Esta Revolución cultural es denominada “Transversalidad de Género”.
Transversalidad significa coger un concepto y crear una cultura dominante en la sociedad, a través de una acción política activa: creando el nuevo “género-persona”. Antes de una reinterpretación, género era un término gramatical que describía el rasgo de una palabra como masculina, femenina o neutra, mientras sexo significaba la identidad masculina o femenina de un hombre y una mujer. La perspectiva del género es abolir dicha identidad. La cual encierra en si misma un sistema de creencia que afirma que la diferenciación entre los dos sexos es sólo una construcción de la sociedad. Las diferencias biológicas no tendrían significado para la identidad del ser humano ni su orientación sexual, de manera que el “sexo social” podría ser diferente al sexo biológico. Escoger cada uno su propio sexo y orientación sexual pertenecería a la esfera de la libertad individual de cada ser humano. No habría sólo dos sexos, sino que al menos habría seis, hombre y mujer, y cada uno en versión heterosexual, homosexual y bisexual. Todo ello es crear un ser humano “emancipado” de la naturaleza.
Esta contorsión de la verdad, haciendo caso omiso a la naturaleza, tiene antecedentes en el relativismo, el cual niega la perceptibilidad de la verdad objetiva: La utopía de Marx y Engels de una sociedad sin clases la cual va dirigida a la igualdad entre todos los ciudadanos, también tiene sus raíces en esta ideología. Engels escribió: “El primer antagonismo de clases de la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre hombre y mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por otra, con la del sexo femenino por el masculino”. Simona de Beauvoir no estaba satisfecha con la lucha por la igualdad entre hombre y mujer, pero trató de negar la esencia del hombre y la mujer en su sexo biológico. Formuló la famosa frase “la mujer no nace, se hace”. En nuestros días se niega la relevancia existencial, social y cultural de la identidad biológica de nuestro sexo, a través de la ingeniería social y de la aniquilación de la identidad del hombre y la mujer que históricamente ha sobrevivido durante miles de años, a través de revoluciones culturales.
Cuando la identidad biológica de un hombre y una mujer es quebrantada, no hay nada que impida la destrucción de los roles sociales y de las instituciones. Como no existe ámbito en la sociedad que sea libre de la influencia de la sexualidad bipolar, todas los ámbitos son susceptibles de ser demolidos: matrimonio, familia, paternidad, maternidad, educación, lenguaje, trabajo, cultura, religión. Esto es lo denominado “deshacer el género”.
En la cuarta conferencia sobre la mujer de las Naciones Unidas, celebrada en Pekín en 1995, se creó una “plataforma de acción”, la cual no es vinculante de acuerdo con el derecho internacional, pero que fue firmada e implementada por 191 países a través de concretas fases políticas durante los 10 años siguientes. Uno de los objetivos importantes era la paridad de hombres y mujeres en todas los ámbitos de la sociedad. Las mujeres deberían ocupar el cincuenta por ciento de los puestos de responsabilidad en todos los ámbitos sociales, de trabajo, etc, y los hombres deberían ser forzados a dedicar la misma cantidad de horas que las mujeres al cuidado de los hijos. El deseo genuino de la igualdad de oportunidades se contorsionaría en contra de la de la identidad femenina a través de una forzada igualdad de facto. La diversidad se está reinterpretando como desigualdad, y la desigualdad como injusticia.
A la ideología no le importa la visión personal que pueden tener los hombres, las mujeres y los niños. Palabras como matrimonio, familia, madre, padre o hijos, no han formado nunca parte de los documentos de la “plataforma de acción”. La Transversalidad de Género impone a cada mujer el ideal de una mujer empleada sin cargas familiares. El Tratado de Amsterdam de 1999, aprobado por la Unión Europea, en sus artículos 2 y 3, alude a la “igualdad entre hombre y mujer” y a la “eliminación de desigualdades”; el Tratado de Niza en la carta de derechos básicos (artículo 23), ya indicaba como objetivo la “igualdad del hombre y la mujer”. Pero el hombre y la mujer no son iguales (Hombre y mujer tienen diferencias naturales que no les hacen idénticos).
El 11 de enero de 2006, el Parlamento Europeo adoptó una “Resolución sobre la homofobia en Europa” (B6-0025/2006). La homofobia como “la aversión a los homosexuales, lesbianas, bisexuales y transexuales” es situada a la misma altura que el racismo, xenofobia y antisemitismo. Cosas desiguales, son equiparadas del mismo modo. La sexualidad pertenece (a diferencia de la raza, statuts migratorio, religión) a la esfera de la normativa de la moral, sobre la que, viviendo en una sociedad libre, cada uno debería ser libre para decidir. La resolución continúa, “hace falta más acción en la Unión Europea y a nivel nacional de cada país miembro para erradicar la homofobia”, a través de “métodos educativos –tales como las campañas contra la homofobia en los centros escolares, en las universidades y en los medios de comunicación–, así como utilizando medios administrativos, judiciales y legislativos”. Esto criminaliza cualquier oposición a una homosexualización activa de la sociedad.
El proceso triunfal de la Transversalidad de Género desde 1995 no tiene par. En la mayoría de universidades de los países de occidente, la teoría de género es objeto de enseñanza. Existe en todas las instituciones gubernamentales un agente de género. Muchos fondos procedentes de la Unión Europea y de los estados miembros van a parar a proyectos de género. La verdadera batalla se está librando de cara a la próxima generación. En este contexto, la educación sexual juega un rol vital. Los niños de las escuelas de educación primaria, están siendo animados a tener experiencias sexuales tempranas a través de palabras y fotografías de los programas de estudios, y están siendo entrenados en ser expertos en asuntos como la anticoncepción y por supuesto, en el aborto como opción nada problemática.
La ideología de género es una vuelta hacia la Ilustración, con su ideal de racionalidad científica. El “aspecto científico” de la teoría de género está basado exclusivamente en el hecho de que sus exponentes, casi todas mujeres, ostentan cargos universitarios. No hacen caso de los resultados de investigaciones sobre el cerebro, la sociología, psicología, las cuales muestran una innegable diferencia entre el hombre y la mujer, y la necesidad de la complementación entre ambos.
El carácter ideológico de la Transversalidad de Género se desvela en sus contradicciones. El género lucha contra el matrimonio hombre-mujer, pero legitima la cohabitación homosexual hasta llevarla al estado matrimonial. El género batalla contra la familia, pero en cambio legitima el derecho de los homosexuales a adoptar niños. El género expresa la libertad de cada uno para escoger su sexo, y orientación sexual, y quiere eliminar cualquier información y posibilidades terapéuticas para cambiar la inclinación homosexual.
La Transversalidad de Género es una revolución cultural, que reclama la destrucción de la familia, y oscurece por lo tanto aún más el futuro de las próximas generaciones.
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