestiones tan esenciales para el futuro de los jóvenes en manos de quien mejor se exprese, que es como decir en manos de la opinión pública mayoritaria del momento.
…o se escaparán de las manos
Como dijo el Papa Benedicto XVI en su encuentro con profesores universitarios en El Escorial, durante la JMJ de 2011, «la juventud es tiempo privilegiado para la búsqueda y el encuentro con la verdad. Como ya dijo Platón: “Busca la verdad mientras eres joven, pues si no lo haces, después se te escapará de entre las manos” (Parménides, 135d). Esta alta aspiración es la más valiosa que podéis transmitir personal y vitalmente a vuestros estudiantes, y no simplemente unas técnicas instrumentales y anónimas, o unos datos fríos, usados solo funcionalmente». Invertir en ayudar a comprender quienes somos, en educar, no es una tarea que pueda posponerse para la vida adulta.
Pablo Martínez de Anguita
Profesor del máster oficial de Bioética de la Universidad Rey Juan Carlos. En el curso 2019-2020 este posgrado tendrá su XII edición, dirigida tanto a profesionales sanitarios como del mundo educativo

domingo, 19 de mayo de 2019

Aumentan a 200 los ataques a la libertad religiosa en España, 109 a católicos

Crecen de 166 en 2017 a 200 en 2018. Podemos, PSOE e IU son los partidos más laicistas, según el  informe del Observatorio para la Libertad Religiosa.

Los ataques a la libertad religiosa en España han aumentado de 166 producidos en 2017 a 200 en 2018, según el Informe de ataques a la Libertad Religiosa en España, que realiza, por octavo año consecutivo, el Observatorio para la Libertad Religiosa. Los ataques a templos han subido una vez más, pasando de 44 en 2017 a 53 el año pasado.
“Es muy preocupante que, año tras año, los ataques a templos crezcan. Esto puede provocar miedo en los creyentes a ir a rezar o a celebrar su fe”, explica María García, presidenta del OLRC. “La libertad religiosa es la ‘prueba del algodón’ de los derechos humanos. Una democracia como la nuestra no puede permitir que se produzca un número tan alto de ataques a la libertad religiosa, ya que este es el derecho más íntimo de la persona, pues afecta a su conciencia”, prosigue García.
De los 200 casos registrados, 133 se han dirigido contra los cristianos (109 a católicos). Es decir, el 66,5% de todos los ataques son contra cristianos (54,5% contra católicos). Respecto a otras confesiones, cabe destacar que 16 se han dirigido contra musulmanes (8%) y 6 han tenido como objetivo los judíos(3%). Por último, 45 ataques pueden considerarse contrarios a todas las religiones al querer imponer un laicismo radical que intenta eliminar a las religiones del ámbito público (22,5% de los casos).
Los casos de laicismo beligerante han aumentado considerablemente (de 62 en 2017 a 90 en 2018, “lo que demuestra que una parte de la sociedad busca que la religión desaparezca de la esfera pública”, apunta la presidenta del OLRC.
Podemos es el partido más laicista con 32 casos. Izquierda Unida se encuentra en tercera posición, con 29 casos. En el informe se cuentan por separado ya que, en algunos lugares de España, no forman coalición, como sí ocurre en el Congreso. Ambos suman 61 casos, que dobla a los del segundo partido más laicista, el PSOE, con 30.
Por meses, marzo es el mes en que más casos se registraron (37), sin duda motivado por los ataques a lugares de culto que grupos feministas radicales realizaron durante el 8 de marzo, Día de la Mujer trabajadora. “Un día que debería ser de celebración se convierte, para grupos feministas radicales, en una jornada para atacar las creencias de los demás, demostrando su intransigencia”, remarca María García.
Por Comunidades Autónomas, Valencia, con 30 casos, es la comunidad con más ataques, seguida de Andalucía (26) y Madrid y Cataluña (ambas con 21).
“Desde el OLRC, pedimos a los partidos políticos, ante las próximas citas electorales:
1. Que respeten el derecho a la libertad religiosa, tanto desde el punto de vista individual como desde el colectivo, así como los tratados firmados con las diferentes confesiones religiosas. El respeto a la Libertad Religiosa no beneficia únicamente a los creyentes, sino que favorece a toda la sociedad, al promover la convivencia pacífica entre ciudadanos. Aconfesionalidad no significa eliminar todos los símbolos religiosos y prohibir a los ciudadanos practicar su religión en público, sino respetar.
2. Que, como representantes de los ciudadanos en las instituciones, hagan también respetar la libertad religiosa, por ejemplo, con medidas de vigilancia para que se reduzca el número de profanaciones a templos, que se persiga a quien ataca templos y que se juzgue a aquel que se mofe de los sentimientos religiosos”, concluye la presidenta del OLRC.
Puedes descargar el informe completo aquí.

Advocaciones marianas más veneradas en la península ibérica y el Caribe

sábado, 18 de mayo de 2019

Hacia el Sínodo para la Amazonía



Antonio Spadaro S.I. 
Entrevista al cardenal Cláudio Hummes

El 15 de octubre de 2017 el papa Francisco convocó a Roma una Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica, indicando como principal objetivo «identificar nuevos caminos para la evangelización de esa porción del Pueblo de Dios, especialmente de los indígenas, a menudo olvidados y sin la perspectiva de un futuro sereno, también a causa de la crisis de la selva amazónica, pulmón de vital importancia para nuestro planeta».[El 8 de junio de 2018 se publicó el Documento Preparatorio.[2]
El Sínodo para la Amazonía es un gran proyecto eclesial que busca superar las fronteras y redefinir las líneas pastorales, adaptándolas a los tiempos contemporáneos. La Panamazonía es una región integrada por Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Surinam, Guyana y la Guayana Francesa. Dicha región es una fuente importante de oxígeno para toda la Tierra, puesto que allí se encuentra más de un tercio de las reservas forestales primarias del mundo. Es una de las mayores áreas de biodiversidad del planeta.
Participan en el Sínodo obispos elegidos por las diversas regiones del mundo, incluidos todos los obispos de la Región Amazónica. El papa ha nombrado relator general del Sínodo al cardenal brasileño Cláudio Hummes, franciscano, arzobispo emérito de San Pablo. Otra figura de gran relieve es el cardenal jesuita peruano Pedro Barreto, arzobispo de Huancayo. Ellos son, respectivamente, presidente y vicepresidente de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM).
Esta red transnacional se generar una colaboración armoniosa entre los diversos componentes de la Iglesia: circunscripciones eclesiásticas, congregaciones religiosas, Cáritas, diversas asociaciones o fundaciones católicas y grupos de laicos. Entre sus objetivos principales está la defensa de la vida de las comunidades amazónicas amenazadas por la contaminación, por el cambio rápido y radical del ecosistema del cual dependen y por la falta de tutela de derechos humanos fundamentales.
El 31 de octubre de 2006 el cardenal Hummes fue nombrado por el papa Benedicto XVI prefecto de la Congregación para el Clero. En mayo de 2007 participó en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Aparecida como miembro designado por el papa. Hoy es presidente de la Comisión para la Amazonía de la Conferencia Episcopal del Brasil.
Considerando su experiencia y su actividad, hemos decidido mantener una conversación con él que pueda introducir en los trabajos del Sínodo y en su significado.[3]
Eminencia, nos acercamos al Sínodo para la Amazonía, un gran acontecimiento eclesial que pone en el centro de la reflexión un área específica y particular del mundo, aunque amplia y de increíble riqueza y complejidad. Justamente por eso hay quienes expresan una preocupación por el posible impacto que Sínodo para la Amazonía pueda tener en la unidad en la Iglesia, dada la particularidad de esta realidad territorial tan amplia, compleja y diversa ¿Cuál es su opinión al respecto?
Hoy se habla mucho de la unidad de la Iglesia. Esto es fundamental, importantísimo. Pero debe entenderse como una unidad que acoge la diversidad según el modelo de la Santísima Trinidad. Es decir, igualmente necesario es acentuar que la unidad no puede nunca destruir la diversidad. Precisamente, el Sínodo acentúa la diversidad dentro de esa gran unidad. La diversidad es la riqueza de la unidad, la preserva de ser una uniformidad y un justificativo para el control.
¿La diversidad es importante, entonces, para la Iglesia?
Hoy más que nunca la Iglesia se ha abierto a la diversidad. Los países latinoamericanos de la Panamazonía son hoy una expresión de la diversidad latinoamericana, que debe ser acogida sin temor y de manera muy abierta por la Iglesia de Europa y de todo el mundo. De hecho, yo quería acentuar eso porque el Sínodo para la Amazonía es un reconocimiento de nuestra peculiaridad. Yo lo digo de este modo: la Iglesia de América Latina puede traer nuevas luces para la Iglesia de Europa y del mundo, del mismo modo como la Iglesia de Europa debe darnos luces antiguas, muy importantes.
Inicialmente el cristianismo encontró un lugar de inculturación en la cultura europea, y fue un proceso muy exitoso, que dura hasta hoy. Pero no basta esa única inculturación. Dice el papa: una cultura sola no puede agotar la riqueza del Evangelio. La Iglesia no quiere dominar sobre las otras culturas, por más que respete esa inculturación inicial europea.
Debemos respetar la diversidad de las culturas. Eso va a enriquecer a la Iglesia, y no a amenazarla. La diversidad no amenaza la unidad de la Iglesia, sino que fortalece su verdadera unidad. Es muy importante no tener miedo de estas cosas. Así pues, si hablamos y conseguimos encontrar nuevos caminos para la Iglesia en la Amazonía, eso va a redundar en beneficio de toda la Iglesia, pero siempre a partir de la reflexión específica sobre la Amazonía.
Ustedes, que forman la Red Eclesial Panamazónica, han tenido un encuentro con el papa Francisco. ¿Qué nos puede decir sobre ese encuentro y sobre las novedades, los desafíos y las esperanzas que el santo padre deposita en el proceso sinodal?
El 25 de marzo pasado, el cardenal Barreto, Mauricio López -secretario ejecutivo de la REPAM- y yo nos encontramos con el papa. Le presentamos el estado en que se encuentra el proceso de preparación del Sínodo una vez concluida la fase de escucha y consulta de las Iglesias particulares de la Panamazonía y todo el trabajo que se ha realizado. En este proceso sinodal nuestra Red intentó «escuchar», no solamente «ver, juzgar y actuar». La escucha viene antes que nada. Para preparar un sínodo es preciso escuchar, no solamente organizar y hacer planes.
Entonces, ¿el sínodo se caracteriza por su capacidad de escucha y de superar la mentalidad de los «marcos» y de los «planes»?
 Para «ver» de verdad es preciso escuchar, no basta con hacer un análisis de qué es la Amazonía, o de quién es y qué hace la Iglesia en la Amazonía. Un sínodo no es una abstracción sinodal, una idea genérica. Para nosotros es preciso escuchar en primer lugar a los propios pueblos de la Amazonía. Hay que escuchar la realidad, escuchar los gritos. Eso ya enriqueció mucho nuestra metodología de ver, juzgar y actuar. Nuestro «ver» no era ya el de un analista que desde lejos examina situación. Nos pusimos a escuchar de verdad.
¿Y su diálogo con el papa?
Le preguntamos al papa si tenía alguna recomendación que hacernos. Él insistió mucho en no diluir el objetivo específico del Sínodo, en que no debe convertirse en la ocasión para hablar de todas las cosas, como antiguamente se decía en latín, con ironía: de omni re scibili et de quibusdam aliis. El Sínodo, dice el papa, no es para hablar de todas las cosas, de todos los desafíos o de todas las necesidades de la Iglesia en el mundo: no debemos perder el foco, dice el papa. Claro que todo el proceso tiene y tendrá también una repercusión universal, incluso planetaria, pero el Sínodo tiene un foco del cual es preciso no desistir para no permanecer en generalidades. El papa Francisco fue muy claro en este punto: no perder el foco, que es la Amazonía. «Nuevos caminos para la Iglesia», significa nuevos caminos para la Iglesia en la Amazonía y nuevos caminos para una ecología integral en la Amazonía. Este tema delimita el objetivo del Sínodo.
Francisco habla a menudo de procesos nuevos, de caminar, de no detenerse a repetir el pasado, sino de adherir a la tradición que crece y que hace crecer sin tener que repetir siempre las mismas cosas. ¿Lo lograrán? ¿Es posible?
Ciertamente no estaremos en el Sínodo para repetir cosas que ya fueron dichas, no importa si son importantes, bonitas y desde una buena teología; no. Estaremos allí para procurar nuevos caminos. Necesitamos mucho nuevos caminos, no tener miedo a lo nuevo, no defendernos contra ello, no resistir a la novedad. Debemos cuidarnos de no traer lo antiguo como si fuese más importante que lo nuevo. Lo antiguo debe conjugarse con lo nuevo, la novedad debe reforzar y alentar el camino. Esta palabra del papa es muy fuerte: debemos caminar y no resistirnos a avanzar e ir hacia adelante.
Debemos confiar en el Espíritu que nos lleva hacia adelante, dice el papa. Desde el inicio de su pontificado él exhorta y alienta a la Iglesia a levantarse y no quedarse muy acomodada y demasiado segura de su teología, de su visión de las cosas, defendiéndose del mundo. El pasado no está petrificado, debe formar siempre parte de la historia, de una tradición que sigue hacia adelante. Cada generación debe seguir avanzando para contribuir a la riqueza de esa gran tradición. ¿Lo lograremos? Nos confiaremos al trabajo del Espíritu.
El pasado está marcado también por una herencia colonial...
Sin duda. Esa actitud colonialista ha sido una de las más importantes quejas de los pueblos indígenas hacia Iglesias pentecostales protestantes que están entrando ahora en el territorio.
El papa denuncia esa práctica neocolonialista y exhorta a la Iglesia para no reproducir tal espíritu y práctica en su misión evangelizadora. Es un llamamiento a no hacer de la Iglesia en la Amazonía una fuerza colonizadora, a no querer colonizar a los pueblos indígenas en su fe, su espiritualidad, su experiencia de Dios.
¿Cómo se sitúa, entonces, la Iglesia ante las poblaciones indígenas? ¿Cómo se debe entender la evangelización de estos pueblos?
La inculturación de la fe y el diálogo interreligioso son necesarios, porque es una verdad que también en los pueblos indígenas originarios Dios ha estado siempre presente en sus formas y expresiones propias y en su historia. Ellos tienen ya una experiencia propia de Dios, semejante a otros antiguos pueblos en el mundo, en especial a los pueblos del Antiguo Testamento. Todos han tenido una historia en la que estaba Dios, una bella experiencia de la divinidad, de la transcendencia y de una consecuente espiritualidad. La evangelización de los pueblos indígenas debe tener como objetivo suscitar una Iglesia indígena para las comunidades indígenas. En la medida en que los pueblos indígenas acogen a Jesucristo, deben poder expresar esa fe suya desde su cultura, identidad, historia y espiritualidad.
¿Qué resistencias está generando esta visión sobre la Iglesia indígena en los distintos espacios y en el camino hacia el Sínodo?
Está suscitando resistencias y también malos entendidos. Algunos se sienten de alguna forma amenazados, porque no se sienten considerados en sus proyectos y en sus ideologías. Diría, sobre todo, los proyectos de colonización de la Amazonía que continúan fuertemente con ese espíritu dominador y depredador: llegar para explotar y salir después con las maletas llenas, dejando atrás la degradación y la pobreza del pueblo local, que ahora está más pobre y con su territorio devastado y contaminado.
La industria, la agricultura y muchas otras formas de producción afirman cada vez más que su actividad es «sustentable». ¿Pero qué significa realmente «ser sustentable»? Significa que todo lo que extraemos de la tierra o devolvemos a la tierra como residuos no impide que la tierra se regenere y continúe siendo fértil y saludable.
Es muy importante reconocer esas resistencias sea en la Iglesia, sea fuera de ella, por ejemplo, en Gobiernos, empresas y en otras partes. Debemos reconocer cómo nos comportamos frente a estas resistencias, saber qué hacer.
¿Por qué esas resistencias? ¿Qué las produce?
Los intereses económicos y el paradigma tecnocrático repelen toda tentativa de cambio y están dispuestos a imponerse por la fuerza, violando derechos fundamentales de las poblaciones en el territorio y normas para la sustentabilidad y preservación de la Amazonía. Pero nosotros no debemos rendirnos. Será necesario indignarse. No una indignación violenta, pero sí firme y profética.
¿Será posible un diálogo, un encuentro?
No podemos caer en una especie de ingenuidad al pensar que todo el mundo está dispuesto a dialogar. No es verdad. Hay mucha gente que no está dispuesta a dialogar. Primero hay que indignarse, profetizar, pero, después, ciertamente hay que intentar negociar, llegar a un acuerdo, y así, tal vez, conseguir que la otra parte se disponga a dialogar. Jesús ya hablaba de negociar en tales situaciones (Lc 14, 28). La Iglesia en la Amazonía sabe que debe ser profética, no acomodada, porque la situación es por demás clamorosa y hay una situación de constante y persistente violación de derechos humanos y degradación de la casa común. Y, lo que es aún peor, tales crímenes generalmente quedan impunes.
La Iglesia debe ser profética. En América Latina hemos vivido mucho esto después del Concilio Vaticano II, de Medellín y de las otras grandes conferencias del episcopado latinoamericano. Ese profetismo ha crecido, pero también se ha ido aclarando.
¿Qué quiere decir ser profético?
No es solo gritar, denunciar y apuntar. El profetismo es mucho más. Quizás podríamos enriquecer este espíritu de denuncia y diálogo con un poco más de ternura. Pero, ¿cómo hacerlo? Ese profetismo debe continuar, pero es un profetismo que debe apuntar también hacia nuevos caminos, que iluminen, que ayuden al otro a aceptar un diálogo. Creo que en el encuentro de diálogo seremos capaces de escuchar, de entendernos, de estar dispuestos a recibir la luz del evangelio de Jesucristo
Hay quienes contraponen inculturación, o sea, la inmersión en la cultura, e interculturalidad, el diálogo entre las culturas: temas que están muy presentes en las expresiones de una Iglesia que busca el contacto con los indígenas de la Panamazonía ¿Cuál es su posición al respecto y cómo se puede incorporar esto en el proceso sinodal de manera creativa y constructiva?
Inculturación e interculturalidad no se contraponen. No debemos pensarlas como opuestas. Deben conjugarse. La inculturación es absolutamente necesaria, como también lo es la interculturalidad. Sobre todo porque tenemos muchas culturas en la Amazonía. La inculturación y la interculturalidad son muy importantes cuando vemos la cantidad de pueblos indígenas que hay en el mundo y en la Amazonía.
¿Y la cuestión del modo en que debe situarse la Iglesia hacia los indígenas?
Tenemos que distinguir entre Iglesia «indigenista» e Iglesia «indígena». Nosotros, sobre todo a partir de las grandes conferencias del episcopado latinoamericano, hemos buscado ser una Iglesia indigenista, que considera a los indígenas como objeto de pastoral, pero no todavía como protagonistas de la propia experiencia de fe. Pero esto no basta. Ahora sabemos que debemos dar un paso más: debemos promover una Iglesia indígena.
Por lo que me ha parecido entender, el Consejo Indigenista Misionero (CIMI) brasileño está haciendo un buen trabajo.
El CIMI es, sin duda, un ejemplo muy fuerte al respecto. Ha hecho y continúa haciendo un trabajo extraordinario sobre ese aspecto, y hace una contribución muy consistente: nos trae datos, nos presenta hechos, publica acontecimientos de violencia que han ocurrido, con números, con estadísticas. Los datos no se pueden negar, se pueden interpretar mal o bien, pero no se pueden negar. Los datos sobre la injusticia, sobre las violaciones de los derechos humanos, sobre los asesinatos, sobre la criminalización de los defensores de los derechos, esos datos están ahí, y el CIMI está siempre atento a ello, y por eso también incomoda a algunos Gobiernos y a todos los que tienen otros intereses.
En este caso, la expresión de esa Iglesia Indigenista incomoda, pero para nosotros, como Iglesia, es muy importante tener datos para presentar y para mostrar por qué estamos indignados. El CIMI en Brasil nos ha ayudado mucho a ser una Iglesia indigenista, que defiende los derechos de los indígenas; y no solo de los indígenas, sino de todos los pueblos, sobre todo en las regiones misioneras.
Nos sentimos llamados a ser una iglesia que defiende los derechos humanos, que defiende los derechos indígenas, los de los ribereños y los de otros. Esto es una Iglesia indigenista.
¿Cuál es el paso que hay que dar hacia una Iglesia indígena?
Ahora sabemos que debemos dar un paso más: debemos promover una Iglesia Indígena para los pueblos indígenas, ayudar a que nazca y crezca una Iglesia Indígena. Las comunidades indígenas que, de una o de otra forma, escuchan el anuncio del evangelio y que acogen ese Evangelio, que acogen a Jesucristo, deben estar en condiciones de que, a través de un proceso oportuno, su fe se encarne y se inculture en su realidad cultural. Entonces, desde dentro de su cultura, identidad, historia y espiritualidad puede nacer una Iglesia indígena con sus propios pastores y ministros ordenados, siempre unida en total comunión con la Iglesia católica universal, pero inculturada en las culturas indígenas.
De hecho, en la historia de los pueblos indígenas ya hay muchas huellas de Dios. Como decía antes, Dios ha estado siempre presente en su historia. ¿Cómo extraer desde su propia identidad, desde su historia, desde su cultura esos signos claros de la presencia de Dios? Estos pueblos milenarios vienen desde otra raíz que no es la europea, desde otra vertiente histórica, como los africanos, los pueblos de la India, los chinos. Entonces, dentro de su historia, de su identidad, de su espiritualidad, desde su relación con la trascendencia, debemos generar una Iglesia con rostro indígena.
El tema de una Iglesia indígena es muy importante para la Panamazonía, pero, ¿qué tipo de ministerio es necesario para esta realidad¿Qué perfil de sacerdotes, misioneros, etc., es necesario en esta realidad, en estas culturas tan particulares que usted ha descrito?
Muchas veces existe la preocupación de trasplantar los modelos de los sacerdotes europeos a los eventuales sacerdotes indígenas. Pero alguien alertaba, con razón, de que hay demasiada preocupación y prioridad acerca del perfil del ministro ordenado más que de la comunidad que debe recibir al ministro. Al contrario, la comunidad no es para su ministro, sino el ministro para su comunidad. El ministro debe ser adecuado a las necesidades de la comunidad.
Es esta necesidad de la comunidad la que debe movernos a pensar, tal vez, en ministerios diferenciados, porque la comunidad allí necesita una presencia adecuada. No queramos defender una especie de figura histórica de cómo debe ser un ministro, sin posibles variaciones, de modo que las comunidades deban aceptarlo así tal cual porque nosotros lo enviamos así.
Sí, los ministros son enviados, pero tenemos que saber enviar de tal forma de respetar la comunidad concreta, que tiene necesidades propias y específicas. También los ministerios deben pensarse a partir de la comunidad, de su cultura, de su historia, y de sus necesidades. Todo eso significa la apertura.
Esta Iglesia indígena no se hace por decreto. El Sínodo tiene que abrir el camino para que eso sea posible y se pueda provocar un proceso que tenga suficiente libertad y que reconozca la dignidad que tiene todo cristiano y todo hijo de Dios. Esa es la grandeza de este Sínodo. El papa sabe cuán histórico puede ser este Sínodo para toda la Iglesia. Pero debemos caminar en esa dirección y cuidarnos de no reproducir una cosa que ya existe.
En la encíclica «Laudato si'» el papa señala claramente que la situación de crisis planetaria actual es innegable e incorpora esto en el tema propio del Sínodo mediante el llamamiento a una «ecología integral». ¿Cómo caminar eclesialmente ante esta situación de grave crisis ecológica?
La ecología integral es algo estupendamente nuevo que el papa nos ha traído. Interpela a fondo los modelos actuales de desarrollo y de producción que, a su vez, apelan a las luces racionales, científicas y tecnológicas de la época moderna que fundamentan el paradigma tecnocrático y no están dispuestas a acoger las consecuencias de una ecología integral. El paradigma tecnocrático y de dominación vence, se impone, y hace lo que quiere.
En efecto, este esquema o este paradigma tecnocrático viene de la modernidad. Es resultado de lo que se llama la «revolución copernicana» de la filosofía moderna: ya no se trata del objeto pensado y analizado, como en la filosofía clásica, sino del sujeto pensante, de la subjetividad. Ese fue un gran avance; fue, de hecho, la gran riqueza de la modernidad.
Pero los grandes intereses en juego han transformado esta conquista en algo distinto. La han transformado en subjetivismo, individualismo y, después, en liberalismo, que, junto con la revolución copernicana de la filosofía, pudo contar con el nacimiento de la ciencia moderna exacta y su aplicación a la técnica. De ahí ha resultado un enorme progreso tecnológico, cada vez más sofisticado, que ha puesto en manos del hombre un extraordinario poder de intervención en la naturaleza para producir cada vez más bienes, a cualquier costo, sea de la naturaleza, sea de las personas o de las comunidades humanas. Esta tecnología cada vez más sofisticada es utilizada para explotar el planeta, es aplicada como si nosotros viniésemos de fuera y como si el planeta fuera algo que nos hemos encontrado por el camino y podemos explotar, degradar y depredar sin escrúpulos. La tecnología da al hombre actual esa posibilidad de acumular cada vez más bienes materiales. Los pueblos indígenas, al contrario, no acumulan bienes, sino relaciones sociales, relaciones con las personas y con el todo: no acumulan bienes materiales. Los pueblos indígenas nos enseñan que son mucho más importantes las relaciones humanas, las relaciones comunitarias.
Este paradigma tecnocrático del que usted habla se cierne como una gran amenaza para nuestro planeta...
Sí, y es así porque este paradigma no acepta una ecología integral, no acepta que somos hijos de esta tierra. Se vive como si el ser humano hubiera venido aquí y hubiese encontrado un tesoro para explotar de todas las formas posibles. No: nosotros somos hijos de esta tierra, y el daño que hacemos a la tierra termina perjudicándonos a nosotros mismos.
La Biblia dice que Dios formó al hombre del barro de la tierra...
Y esto nos indica que nacemos de la tierra. Por eso ella es la madre tierra, somos hijos de la tierra, nacemos aquí, no venimos de fuera. Nuestro cuerpo está hecho de las cosas de la tierra. Dios insufló el espíritu en ese cuerpo que viene de la tierra, el espíritu de la vida. Nosotros venimos de la tierra, somos, por tanto, hermanos de todas las criaturas. Y el papa dice también que los hombres, teniendo inteligencia y libre albedrío, tenemos un deber muy especial de cuidar la tierra, porque Dios nos dio inteligencia y la capacidad de amar, de cuidar, de administrar bien esta tierra que nos da el sustento. Pero no podemos obtener ese sustento a costa de los otros seres creados y de los demás hermanos y hermanas. Todo está interconectado.
¿Tiene fundamento teológico la ecología integral? ¿Hay una visión teológica que usted haya madurado?
El papa Francisco ha hablado sobre eso. Lo más importante de la ecología integral, dice el papa, es que también Dios se relacionó definitivamente en Jesucristo con esta tierra. Puesto que Dios está interrelacionado, todo está interconectado. Dios mismo se vinculó a través de la encarnación de Jesucristo, y Jesucristo es el punto culminante hacia donde todos caminamos. Hay textos espléndidos donde se dice que todas las criaturas caminan, porque las otras criaturas no fueron hechas para nosotros. Su fin último no somos nosotros. Su fin último es trascendente, es Dios. Claro que nosotros también necesitamos a las criaturas para sustentarnos, pero su vocación es trascendente y nosotros debemos alabar al Señor en su nombre y conducirlas hacia Dios. Pues, un día, todas ellas, de una forma misteriosa, dentro de la lógica de la resurrección, estarán participando en el reino definitivo. Dios no destruirá su creación, sino que la trasformará pascualmente.
Por tanto, Jesucristo resucitado es la cumbre hacia la cual todo camina y es el modelo que da una primera revelación de cómo será ese camino por el que estamos caminando. La humanidad no anda en círculos, como sin norte, sin sentido. Debemos caminar. Hay un futuro real. Jesucristo resucitado es el gran punto trascendente hacia el que caminamos. Entonces, la ecología integral es todo eso junto.
Por eso yo digo a menudo que es necesario reescribir la cristología, porque san Pablo ya habla de este punto culminante en un camino que avanza. Teilhard de Chardin ya habló de esto en sus estudios sobre la evolución. Toda la teología y la cristología, y hasta la teología de los sacramentos, deberán ser de alguna forma reescritas desde esa gran luz de que «todo está interconectado», interrelacionado.
Hay una canción brasileña que dice: «Tudo está interligado, como se fóssemos um, tudo está interligado nesta casa comum» («Todo está interconectado, como si fuésemos una sola cosa. Todo está interconectado en esta casa común»). Dios también esta interrelacionado, definitivamente, con nuestra casa común. Creo que la ecología integral es un concepto que ilumina todo el trabajo que tenemos que hacer en la Amazonía para estar unidos en el camino del Sínodo.
La Red Eclesial Panamazónica, la REPAM, forma parte del proceso de preparación al Sínodo. ¿De dónde nace?
La Red nació de la idea de la V Conferencia del episcopado latinoamericano en Aparecida, en la que participó nuestro querido papa Benedicto XVI. En esa época él hizo una contribución muy grande desde el comienzo, con una apertura que nos sorprendió a todos: la gran apertura de Benedicto XVI frente a un mundo que no era el suyo. Él pertenecía a un mundo europeo, pero se abría al diálogo junto a nosotros, al pueblo, al territorio, a la América Latina.
¿Qué sucedió en Aparecida? Como bien sabemos, Bergoglio también estuvo allí...
Sí, también participó el cardenal Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires.[4] En ese contexto se habló sobre la necesidad de crear un plan pastoral conjunto para la Amazonía, y el papa Francisco afirma que fue allí donde él mismo despertó para el desafío de la Amazonía. Antes, como arzobispo de Buenos Aires, la Amazonía era para él algo muy distante. Como un mundo de fantasía. Pero él dice que por la insistencia de los obispos brasileños en Aparecida sobre las cuestiones de la Amazonía se despertó en él ese interés. Fue allí donde comprendió que era algo importante. Él dice que a partir de ahí comenzó de hecho a despertar para todo lo que era la Amazonía. Allí, como dije, se habló de la necesidad de un plan de pastoral conjunto de América Latina para toda la Amazonía. Era una cosa un poco fuera de lo común, porque las conferencias episcopales son nacionales, y la Amazonía no es una nación, sino una región transnacional, son nueve países.
¿Cómo han creado ustedes una relación eficaz?
Primero, las conferencias episcopales nacionales que tienen territorio amazónico incluyeron su respectiva parte de la Amazonía en el plan pastoral nacional. Ahora, después de Aparecida y, sobre todo, después del anuncio del Sínodo para la Amazonía, hay que pensar en un plan específico para toda la Panamazonía. No obstante, eso no quita a las conferencias episcopales nacionales su responsabilidad por su parte del territorio amazónico. Esto crea una nueva situación, una especie de nuevo sujeto eclesial, y es necesario poder entenderlo y acogerlo poco a poco. El papa habla de una descentralización, y toda descentralización es un poco dolorosa, porque se afecta un poco el poder y el prestigio del centro, pero debemos saber entenderlo, saber caminar juntos en este rumbo.
La REPAM viene exactamente para hacer un servicio que comienza a crear una red entre todas esas realidades de los nueve países amazónicos, una red que no debe pensarse como una entidad más con proyectos propios, sino como un servicio para articular a todas las entidades, comunidades, misioneros, agentes eclesiales en el territorio, personas e iniciativas de defensa y preservación de la Amazonía, para que todos entren en esa red y no se sientan aislados, ahí en la selva. Es un servicio que dependerá siempre de los obispos locales, de los misioneros locales, que necesitan sentirse invitados a formar parte de esta red.
¿Y el papa? ¿Cuándo le habló del Sínodo?
Ya en 2015 el papa comenzó a decirme: «Estoy pensando en hacer una reunión con todos los obispos de la Amazonía. Aún no sé qué tipo de reunión, qué tipo de asamblea, pensaba que hasta podía ser un sínodo». Me dijo: recemos juntos por eso, y empezó a hablar con obispos, con las conferencias episcopales de los países amazónicos, sobre cómo hacer esta asamblea, y así fue creciendo y madurando dentro de él la idea del Sínodo, hasta que finalmente fue convocado en 2017. Hemos trabajado mucho por el Sínodo, y seguiremos trabajando para ese servicio que es tan importante para el futuro. El Sínodo sirve para encontrar y trazar nuevos caminos para la Iglesia.
[1] Francisco, Ángelus del domingo 15 de octubre de 2017, disponible en http://w2.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2017/documents/papa-francesco_angelus_20171015.html.
[2] El texto del Documento Preparatorio, junto a otros materiales relativos al sínodo, están disponibles en http://www.sinodoamazonico.va/content/sinodoamazonico/es.html.
[3] Sobre el Sínodo para la Amazonía véase A. Peraza, «La Amazonía y los derechos humanos», en La Civiltà Cattolica Iberoamericana III, 2019, n. 26, pp. 86-99.
[4] Cf. D. Fares, «A 10 anni da Aparecida. Alle fonti del pontificato di Francesco», en 
La Civiltà Cattolica 2017, n. II, pp. 338-352.
Pueden leer el artículo original en el siguiente linkhttps://www.civiltacattolica-ib.com/hacia-el-sinodo-para-la-amazonia/