viernes, 4 de junio de 2010

España, la mayor guardería de Europa

INVITADO: José Penalva

El actual ministro de Educación sigue empeñado en afianzar a España como la mayor guardería de Europa. España aporta toros, sol y playa a la UE. Y ahora, gracias al paradigma Logse-Loe -y sobre todo merced a sus profetas-, es también una guardería para todos.
Gabilondo -el hermano- sigue anunciando la buena nueva logsiana: “Es discriminatorio -dice ahora- que se haga al alumno repetir curso”. Traducido al Román Paladino: más facilidad, mayor flexibilidad, más Autonomía Escolar… hasta que hagamos de España la mayor guardería de Europa. Y que sigan investigando ellos.

Los pedagogos que pasan a Gabilondo las fichas que tiene que pronunciar ante las cámaras siguen considerando el paradigma Logse como una exitosa realización de la utopía de “escuela para todos”. Por eso, y según estos pedagogos, no hay razón para quejarse del “fracaso escolar”: la escuela actual –dicen- es mejor hoy, porque todos están escolarizados (cf. J. M. Esteve). Y, fiel al espíritu logsiano, siguen con el dogma de la inocencia del infante, de la bajada de niveles, y la obligación de que el profesor se adapte al contexto y mentalidad del alumno, sobre todo para evaluarlos (cf. E. Martín). Y siguen pasándole fichas al Ministro, y tan felices: “Porque nosotros somos progresistas y defendemos la igualdad”.

Sin embargo, la igualdad social real se conseguirá sólo si se ofrece una educación cualificada y a la altura del mercado laboral. No es “una” asignatura (llámese “educación para la ciudadanía”, o como la quieran renombrar los peperos) la que hará que exista más igualdad, por ejemplo, entre hombres y mujeres, sino un buen sistema educativo. En una sociedad como la nuestra, donde el 75% de las mujeres casadas dependen económicamente del marido, sólo se consigue una igualdad real si se le facilita la independencia económica. Sólo así tendrá la posibilidad real de no estar sometida.

Y para ser económicamente independiente hay que tener un trabajo digno. Y es evidente que éste no se consigue sin una buena formación. No hay que ser de ningún partido político para ver esto. Sólo hay que tener sentido común. No es conservadurismo exigir que la educación no renuncie a formar buenos profesionales (además de buenos ciudadanos). Sin un trabajo digno no hay integración social, ni participación política y, por tanto, no hay real ejercicio de ciudadanía, además de que se impide el desarrollo de la autoestima, de la autonomía personal y del bienestar.

El paradigma logsiano, motor de desigualdad social

Han sido los discursos de los pedagogos áulicos de bellas palabras y mejores intenciones -aglutinados en el paradigma logsiano- los que se han auto-erigido en defensores únicos de la igualdad social. Desde ese pedestal se han dedicado a parchear la sociedad: asignaturas de Educación para la Ciudadanía, Ministerios de Igualdades, etc. Al mismo tiempo, esos marches y paños calientes han sido cortinas de humo mediático para desviar la atención de los verdaderos problemas: el progresivo aumento de la desigualdad social.

El paradigma logsiano ha servido como coartada ideológica para propiciar que en nuestro país exista una división real entre “escuelas de segunda” (escuelas públicas y privadas, de clase media-baja) y “escuelas de primera” (escuelas privadas y públicas, de clase media-alta). Las pocas escuelas de primera forman la elite, los “números uno” que accederán a las altas instancias de las empresas, de los bancos o de la política, mientras que las gran mayoría de escuelas de segunda, con escasos recursos y con unos profesores desautorizados por los “expertos” y por los padres de los alumnos, se dedican a formar a la “gran masa social”, la burocracia de las empresas, bancos y gobiernos, la masa de mediocridad que toda sociedad necesita para ser gobernada con docilidad.

La ideología de los dogmas logsianos ha servido para justificar el proceso de desigualdades sociales. De ese modo, el sistema educación español se ha dividido en dos tipos de escuelas: unas pocas escuelas que forman a la elite (en escuelas de primera), y una inmensidad de guarderías (las escuelas de segunda). Gracias a los dogmas logsianos, hoy las escuelas son los nuevos asilos de beneficencia. La realidad que Don Benito reflejaba en su obra Misericordia, la España de finales del XIX y principios del XX poblada de pobres y de centros de beneficencia y la conciencia social de querer hacer de nuestro país un asilo sin fin y no de una radical reforma, se ha reproducido en la España de finales del XX y principios del XXI. Ahora los asilos de beneficencia son las escuelas, esos centros que sirven para lavar la conciencia de los nuevos ricos, de la clase (auto-denominada) progresista, mientras llevan a sus hijos a “las escuelas de primera”.

Parafraseando a Don Benito: Al paso que vamos, pronto seremos la más grande guardería de Europa. Poco queda para que se cumpla la profecía. Estamos ya en segundo lugar del ranking y pronto venceremos.

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