El Papa Francisco ha advertido a los colegios españoles de que si excluyen a los padres así como sus creencias y valores están realizando «una amputación grave» en la educación de los niños. Así lo indica el Pontífice en una carta enviada al presidente de la Comisión Episcopal de Enseñanza, monseñor César Franco, con motivo del XIII Congreso de Escuelas Católicas que se celebra desde este jueves en Madrid.
«Si la escuela prescinde o, peor aún, excluye a los padres, sus creencias, sus valores, su patrimonio espiritual y moral, estaría realizando una grave amputación en la educación de los niños privándolos de una dimensión esencial para sus vidas», alerta el Santo Padre en la carta que han leído durante el congreso y en la que se dirige a padres, alumnos, profesores y personal no docente de los centros educativos católicos de España.
Concretamente, el Papa destaca «el papel de los padres y de toda la familia en la escuela» porque, según precisa, educar es también «un acto de amor» y «son ellos los que tienen el derecho y el deber de educar a sus hijos».
Asimismo, pide que los profesores de las escuelas católicas sean «profesionales» pero, sobre todo, «coherentes» y espera que este sea el aspecto «distintivo» de estos colegios. «Los niños y jóvenes tienen derecho ciertamente a recibir una educación de calidad impartida con competencia y profesionalidad pero sobre todo necesitan una educación de calidad humana, moral y espiritual y para ello es imprescindible el testimonio y coherencia de los profesores, este debe ser un aspecto fundamental y distintivo de la escuela católica», subraya.
De esta forma, según apunta, los maestros pueden ayudar al niño a «crecer como persona» y abrirse a la realidad «no con actitud posesiva ni con prejuicios ideológicos sino con una mirada de asombro y respeto ante el misterio de la vida».
El Papa reconoce que hay «muchas dificultades y obstáculos» a las que se enfrentan los profesores «en este momento particularmente complejo de la historia» y, por ello, les agradece su «dedicación, compromiso, ilusión y generosidad».
Por otro lado, Francisco pide a las escuelas que no olviden educar a sus alumnos para que «luchen contra la cultura del descarte y la marginación» porque, según recuerda, educar supone también «abrirse a una amplia dimensión social» y, a su juicio, es «una obligación compartir con los pobres y necesitados el pan de la cultura».
En este sentido, ha puesto de relieve la «larga historia de amor, servicio y promoción que la escuela católica española siempre ha protagonizado en favor de los niños más pobres y desfavorecidos» y la ha alentado a ser junto a las familias, «cada vez más, taller de esperanza».
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