miércoles, 20 de mayo de 2015

España, penúltimo país de la UE en aprovechamiento de su capital humano

Sólo Bulgaria tiene peor nota. El incremento del paro y la falta de oportunidades para los jóvenes, claves en la pésima clasificación.

"El talento, no el capital, será el principal factor que agrupe la innovación, la competitividad y el crecimiento en el siglo XXI". Así comienza el prefacio de Klaus Schwab, director ejecutivo del World Economic Forum, para el último número del Índice de Capital Humano que su organización publica cada año.
"Talento". ¿Y eso cómo se mide? Pues no es sencillo, porque hablamos de conceptos complicados de definir o de trasladar a cifras. El WEF lo hace a través de un índice que mezcla ratios de sistema educativo junto a los del mercado laboral. Por un lado mide la calidad de las escuelas y universidades, las tasas de abandono escolar, los porcentajes de titulados en educación secundaria superior y terciaria, el número de menores matriculados y no matriculados en cada curso, resultados en las pruebas internacionales sobre competencias... Por el otro, tiene en cuenta las tasas de actividad y empleo, el porcentaje de parados de cada grupo de edad, la formación continua en el puesto de trabajo, la capacidad de los adultos para resolver problemas en pruebas estandarizadas,...
Es uno más de los numerosos índices que intentan medir la competitividad y productividad de las economías nacionales. Ninguna de estas clasificaciones es determinante, pero sí pueden ser una buena pista qué países están haciendo las cosas bien y cuáles tienen margen de mejora en determinados aspectos. En este caso, el Índice de Capital Humano tiene como objetivo averiguar cómo de preparada está la fuerza laboral de un país para enfrentarse a la economía moderna. Cómo es su formación, cómo se aprovechan sus capacidades y cómo es la transición entre la escuela (o la universidad) y el mercado laboral.
Probablemente nadie esperaría que España estuviera en los puestos de cabeza. Tanto en las pruebas sobre las capacidades de nuestros estudiantes (por ejemplo, los exámenes tipo PISA) como en las que afectan a los adultos (por ejemplo, PIAAC) nuestros resultados no son demasiado positivos. Si a eso le unimos los malos datos del mercado de trabajo, no sólo en paro, sino también en lo que tiene que ver con la formación en las empresas y la productividad de la fuerza laboral, era fácil de prever un resultado mediocre en este Índice de Capital Humano.
Sin embargo, lo cierto es que la cosa es aún peor de lo previsto. En la edición de 2015, España pasa del puesto 29 al 41ª y se sitúa por detrás de países como Kazajistán, Portugal, Rumania o Grecia. Como hay tantas clasificaciones y rankings, un número puede no dar una visión clara de lo que hay detrás. Por eso, quizás lo más sencillo sea mirar la tabla de la izquierda (click para ampliar) que recoge sólo a los países europeos y de Asia Central. La posición de España es preocupante. No es que nos ganen los ricos países del norte del continente (los nórdicos, Alemania, Francia, Reino Unido,...); es que, con la excepción de Bulgaria, estamos por debajo de toda la UE, incluso de los países del este. Sólo ganamos a países como Armenia, Serbia, Macedonia o Azerbaijan.
Como apuntamos anteriormente, el índice no sólo hace una clasificación general, sino que también divide por edades: menores de 15 años, de 15 a 24 años, de 25 a 64 años y mayores de 65 años. Pues bien, en ninguno de los sub-índices estamos bien clasificados. En el de menores de 15 años, por ejemplo, que mide sólo ratios educativos (no hay mercado laboral para estas edades), España aparece en el puesto 42, por debajo de prácticamente todos los países OCDE.

La comparación con Francia

Quizás lo más sencillo, para comprender las carencias de nuestros modelo educativo-laboral sea compararnos con los países de nuestro entorno. Francia puede ser un buen candidato. No es ni el mejor ni el peor de nuestros vecinos. Con su puesto 14º, está en un nivel medio comparado con el resto de países UE-15 (los anteriores a la ampliación al este).
No es que España esté mal en todo. Por ejemplo, tenemos buenas cifras en términos de escolarización en primaria, número de licenciados universitarios o ratios de salud y esperanza de vida. El problema es que hay demasiadas aspectos importantes en que lo hacemos mal o muy mal. Los siguientes son algunos de los más destacados**:
  • Ratio ocupados/población: 43,5% frente al 50,1% de Francia.
  • Tasa de paro total: 26,3% (en los últimos trimestre ha bajado algo, el índice toma un dato de 2014) frente al 10,4% del país galo.
  • Tasa de supervivencia en el sistema escolar (porcentaje de alumnos que se espera que lleguen a obtener el grado en Educación Secundaria; es otra forma de medir el fracaso escolar): 79,83% (puesto 80), más de uno de cada cinco estudiantes ni siquiera llega a este mínimo. En Francia, la cifra es del 99,19%, lo que le sitúa en el puesto 11.
  • Calidad de las escuelas primarias: 4,14 sobre 7, puesto 54. Francia tiene un 4,88 y el puesto 27.
  • Calidad del sistema educativo en su conjunto: 3,44 sobre 7, puesto 76. Francia obtiene un 4,38 para un puesto 32.
  • Tasa de desempleo 15-24 años: 57,9%, puesto 124 (último lugar en este súb-índice; en los últimos meses, Grecia nos ha superado). En Francia es del 15,6% que le vale para estar en el puesto 56.
  • Ni-ni (ni en empleo, ni en educación, ni en formación) entre los 15 y los 24 años: 18,6%, puesto 46. Nuestros vecinos tienen un 11,2% (puesto 25)
  • Incidencia de la infra-educación entre los 15 y los 24 años (trabajadores con menos formación de la demandada en su empleo o su sector): 11,2%, puesto 50. Aquí Francia está cerca, 9,5, puesto 44.
  • Formación en las empresas (compañías que admiten que ofrecen formación a sus empleados a lo largo de su carrera laboral y calidad de la misma): 3,72 sobre siete puntos, puesto 86. Francia tiene 4,47 y el puesto 28.
** Nota: para hacerse una idea de la situación en cada subíndice, hay que tener en cuenta que la muestra recoge 124 países. Como apuntamos, hemos escogido Francia para la comparación por cercanía y porque no es ni el mejor ni el peor de entre los grandes estados de la UE. Ni tiene notas tan bajas como Italia o Grecia ni tan buenas como los nórdicos. Tal y como ya hemos explicado, hay sub-índices en los que España tiene buenas notas, pero en casi todos los relacionados con el mercado laboral y la capacidad de integrar a las nuevas generaciones los resultados son similares a los apuntados aquí. Para el que quiera ver con más detalle los resultados, el informe está en este enlace y el capítulo dedicado a España en las páginas 276 y 277.

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