"Su hija llegó a casa contando que el profesor de Filosofía y Ciudadanía -la versión de Educación para la ciudadanía para Bachillerato- comenzó la clase con la intención de que se significasen públicamente los alumnos católicos. Les dijo: Que levanten la mano los que van a misa. Unos cuantos la levantaron, y otros se negaron porque dijeron que las creencias pueden hacerse públicas o no, y que nadie podía exigir que lo hiciesen. Como eran mayores, supieron ver la intención del profesor, al poner al descubierto quiénes eran católicos, para encasillar su opinión en los debates que hiciesen en clase.
La madre nos pidió consejo con el curso empezado, porque desde ese momento quiso objetar. Un caso parecido fue el de otros padres que decidieron objetar a mitad de curso, cuando la profesora de EpC explicó la creación diciendo que, cuando el hombre descubrió su conciencia, fue expulsado por Dios del paraíso, para sugerir que los que creían en Dios tenían la conciencia adormecida".
A pesar de lo extenso de este primer párrafo, estamos seguros de que el lector habrá terminado de leer -quizá con preocupación- estas palabras en las que, doña Caridad Navarro, de Concapa-Albacete, esboza los casos de padres que acuden a su asociación, preocupados por los excesos de ciertos profesores de Educación para la ciudadanía que, amparados en manuales más que dudosos, no dudan en poner en la picota a los alumnos objetores e incluso a los católicos. Es el caso de padres como don Alejandro Campoy y su mujer, doña Mónica García, miembros de Concapa-Toledo y primera familia objetora de toda España.
Como señala don Alejandro, "en nuestro caso, la dirección del centro no nos puso pegas, y en la APA hubo padres que nos apoyaron e incluso terminaron por objetar. Otras APAS lo han tenido más difícil, porque están en primera línea. Si el centro te apoya, es más fácil, pero si obstaculiza la objeción, los padres y los alumnos lo pasan muy mal, porque están metidos de lleno en la boca del lobo". Campoy recuerda que "los padres objetores tenemos una responsabilidad aún mayor hacia nuestros hijos. Aunque en principio no pueden suspender a los objetores, hay que cubrirse las espaldas, y por eso los niños tienen que aprobar el resto de asignaturas. Nosotros tenemos que vigilar su estudio, repasar con ellos, ayudarles con los deberes..." Y añade un consejo: "Aunque el centro diga que adapta la asignatura, es mejor que los padres no se fíen. Estamos a tiempo de objetar, porque los manuales esconden contenidos que pueden ir contra los valores morales que los padres quieren para sus hijos".
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