Marina plantea una carrera para ser profesor que dure siete años y no cinco, similar a la de los médicos.
El filósofo y catedrático José Antonio Marina ya ha entregado el Libro Blanco de la Profesión Docente -que le fue encargado por Íñigo Méndez de Vigo- al Ministerio de Educación. En total, son veinte propuestas y lo firma Marina junto a dos colaboradores: Carmen Pellicer, pedagoga, escritora y experta en formación y evaluación docente; y Jesús Manso, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y experto en formación inicial del profesorado.
"El Libro Blanco no es un esbozo de Ley de Educación, no es tampoco un Estatuto de la Función docente, es solo un estudio del papel que los docentes debemos asumir en la revolución educativa que el mundo está viviendo", señalan sus autores, que añaden que debería ser el comienzo de un debate sobre la profesión docente dirigido, por una parte, a"favorecer un pacto de Estado sobre Educación" y, por otra, a elaborar el Estatuto de General de la Profesión Docente, del que se derivaría el Estatuto de la Función Docente.
Sobre este pacto por la Educación, Marina -el pasado jueves en un debate con el dirigente de Ciudadanos, Luis Garicano- señaló que su objetivo es mantener la Lomce hasta que llegue este Pacto de Estado, que debería ser rubricado en un año. Garicano apostó más fuerte: Yo me comprometo a hacerlo pero en cien días", los primeros cien días de legislatura, porque lo que "no se hace en ese tiempo no se hace". Marina también lo vio viable.
En este documento, sus autores reivindican la profesión:- "consideramos que la docencia es una profesión que exige una alta cualificación y que para que cumpla mejor sus objetivos deberíamos atraer hacia ella a las personas más competentes y comprometidas". Precisamente, a raíz del último informe de la OCDE sobre el Panorama de la Educación en 2015, Libertad Digital se puso en contactocon cuatro expertos para que dieran su opinión de por qué en nuestro país los mejores estudiantes no se decantan por los estudios de magisterio.
Marina, para conseguirlo, propone dar a conocer la labor que realizan los mejores docentes; mejorar sus condiciones laborales o "diseñar una profesión que permita progresar, reconozca el mérito y anime a la excelencia".
La carrera docente
¿Y cuál sería el nuevo diseño que propone? Una carrera docente similar a la de los médicos en España, que dure siete años, dos más que en la actualidad, y con procesos selectivos y prácticas remuneradas. Asimismo, propone evaluaciones a los docentes, que tengan consecuencias en el desarrollo de la carrera y en la retribución.
Marina y sus colaboradores indican que en la formación del profesorado puede optarse por abrirla a todo el mundo y seleccionar al final del proceso, como ocurre en la actualidad, o por seleccionar al principio, que, a su juicio, "es la mejor solución, porque la formación de alto nivel es cara, y no puede estar masificada". Así quedaría diseñada:
1. Formación de grado
2. Prueba de selección, de nivel nacional, para ingresar en el proceso de profesionalización y especialización docente, que tendría tres años de duración.
3. Máster teórico-práctico de un año de duración, impartidos en una red de Centros Superiores de Formación del profesorado, diseñados de acuerdo con las comunidades autónomas, que trabajarían de manera coordinada con el Consejo Pedagógico del Estado, y que estarían también encargados de la formación de directores e inspectores, y de la formación continua.
4. Pruebas nacionales de acceso a esos Centros superiores entre graduados, por áreas de conocimiento. Esta prueba sería homogénea en todo el país. En función de la nota obtenida, el estudiante podría elegir un Centro Superior de Formación. Los 25% mejores, serían becados y en caso de que eligieran un centro situado en una ciudad distinta a la suya esa beca incluiría los gastos de residencia y manutención.
Una vez superado el curso de manera satisfactoria, el alumno ejercería de profesor en prácticas, bajo la dirección de un profesor tutor. Estas prácticas tendrían una duración de dos años. Al ser Docentes En Prácticas (DEP), tendrían una reducción de carga lectiva y un "programa adecuado de mentorización". Recuerdan los autores del Libro Blanco que "están en el centro para aprender, no para cubrir una plaza". Recibirían un salario adecuado. Después, aquellos que quisieran opositar para conseguir su plaza se someterían a un examen final.
Marina y sus colegas advierten de que tanto los centros seleccionados para impartir formación como los tutores que han de acompañar a los profesores en prácticas "deberán serlo por sus méritos, cuidadosamente evaluados en su desempeño, y sus maestros y profesores recibirán el reconocimiento y los incentivos adecuados a la importancia de su tarea".
Las evaluaciones
Otra de sus propuestas, y que es la que más oposición despierta entre los sindicatos de profesores, es la de las evaluaciones. "Todos los docentes, de todos los niveles y cuerpos, deberán ser evaluados periódica y sistemáticamente", afirman. En esa evaluación se tendrán en cuenta los resultados del centro; el progreso educativo de los alumnos; la observación del docente en el aula, y el currículo del profesor, siempre teniendo en cuenta las condiciones de dificultad del centro y de su entorno. Pero, además de estos "criterios fundamentales", el Libro Blanco propone otros cuatro complementarios: la opinión de los alumnos; la relación del docente con las familias; la participación del maestro en las actividades del Centro y la evaluación por parte del claustro.
"La evaluación -afirman convencidos- servirá para mejorar el desempeño docente, y también tendrá relevancia para el progreso de su carrera profesional, y para su retribución". Marina pone como ejemplo Singapur -uno de los países, por cierto, mejor parados en las ránkings internacionales o los informes de la OCDE-, donde los profesores consideran un honor que les trasladen para dar clase a un grupo marginal de estudiantes. "El ideal a conseguir es que los docentes más capaces vayan a los centros más conflictivos", señala.
El director, "buen administrador y líder educativo"
La figura del director es crucial para Marina, por lo que propone fortalecerla así como a los equipos directivos. "Hay obstáculos que dificultan esa tarea, como la excesiva movilidad del profesorado y, en especial, el elevado número de docentes interinos", lamentan. Por eso, tanto Marina como Pellicer y Manso piden más autonomía real para los centros y sus equipos directivos, que puedan determinar las características de las plazas vacantes, que puedan seleccionar a su equipo.
Plantean también que el director se acompañe de ungerente (encargado de la organización de los horarios, de las extraescolares...) y de un jefe de estudios (encargado de los procesos de aprendizaje). Los directores deberían ser seleccionados entre los docentes con experiencia en el aula y tendrían que aprobar un curso de formación.
Los sindicatos, a cuestiones laborales
El pedagogo y catedrático de instituto propone también que los sindicatos de enseñanza se centren en defender los intereses laborales de los profesores y no a los contenidos y responsabilidades educativas de la profesión, que, a su juicio, deberían ocuparse los colegios profesionales.
Consideramos que la representación de los docentes debería hacerse por dos vías, una que atendiera más a los contenidos y responsabilidades educativas de la profesión y otra que defendiera sus intereses laborales. De la primera se encargarían, como ocurre en otros países y en otras profesiones, los colegios profesionales, mientras que la segunda sería competencia de los sindicatos", sostiene este experto en su propuesta de Libro Blanco que le ha encargado el Ministerio de Educación, publicado este lunes.
También, la creación de un Consejo Pedagógico del Estado presidido por el Rey que recoja las mejores prácticas y las innovaciones que mejor funcionen.
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