Invitado: Robert Cheaib
Cuando se trata de niños que mueren en nombre de una ideología que cree hacer la voluntad de Dios asesinando bebés, mujeres embarazadas, sacerdotes y ancianos, un periodista cristiano no puede ser profesional si no profesa su indignación, y si no intenta ser, no sólo un eco indiferente de los hechos, sino la voz que hace la diferencia; de ser voz de quien ya no tiene voz porque su grito ha sido sofocado por la violencia y ahogado por las lágrimas.
Muchas personas querrían dar una mano a los cristianos perseguidos en Iraq, pero a menudo se encuentran sin medios o sin ideas. La oración es sin duda fundamental, pero la verdadera oración se corona con la concreción. Por esto, la edición árabe de ZENIT ha decidido dar voz a personas implicadas de cerca en el drama iraquí, para escuchar de ellos no tantos sus gritos de desesperación, sino las propuestas de esperanza y los ecos de una resurrección posible para los cristianos crucificados de Iraq.
Para la privacidad y la seguridad de las personas que hemos interpelado, además de los familiares en Iraq, hemos preferido publicar sólo las iniciales.
El papel de los medios
El sacerdote iraquí A. N., amigo y compañero de estudio de los padres mártires Thaer y Wassim, nos escribe: “Como cristiano e iraquí pido a todos que se comprometan en hacer oir en todo el mundo la voz de los cristianos iraquíes usando la autoridad de los medios de comunicación, porque nuestros medios propios son limitados y pobres, y tenemos verdaderamente necesidad de un medio mediático fuerte y multilingüe para hacer llegar nuestra voz y nuestro grito a las autoridades gubernamentales internacionales”.
Explicó además que lo que se conoce de los sufrimientos de los cristianos en Iraq es solo una gota en un océano. Sus dramas no se limitan ciertamente a la tragedia de la iglesia de Saydet Al-Najat. Por esto invitó a dar a conocer “todos los violentos homicidios, masacres, persecuciones y raptos a los que los cristianos están diariamente expuestos” sin que atraigan los reflectores de los medios de comunicación. E insistió en decir que esta obra es “un testimonio necesario a la verdad, la única capaz de salvar al mundo”.
Los iraquíes en diáspora
Otra carta nos llega del sacerdote libanés padre A. F., comprometido desde hace varios años en la ayuda a los refugiados iraquíes, musulmanes y cristianos, en Monte Líbano. El sacerdote nos ha pedido que atraigamos la atención no solo hacia los cristianos presentes en Iraq, sino también al gran número de iraquíes, cristianos y musulmanes, olvidados desde hace diversos años en pequeñas naciones como el Líbano.
Son olvidados porque no son noticia o scoop, pero en realidad “son varios miles, y requieren un apoyo real tanto material como moral”. Miles de iraquíes han sido acogidos en los países vecinos y, en el caso del Líbano – como nos explicó el padre A. – hay serias dificultades para llevar adelante económicamente este compromiso asumido con gratuidad y generosidad.
Por tanto, lanza un llamamiento a las a grandes organizaciones humanitarias para que ayuden a las iglesias, a los conventos y a las pequeñas comunidades libanesas que desde hace años se dedican a ayudar a los refugiados iraquíes.
Crear futuro
La doctora W. W., activista humanitaria iraquí que ha perdido en el último atentado a siete personas amigas, describe así la situación: “los cristianos en Iraq están divididos entre quienes quieren resistir y quedarse, y quienes tienen miedo y quieren irse porque la situación se ha precipitado verdadera y gravemente”.
Y añadió: “Sé que la Iglesia desea que la gente no emigre, pero la situación ahora es mucho más grave que preservar la tradición y la civilización cristiana tan arraigada en esta tierra... estan en juego vidas de personas y no puedo imaginar que la Iglesia, que es madre y maestra, prefiera las piedras a las personas”. Desde aquí invita a todos los cristianos del mundo, y sobre todo en Occidente, a dar pasos concretos para crear futuro para los cristianos de Iraq, ayudándoles a transferirse a otros países: “Sabiendo que es utópico pedir a cada familia de Europa que adopte a una familia iraquí, sugiero algo más práctico: que cada parroquia adopte a una familia cristiana de Iraq, para permitirle volver a empezar con una vida digna.
Nueva difusión de la fe
Finalmente, el monje P. M. ha pedido a las autoridades internacionales y a las comunidades cristianas importantes que exijan a las naciones islámicas y a los musulmanes una denuncia abierta y clara de estos actos bárbaros, y a no permanecer como espectadores pasivos ante esta masacre “porque si lo rechazan verdaderamente lo deben denunciar abiertamente”.
Y junto a los pasos concretos, ha invitado a elevar la mirada hacia nuestra esperanza cristiana “pues la Iglesia comenzó así: después de Pentecostés llegó la persecución, y precisamente con la persecución se difundió la Iglesia”.
En este contexto, recordó que el Sínodo de los obispos para Oriente Medio celebrado en el Vaticano del 10 al 24 de octubre, ha sido comparado a un “nuevo Pentecostés”, y añadió: “precisamente, después de este nuevo pentecostés, se repite el mismo escenario antiguo y llega la persecución. Alegraos por tanto, queridos mártires, porque el Señor ha escuchado el grito de vuestra sangre, que será el fundamento de nuevas iglesias y la semilla de nuevos cristianos”.
Y citó un pasaje muy actual de san Ignacio de Antioquía, que escribe: “Por los demás hombres 'orad sin interrupción'. En ellos hay esperanza de conversión para que encuentren a Dios. Dejad que aprendan de vuestras obras. Ante su ira sed mansos, ante su megalomanía sed humildes, a sus blasfemias oponed vuestras oraciones; ante su error 'permaneced firmes en la fe'; ante su ferocidad sed pacíficos, no intentéis imitarles. En la bondad sintámonos hermanos suyos, intentando ser imitadores del Señor. ¿Quién más que él ha sufrido la injusticia? ¿Quién ha tenido más privaciones que él?”.
Y finalmente concluye diciendo: “Todo lo que podemos hacer es mostrar al mundo que el amor es más fuerte que la espada”.
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