Como profesor desde Primaria a Universidad ¿qué causas subyacen en la indisciplina de los alumnos?
La indisciplina del alumno tiene muchas causas. La principal es que la escuela actual es víctima de sus buenas intenciones. Fomentamos más la espontaneidad del alumno que la seriedad (el desarrollo de la atención y la concentración intensiva). El alumno que se porta mal sabe que, en el fondo, es impune. Pero lo importante de la indisciplina es que consume toda la energía docente.
-En el sentido anterior, ¿por qué la apatía de los alumnos ante el aprendizaje?: ¿profesores?, ¿el sistema?, ¿responsabilidad de los padres?
Efectivamente, ¿por qué teniendo tantas posibilidades para aprender nuestros alumnos no quieren estudiar? Porque hemos hecho del antiintelectualismo una pedagogía de culto y porque la excelencia se ha quedado sin defensores.
-¿Qué opina sobre la educación diferenciada en los colegios?
Yo he llevado a mis hijos a escuelas mixtas. Y lo seguiría haciendo. Pero aquí lo que está en juego no son las decisiones de cada uno sino la posibilidad de decidir. ¿La elección de escuela por parte de las familias –una elección real, entre alternativas claramente definidas- forma parte o no de las libertades civiles? Añado que el único centro que conozco en el que las niñas estudian robótica es un centro diferenciado.
-Ud. alude al inconveniente de los padres superprotectores, porque añaden más estrés a sus cometido de padres y, por otro lado, chantajean a sus hijos para que cumplan los objetivos académicos, ¿qué sentido tiene este círculo vicioso?
Las cosas siempre suceden por algo. Lo que tenemos que preguntarnos es si no es necesario ocuparnos un poco menos de nuestros hijos para poder ocuparnos mejor.
-Con tanta protección, les queremos evitar el sacrificio y dolor habitual en la vida en vez de acompañarles en este recorrido, pero ¿no hemos madurado también nosotros en estos aspectos de la vida?
Sacrificio, dolor… ¿Por qué no hablamos de relajamiento, de humor y de la predisposición a aprender de nuestros fracasos?
-¿Falta actualmente algo tan simple y contundente como que los padres quieran incondicionalmente a sus hijos?, ¿por qué nos olvidamos de esta fundamental premisa educativa?
Para valorar la relevancia de la familia tenemos que preguntarnos qué es aquello que si no nos lo da ella, no nos lo da nadie más. Básicamente es el amor que recibimos de manera incondicional por ser quienes somos. A diferencia de la familia, en la sociedad se nos valorará por lo que sabemos hacer. Los padres no se han olvidado de la importancia del amor, lo que comienza a ocurrir es que lo practican de manera un tanto neurótica.
-¿En qué modo y medida cree que influyen en los estudiantes los mensajes pesimistas de los medios de comunicación sobre el futuro?
Lo que ha de darnos miedo es el presente: ¿por qué las cantidades enormes que hemos gastado en educación en las últimas décadas no han servido para amortiguar los efectos de la crisis? ¿No decimos que hay una relación directa entre inversión educativa y progreso económico? ¿Por qué en España esta relación se ha mostrado problemática? Mi sospecha es que nuestra escuela, en general, vive completamente de espaldas a sus resultados. A nadie parece interesarle realmente la relación entre el sistema educativo y el sistema productivo. Lo que ha de darnos miedo, en definitiva, es el escaso valor escolar del talento entre nosotros.Por eso nuestros jóvenes no quieren ser emprendedores, sino funcionarios.
-Como los chicos no son tontos, ¿por qué cuesta a los profesores reconocer sus errores?
Porque nos falta algo que podríamos llamar una “errorología”, una ciencia del error en la escuela. Un mal profesor se limita a poner un cero en una respuesta incorrecta de un alumno. Un buen profesor analiza la lógica que hay detrás de la respuesta incorrecta.
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