La Iglesia debe buscar lenguajes nuevos y creativos para comunicar al hombre de hoy la belleza de la fe y de la vida cristiana.
Lo afirmó Benedicto XVI este sábado al recibir en audiencia en el Vaticano a los participantes de la asamblea plenaria del Consejo Pontificio de la Cultura.
Al principio de la audiencia, intervino el presidente del dicasterio vaticano, el arzobispo Gianfranco Ravasi.
El futuro cardenal explicó que durante la plenaria se han repasado los diversos itinerarios de la comunicación: “desde el lenguaje artístico y musical al juvenil, del rito a la red informática y televisiva, de los lenguajes y de los 'iconos' virtuales a los signos materiales, de los símbolos litúrgicos al testimonio personal y existencial”.
Por su parte, el Papa destacó que la comunicación es “uno de los nudos cruciales de nuestro mundo y de sus culturas”.
Por eso, indicó, es tarea del dicasterio vaticano para la cultura, “ponerse a la escucha de los hombres y de las mujeres de nuestro tiempo, para promover nuevas ocasiones de anuncio del Evangelio”.
Frente al ambiente de “profunda transformación cultural” caracterizado por nuevos lenguajes y nuevas formas de comunicación”, señaló, “los pastores y los fieles advierten con preocupación algunas dificultades en la comunicación del mensaje evangélico y en la transmisión de la fe, dentro de la propia comunidad eclesial”.
Además, continuó, “los problemas parecen a veces aumentar cuando la Iglesia se dirige a los hombres y a las mujeres alejados o indiferentes a una experiencia de fe, a los cuales el mensaje evangélico llega de manera poco eficaz y convincente”.
Por eso, “en un mundo que hace de la comunicación la principal estrategia”, la Iglesia “no permanece indiferente”, sino que busca “valerse con renovado empeño creativo, pero también con sentido crítico y discernimiento atento, de los nuevos lenguajes y de las nuevas modalidades comunicativas”, afirmó.
De hecho, “la incapacidad del lenguaje de comunicar el sentido profundo y la belleza de la experiencia de fe puede contribuir a la indiferencia de muchos, sobre todo los jóvenes” y “puede convertirse en motivo de alejamiento”.
“La Iglesia quiere dialogar con todos, en la búsqueda de la verdad -recordó el Papa-; pero para que el diálogo y la comunicación sean eficaces y fecundos es necesario sintonizarse en una misma frecuencia”.
Para hacerlo, la Iglesia puede acudir al “extraordinario patrimonio” de símbolos e imágenes de su tradición, indicó.
Y señaló que, en particular, “el rico y denso simbolismo de la liturgia debe resplandecer en toda su fuerza como elemento comunicativo, hasta tocar profundamente la conciencia humana, el corazón y el intelecto”.
“La tradición cristiana, además, ha unido siempre estrechamente a la liturgia el lenguaje del arte, cuya belleza tiene una particular fuerza comunicativa propia”, explicó.
Y destacó, para ilustrarlo: “Lo experimentamos también el pasado domingo, en Barcelona, en la basílica de la Sagrada Familia, obra de Antonio Gaudí, que conjugó genialmente el sentido de lo sagrado y de la liturgia con formas artísticas modernas y a la vez en sintonía con las mejores tradiciones arquitectónicas”.
“Con todo -precisó-, más incisiva aún que el arte y que la imagen en la comunicación del mensaje evangélico es la belleza de la vida cristiana”.
“Al final , sólo el amor es digno de fe y resulta creíble -constató-. La vida de los santos, de los mártires, muestra una singular belleza que fascina y atrae, porque una vida cristiana vivida en plenitud habla sin palabras”.
Por eso, concluyó, “necesitamos hombres y mujeres que hablen con su vida, que sepan comunicar el Evangelio, con claridad y valor, con la transparencia de las acciones, con la pasión gozosa de la caridad”.
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