La muestra A Su imagen. Arte, cultura y religión, refleja los estrechos lazos que unen el arte, la cultura y la religión a lo largo de los últimos 10 siglos con figuras como Goya, Velázquez, El Greco, Murillo, Zurbarán, Rubens, Ribera, Gregorio Fernández y Berruguete, entre muchos otros. Hasta el próximo 12 de abril, el Fernán GómezCentro Cultural de la Villa, de Madrid, despliega unas 100 piezas procedentes de catedrales, iglesias y conventos, cedidas por diócesis de toda España e instituciones como los Museos del Prado y Reina Sofía, junto a la aportación de colecciones particulares.
Al abrir el álbum familiar, ante nuestros ojos desfilan cientos de instantáneas que nos anclan a nuestras raíces. Nos gusta vernos reconocidos en los rostros de quienes nos precedieron. En cierta forma, somos imágenes de aquellos que aparecen en los primeros párrafos de nuestra biografía. El versículo del Génesis que recoge el momento supremo de la creación, aquel en el que el ser humano se presenta ante el mundo como creado a imagen y semejanza de Dios, da título a la magnífica exposición a Su imagen. Arte, cultura y religión, que no sólo revisa el origen y los cimientos de la cultura occidental y su espiritualidad, sino que también demuestra el papel que la Iglesia ha desempeñado en la conservación de nuestro patrimonio, atesorado cuidadosamente en catedrales, monasterios, iglesias, ermitas y conventos. Casi todo el acervo cultural de Occidente arranca de ahí. De ese primer momento en el que comenzó a escribirse la historia más grande de la Humanidad, y que aún hoy sigue provocando asombro.
Asombro es precisamente lo que produce esta exposición, que se despliega en una sucesión de óleos, tablas, esculturas, códices y tapices, de una riqueza extraordinaria, difíciles de admirar en conjunto por su dispersión geográfica. Hace tres años, en vísperas de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, el entonces arzobispo, el cardenal Rouco Varela, pidió a un grupo de personas que organizaran una muestra en la que se reflejara «el papel tan relevante que ha ejercido la doctrina cristiana y la historia de la Iglesia en la formación de la cultura occidental». Aquel encargo se ha hecho realidad gracias, entre otros, a la Fundación Madrid Vivo, y al apoyo de la Conferencia Episcopal Española y del Arzobispado y Ayuntamiento de Madrid, junto a la colaboración de varias entidades privadas.
A lo largo de los siglos, la Iglesia se ha esforzado en narrar, a través de la belleza del arte, todo el relato de su historia. En muchas ocasiones, la fe nace de esa mirada a lo bello, a la belleza de lo creado. La herencia de Grecia y Roma nos llega impregnada por el cristianismo. Platón y Aristóteles se hacen aún más grandes gracias a santo Tomás y a san Agustín. Y de la misma forma, cada uno de los artistas que desfila por la exposición nos regala su genialidad a la hora de transmitir esos sucesos que forman parte de nuestra historia.
Maestros de la talla de Ribera, Rubens, Luca Giordano, Gregorio Fernández, Berruguete, Juan de Juanes, Valdés Leal, Joos van Cleve, Zurbarán, Murillo, El Greco, Velázquez, Van Dyck, entre muchos otros, son los responsables de que, por las salas del Centro Cultural de la Villa, vayan desfilando Abraham, Moisés, Sansón, Judit y Holofernes, Susana y los Viejos, David y Goliat, Betsabé, profetas y sibilas, ángeles y arcángeles… Y, por supuesto, la Sagrada Familia, los discípulos de Jesús, los Padres y Doctores de la Iglesia, en un recorrido no cronológico que abarca, desde el origen del hombre, hasta elApocalipsis y Juicio Final, sirviendo de eje vertebrador nada menos que el Cristo de los evangelios.
El apóstol san Pablo se encargó de recordarnos que Jesucristo es el auténtico protagonista de la historia relatada en a Su imagen: «Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura» (Col 1, 15). El carácter universal de la Iglesia aparece reforzado en el texto de monseñor Juan Antonio Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid y catedrático de Teología Dogmática: «No hay una Iglesia de Pedro y otra Iglesia de Pablo. La Iglesia es de Jesucristo». Dos grandes apóstoles que refuerzan la diversidad de carismas que existen en la Iglesia. A partir del siglo XVI, en los retablos españoles se procura ensalzar la dignidad papal, representando a san Pedro con atributos de Pontífice. Gregorio Fernández esculpe, hacia 1630, San Pedro en Cátedra, en el que resalta la humildad del primer Papa, retirando la tiara de su cabeza.
La exposición no se olvida de los Padres y Doctores de la Iglesia. Prueba de ello son algunas de las piezas seleccionadas para la muestra, acompañadas en el Catálogo por el texto de Patricio de Navascués, catedrático de Patrología de la Universidad Eclesiástica San Dámaso. La catedral hispalense ha cedido el retrato de San Isidoro de Sevilla, de Murillo (1655), que por primera vez se contempla a la altura de los ojos y no a quince metros del suelo. Velázquez pintó, en 1632, laTentación de santo Tomás, en el que uno de los ángeles premia al santo con un cíngulo blanco, símbolo de castidad.
Del Comisario de la exposición, el catedrático de Historia Medieval Isidro G. Bango, son muchos de los textos del Catálogo, entre ellos los dedicados al Apocalipsis y al Juicio Final. En su opinión, será difícil ver otra vez, reunida, una muestra tan asombrosa, de tanta calidad y variedad.
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