Ignacio Bazarra me entrevistó en mi despacho el pasado marzo para el primer número de la nueva etapa de la revista Actualidad Docente, editada por la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE), y el resultado ya está disponible bajo el título “Móviles en el aula: armas de conexión” (en pdf), con fotografías de Alberto di Lolli, recientemente galardonado con el premio Ortega y Gasset de Periodismo.
Hablamos de la introducción de los smartphones y la tecnología en el aula y de cómo esto solo puede plantearse si se acompaña de los necesarios cambios metodológicos que transformen la enseñanza desde el absurdo actual basado en el entrenamiento exhaustivo de unas habilidades memorísticas completamente innecesarias, para convertirla en una verdadera experiencia de aprendizaje adaptada a un mundo en el que los conocimientos están a un clic de distancia.
Los smartphones como “arma de distracción masiva” frente a conceptos más centrados en la flipped classroom que tratan de aprovechar la riqueza de la interacción personal basada en una preparación previa, en lugar de fomentar que el alumno “se aprenda” unos contenidos que posteriormente tiene que recitar o volcar en un examen – para olvidarlos posteriormente si no se usan habitualmente. Leer en clase o escuchar a un tipo que lee mientras se toman notas son pérdidas de tiempo absurdas, que solo llevan a la desmotivación y al fracaso, a un mal uso de los recursos. Pero lógicamente, todo ello enmarcado en una redefinición de las reglas, del uso de esos recursos, con la disciplina adecuada, y con un reenfoque del papel del profesor. En lugar de pedir a los alumnos que “desconecten”, pidámosles precisamente que conecten, preparémosles para el mundo en el que van a desarrollarse personal y profesionalmente. Lo contrario, la vocación por seguir atados a un conocimiento encapsulado y a unas metodologías a todas luces absurdas e inútiles hoy en día, es perder el tiempo miserablemente.
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