martes, 8 de agosto de 2017

Un estudio demuestra el vínculo entre la pobreza infantil y la desestructuración familiar

La doctora neozelandesa Lindsay Mitchell, ha escrito un informe sobre la pobreza infantil y sus vínculos con la desestructuración de la familia tradicional.

Imagen del estudio de la doctora Mitchel
Imagen del estudio de la doctora Mitchel
La doctora neozelandesa Lindsay Mitchell, ha escrito un informe sobre la pobreza infantil y sus vínculos con la desestructuración de la familia tradicional. Este informe, llamado Pobreza Infantil y Estructura Familiar: ¿Qué nos dice la evidencia?, la doctora relata las conclusiones sobre el estudio realizado sobre la pobreza infantil en Nueva Zelanda.
En Nueva Zelanda, pese a que las familias son cada vez más pequeñas, los padres más mayores y las madres tienen mejores oportunidades de trabajo, la pobreza infantil ha aumentado significativamente desde 1960. En 1961 el 95% de los niños había nacido en el seno del matrimonio, mientras que en la actualidad este porcentaje ha caído al 52%.
En 2015, el 27% de los nacimientos registrados fueron de familias cuyos padres convivían sin estar casados. El riesgo de la separación de los padres, antes de que el niño cumpla cinco años, en este tipo de parejas es hasta seis veces mayor que en una familia con padres casados.
Los ambientes familiares donde los padres viven junto con sus hijos, sin formalidades, son cada vez menos estables y, por tanto, duran menos. Este tipo de padres suele ser económicamente más débiles que los padres casados, y forman un grupo intermedio entre los solteros y los casados.

Los hijos de padres solteros, los más pobres

Las familias monoparentales representan el 28% de las familias neozelandesas con hijos a su cargo. En el estudio se indica que las familias con padres solteros son las más pobres de la sociedad neozelandesa.
El 51% de los niños que viven en una situación de pobreza pertenecen a familias de padres solteros, que tienen las tasas de propiedad de vivienda más bajas y los ratios más altos de deuda del país.
Este tipo de niños tiene que vivir en una pobreza persistente, de la que es difícil salir debido a lo limitadas que están sus oportunidades y opciones. Muchos de estos pequeños no tienen registrado ni siquiera el nombre de sus padres y un 15% vive en una dirección diferente al domicilio de su madre.
La desestructura familiar incentiva la pobreza infantil
Las tasas de pobreza más altas de los niños se reflejan sobre todo en el creciente número de familias con padres solteros y familias inestables que no están casadas. La rápida evolución de la estructura familiar ha contribuido significativamente a aumentar la desigualdad en los ingresos.
La pobreza infantil culpa principalmente a los bajos salarios, al desempleo, a los costes cada vez más altos de la vivienda y unos beneficios de seguridad social inadecuados. Sin embargo se ha prestado poca atención a la estructura familiar.
A pesar de que el matrimonio es la mejor protección contra la pobreza infantil, se ha convertido en algo que, socialmente, no está de moda. Sin embargo, tal y como dice Mitchell en su estudio, “si hay voluntad para resolver la pobreza infantil, hay que aceptar el origen del problema”.

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