sábado, 31 de octubre de 2020

《SUEÑO CON UNA ASIGNATURA [de Religión] QUE RESPONDA A NUESTRA SOCIEDAD, PLURAL Y MULTICULTURAL》

■■ Entrevista (para Religión y Escuela) a Alfredo Sepúlveda, secretario general del sindicato de profesores de religión USIT-EP que aglutina tanto a docentes católicos como evangélicos. En relación a la propuesta que la CEE ha elevado al Ministerio de educación considera que no es ajena al profesorado, por lo que la actuación de la CEE es más que arbitraria al no haber comunicado al colectivo ese planteamiento que, desconociendo los detalles, me parece descabellado: podría ser el inicio del fin. No tengo esperanza de que salga nada positivo para la asignatura de Religión, porque en este Gobierno prima más la ideología que la educación■■

》Por Iván Pérez Del Rio el Oct 27, 2020 44 0

En 42 años hemos tenido siete leyes educativas y vamos camino de la octava. Desde las primeras elecciones democráticas del 77 hasta hoy, ningún gobierno ha sido capaz de consensuar un gran pacto educativo, más allá del intento casi exitoso del ministro socialista Ángel Gabilondo. En todos estos años, en el vaivén de una Ley a otra, el papel de la asignatura de religión siempre ha sido uno de los principales focos del debate: obligatoria o no, con asignatura espejo o no, computable y evaluable… En la actualidad llegamos a un proyecto de Ley, el de la LOMLOE, donde ni tan siquiera se ha escuchado a los docentes y que toma la forma de una especie de imposición en la que el diálogo con la comunidad educativa está ausente. Religión, de nuevo, vuelve a estar en entredicho. Por una parte, España adolece de un gran pacto educativo por una falta de voluntad política, por otra, la asignatura de religión ha sido usada por unos y por otros como rasgo ideológico. Si los fundamentos no están claros, en este caso el pacto y el diálogo, es muy difícil que lo que salga de ahí no tenga siempre la ideología como criterio.
Alfredo Sepúlveda es un hombre de pacto. A lo largo de esta entrevista repite una y otra vez esa necesidad de un gran pacto educativo, una “alianza educativa amplia para formar personas maduras”, en la que la asignatura de religión sea tratada con la dignidad y la adultez que se merece. Abierto además a una Religión amplia, una asignatura de Fenomenología de las Religiones o Historia de las religiones, extensible al conjunto del alumnado, que sirva como respuesta “a nuestra sociedad pluralista y multicultural, en la que con la libertad de creer se proteja y garantice el derecho a conocer el hecho religioso y las convicciones.”
□● Recorrido biográfico
《Nací en Madrid, aunque fijé mi residencia temporalmente en otros lugares, incluso en el extranjero. Estudié la licenciatura en Teología en las Universidades Pontificas Lateranense y de Salamanca; también estudié Derecho y alcancé el grado de doctor con la tesis: El régimen jurídico laboral de los profesores de Religión católica en los centros públicos de enseñanza.
He publicado el libro Profesores de Religión: aspectos históricos, jurídicos y laborales. También colaboro en revistas especializadas sobre este mismo tema. Soy abogado laboralista ejerciente del sindicato, y estoy titulado como abogado de la Rota española.
Comencé la docencia de la Religión en octubre de 1988 en el IES Parla II, ahora Manuel Elkin Patarroyo, donde desarrollé mi actividad docente. Estoy casado y actualmente trabajo en el IES José de Churriguera de Leganés. En la actualidad estoy a jornada completa en funciones sindicales, pero de esta etapa guardo muy buenos recuerdos.》
■ ¿Cómo llegaste a ser profesor de religión?
《Fue algo casual. Como mucha gente de mi época (no existía todavía la Diócesis de Getafe), con 24 años y después de terminar la Teología acudí a la Delegación de Enseñanza de Madrid, y a los pocos días se me adjudicó el centro de Parla》.
ASIGNATURA DE RELIGIÓN
■ Los retos principales de la asignatura de religión
《La asignatura de Religión se ha ido afianzando en el sistema escolar buscando, dentro de sus peculiaridades, la igualdad con el resto de asignaturas, pero también es cierto que la polarización que existe en la sociedad española se agudiza en este campo entre partidarios y detractores de la presencia de la asignatura en la escuela pública. El reto inmediato y actual es la continuidad de la asignatura y de sus trabajadores, los docentes de Religión, pero a medio o largo plazo, sin enconamientos, propugnamos un gran pacto de Estado y una nueva configuración de la asignatura en la línea de «Los Principios Orientadores de Toledo sobre la enseñanza acerca de las religiones y creencias en las escuelas públicas» que indican la responsabilidad de cada Estado «no solo de abstenerse de interferir en estas creencia, sino también tomar medidas para proteger el derecho de todos los individuos y grupos a ejercer la libertad de religión y de creencia», es decir, que desde la neutralidad y la imparcialidad, el Estado tiene la posibilidad de establecer en las escuelas públicas la enseñanza general sobre las religiones y creencias: «que debe ser entendida como parte de una experiencia educativa de fundamento amplio》.
■ En España se da la situación que en cada comunidad autónoma, la asignatura de religión, tiene una carga horaria dispar. ¿Cómo se adapta el currículo a esta diferencia de carga horaria?
《Es difícil tomar en serio una asignatura con distintas cargas horarias según las CCAA, asignatura que no es optativa en sentido estricto, ya que su oferta es obligada y libre su elección. La última jurisprudencia del Tribunal Supremo sobre carga horaria de la asignatura de Religión, indica que: «No requiere una carga horaria determinada sino la necesaria para su enseñanza adecuada». Por ello nos dirigimos a la Conferencia Episcopal y les trasladamos la necesidad, no solo de implementar el currículo como es su obligación en una materia confesional, sino de ajustarlo y proponer una carga horaria. Si el currículo es el mismo en todo el Estado, la carga horaria debe ser, sin duda, la misma en todo el Estado. De ello se infiere, como ocurre en la actualidad que, en cada CCAA, el docente puede extender o suprimir el temario según la carga horaria de la asignatura. Una aberración pedagógica y curricular que solo obedece a intereses partidistas y no educativos》
■ Al hablar de innovación educativa, sobre la transformación digital de la escuela, ¿cómo innovar en la asignatura de religión?
《Es algo que como sindicato nos preocupa porque es imposible poner barreras a la educación digital, pero ello supone un cambio de mentalidad que, a veces, es difícil por la edad, acceso a recursos, u otros motivos. Debemos ser conscientes que, dentro de la presencialidad, debemos trasladar habilidades a los alumnos para que se adapten a los constantes cambios del entorno. Por ello, no solo es necesaria la formación del profesorado con procesos de aprendizaje adecuados, sino la creación de contenidos multimedia que estén realmente pensados para el aprendizaje, en este caso, de la Religión. Necesitamos que nos faciliten y nos enseñen recursos: plataformas, redes, sistemas y aplicaciones (app) que se puedan trasladar a las aulas. El docente debe dirigir ese aprendizaje hacia sí y hacia los alumnos estando siempre atento a la integridad y veracidad de los contenidos》
■ ¿Cómo se podría aterrizar el concepto de “Iglesia en salida” en la asignatura de religión?
《Tenemos que indicar que en USIT-EP no solo hay docentes católicos (indudablemente mayoritarios), sino también evangélicos. Dicho esto no nos sustraemos a la pregunta y recordamos que «La alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie». Así, como dice la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, una de las mayores amenazas «es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad». Esta realidad llevada a la asignatura de Religión, nos podría dejar en una aparente situación de asignatura desgastada. Pero lo cierto es que los docentes de Religión —y otros muchos—, son semilla cuando se involucran, acompañan, fructifican y festejan en su labor docente con sus alumnos. No hablamos de evangelizar o transmitir una fe, sino de cuando estos «lavan los pies a sus discípulos》.
■ ¿Cómo resuena en la asignatura de religión el “pacto educativo global” al que nos ha invitado el papa Francisco el 15 de octubre?
《Sinceramente, como pequeño sindicato nos queda muy lejos, nos gusta la música y la letra, pero nuestra función en el día a día es más prosaica, aunque compartamos y empujemos ¡cómo no! el llamamiento de Francisco a promover «los valores de cuidado, paz, justicia, bondad, belleza, aceptación de los demás y hermandad». Es necesario unir los esfuerzos por un pacto educativo amplio que forme a verdaderas personas: libres y adultas, superando las fragmentaciones artificiales que buscan la confrontación interesada》.
■ ¿Cómo sueñas la asignatura de religión dentro de 10 años?
《En lo que a mí respecta, me gustaría que existiese una asignatura de Fenomenología de las Religiones o Historia de las religiones impartida por los actuales docentes de Religión, y compartida por el conjunto del alumnado, en las que las religiones o iglesias fijasen sus propios contenidos en el currículo, y que sirviese como respuesta a nuestra sociedad pluralista y multicultural, en la que con la libertad de creer se proteja y garantice el derecho a conocer el hecho religioso y las convicciones》.
VIDA SINDICAL
■ ¿Cómo llegas al sindicato USIT-EP?
Fue una nueva creación sindical de un grupo muy numeroso de docentes de Religión de Madrid en el año 2002, yo mismo entre ellos, que procedíamos de otra organización de la que dejamos de compartir proyectos.
■ ¿Cuáles son las principales reivindicaciones de USIT-EP en los últimos años?
《Las reivindicaciones de USIT-EP se han movido en el amplio espectro de la defensa de los trabajadores, buscando la igualdad entre estos y los funcionarios docentes, con las limitaciones del distinto estatuto profesional. Hemos conseguido: las retribuciones por jornadas y no por horas, el contrato indefinido con nuestra denuncia a la Comisión Europea; los trienios para el conjunto del profesorado de Madrid y, para los que los habían conseguido, que siguieran devengando nuevos trienios cuando fueron congelados por decisión arbitraria de la Comunidad Autónoma de Madrid. Reivindicamos las tutorías para el profesorado de Religión, que tuvimos que ganar también en los tribunales. El desempleo parcial para las reducciones anuales de jornada. Los sexenios para este colectivo en el conjunto del Estado español, pues fue la primera sentencia del Tribunal Supremo que sirvió, con sus novedosos argumentos jurídicos, a otras CCAA para conseguirlos. También el reciente «incremento de la cuantía de los sexenios» que, desgraciadamente ha habido que conseguirlo, una vez más, en los tribunales.
Seguimos reivindicando que al menos haya un docente de Religión por centro, y en el caso de no haber suficientes horas lectivas poder realizar otras funciones o docencia si se está en posesión de la titulación correspondiente (en Infantil y Primaria siempre lo están). Transparencia en la adjudicación de jornadas. La modificación del Estatuto del Empleado Público para llegar a ostentar la fijeza en la plaza, lo que conllevaría la creación de la Relación de Puestos de Trabajo (RPT) para adecuar las necesidades del servicio público. A tenor de lo anterior postulamos que se cree una plantilla fija y no la actual con amplias contrataciones de indefinidos que está sobredimensionada, lo que conlleva precariedad para muchos docentes de Religión: más docentes indefinidos para las mismas plazas. La estabilidad en la plantilla daría lugar a una posible jubilación parcial. Insistimos en que todas las licencias y permisos de los funcionarios de carrera docentes se apliquen al profesorado de Religión. La aplicación de la reducción horaria: 18 horas lectivas en secundaria y 23 en primaria, y por último para no alargar más este epígrafe seguimos apelando a la creación de una bolsa de trabajo para las sustituciones de los profesores de Religión de la Comunidad de Madrid, como se viene realizando en la mayoría de las CCAA》.
■ ¿Cómo se valora desde USIT-EP la futura Ley LOMLOE?
《Si hoy más que nunca es necesario unir los esfuerzos por una alianza educativa amplia para formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contraposiciones y reconstruir el tejido de las relaciones por una humanidad más fraterna (pacto educativo global), lo cierto es que nos encontramos con la LOMLOE, fruto de la imposición de una ideología educativa que no ha dialogado, que no ha escuchado al conjunto de la sociedad y a los propios docentes, y que pretende hacer desaparecer, por la vía de los hechos, la asignatura de Religión devaluando su horario, quitando la asignatura espejo (alternativa), o que la nota de la enseñanza de la Religión no sea computable a efectos académicos》.
■ ¿Cómo valoras la propuesta de la CEE al Gobierno? ¿Tienes esperanzas de que salga adelante?
《Desconozco en sus detalles la propuesta de la CEE. Creo haber entendido que han propuesto — manu militari — que los contenidos de la asignatura de Religión se integren en el ámbito de la educación en valores, donde podrían ser explicados desde distintas perspectivas, entre ellas, la católica. Pero no nos han dicho quiénes configurarán el currículo, si el Gobierno o la CEE. Además, en Educación Primaria que contará con tres ciclos, y solo se impartirá esta asignatura (según la LOMLOE) en uno de los cursos de la etapa, y en Educación Secundaria se cursará esta materia en «algún curso de la etapa», con las consiguientes pérdidas de jornada para los docentes. Si proponen que se imparta en más cursos deberían explicarlo. Es evidente que esta propuesta no es ajena al profesorado, por lo que la actuación de la CEE es más que arbitraria al no haber comunicado al colectivo ese planteamiento que, desconociendo los detalles, me parece descabellado: podría ser el inicio del fin. No tengo esperanza de que salga nada positivo para la asignatura de Religión, porque en este Gobierno prima más la ideología que la educación. En este contexto se avecinan acciones judiciales》.

miércoles, 28 de octubre de 2020

La CEE propone integrar la asignatura de Religión en la educación en valores

 Los valores serían explicados desde distintas perspectivas, entre ellas, la católica. Así, se respetaría la dignidad de la asignatura.


El pasado jueves, durante la rueda de prensa posterior a la reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el portavoz y secretario general, Luis Argüello, reconocía que en la reunión del pasado mes de julio con la ministra de Educación, Isabel Celaá, y su equipo habían planteado una integración novedosa de la asignatura de Religión y de su espejo Valores Cívicos y Éticos que podría resolver algunos de los problemas planteados por el proyecto educativo del Gobierno.

Pues bien, según ha podido saber Alfa y Omega, la propuesta del episcopado español pasa por que los contenidos de la asignatura de Religión se integren en el ámbito de la educación en valores, donde estos –comunes para todos– puedan ser explicados desde distintas perspectivas, entre ellas, la católica.

De este modo, se respetaría la dignidad de la asignatura y sus contenidos, se ofrecería una educación en valores asumible y se daría libertad para enraizar esos valores, por ejemplo, en la identidad cristiana. Se trataría de proponer los conocimientos, capacidades, valores y actitudes que necesitan todas las personas para vivir una vida fructífera, fundamentar sus decisiones y asumir un papel activo para resolver los problemas comunes de todos los ciudadanos.

En la citada rueda de prensa, el propio Argüello manifestó que desde el Ministerio de Educación le habían trasladado su intención de estudiar este modelo, pero, según añadió, todavía no habían recibido respuesta. «La respuesta de facto son las enmiendas que han realizado los grupos que sostienen al Gobierno. Enmiendas que nos preocupan mucho», lamentó el también obispo auxiliar de Valladolid, que, a renglón seguido, dijo que estas buscan «cercenar» la libertad de educación, tanto de los padres como de los centros.

Petición de unidad

Antes de abordar la cuestión de la educación, el portavoz episcopal quiso leer una reflexión al hilo de la actualidad que vive nuestro país, marcada fundamentalmente por la pandemia. Una alocución en la que hizo un llamamiento a la unidad y al diálogo, y postuló a la Iglesia como agente de reconciliación. «Constantemente se nos convoca por responsables políticos y sociales a la unidad y, sin embargo, son lanzadas al camino muchas piedras de división», dijo antes de apelar a la responsabilidad de todos los ciudadanos y de pedir «con fuerza» a los responsables políticos una senda de colaboración.

En concreto, ya en el turno de preguntas, manifestó que los obispos están «perplejos» ante la polémica generada entre administraciones a la hora de tomar medidas concretas para hacer frente a la segunda ola de la COVID-19. No entienden que «ante una situación tan grave, no haya acuerdo». «Por favor, logren acuerdos para que los ciudadanos salgamos de la perplejidad y podamos colaborar para contener la pandemia. Es momento para una propuesta de bien común», añadió.

Es especialmente grave, concluyó, que en una emergencia sanitaria se ponga en juego la dignidad de la vida humana o la libertad de enseñanza, la suerte de temporeros o migrantes, la situación de las residencias de mayores y de las familias más afectadas, o que se quiera hacer «una enmienda a la totalidad a la Transición».


lunes, 26 de octubre de 2020

Religión en las aulas, algo más que cultura

 Invitado:Fernando García de CortázarCatedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Deusto.

   El debate sobre la enseñanza religiosa en los centros educativos parece haber entrado en una nueva fase en España. Al llegar la noticia de que Cataluña dotará a sus escuelas de maestros para que los niños musulmanes puedan ser educados en el islam, no ha habido muestra alguna de perplejidad o indignación en aquellos que, solo unos años atrás, enarbolaron la bandera del laicismo en la enseñanza pública. En absoluto me sorprende este desvergonzado silencio, porque no he dejado de decir, cada vez que he tenido ocasión de hacerlo, que ese presunto laicismo no era más que anticristianismo y, en especial, anticatolicismo. Resulta paradójico que lo considerado por esos sectores como un factor de segregación y oscurantismo, ahora se considere un elemento indispensable para asegurar la cohesión social. Y no puedo dejar de constatar el caradurismo de algunos intelectuales y políticos patrios, absurdamente calificados de progresistas, que habrán de poner a buen recaudo toneladas de verbo impreso contra la presencia de la religión en las aulas.

Ciertamente, algo resuena en el fondo de esa mala conciencia de jacobinos de vía estrecha cuando se refieren a su preferencia por una enseñanza en la que se impartiera «cultura religiosa». Tal actitud no es más que una manera presuntamente ilustrada de cargar contra la formación católica normalizada para aquellas familias que desean disponer de ella en la escuela pública. Estas familias quieren, por supuesto, que sus hijos puedan comprender el fenómeno religioso como un elemento innegable en el desarrollo de las civilizaciones: un vector de liberación o sometimiento, de esperanza o claudicación, en las distintas circunstancias del devenir histórico. Pero, además de ese conocimiento general, que aparece en cualquier rama del saber que se refiera al arte, a la literatura, a la filosofía o a las ideas del hombre sobre una sociedad justa, estas familias españolas desean que a sus hijos se les eduque en su fe. Y parece que, para buena parte de esos autoproclamados progresistas, tal demanda solamente adquiere dignidad, solo tiene rango de derecho y únicamente merece ser considerada una indispensable base de cohesión social cuando quienes la sostienen no son familias católicas. ¡Hurra por ellas!, ya que defienden como buenos musulmanes lo que otros solo saben llorar como despistados cristianos.

Una cuestión de fe

Tendremos, pues, que volver a tomar la palabra, aprovechando el silencio elocuente con que se anuncian las rebajas culturales de otoño, para afirmar algunas convicciones esenciales en este tiempo malo, durante una pandemia que amenaza incluso la estructura de derechos y deberes sobre los que se ha levantado nuestra civilización en largo aprendizaje. La enseñanza de la fe católica en la escuela ni se impone ni se camufla. No es un conocimiento más, archivado en una visión historicista de los movimientos religiosos. Es formación doctrinal, fundamento de vida de una familia cristiana, justificación última de valores morales y equipamiento de significado de su existencia. No es un saber cualquiera, es una cuestión de fe. A quienes han pretendido reducir a cenizas ese derecho, como si fuera privilegio anacrónico y ritual oscurantista oficiado por seres de incomprensible supervivencia en el siglo XXI, habrá que decirles lo que tan claro debería estar para nosotros.

La fe cristiana proporciona una idea del hombre libre, creado a imagen de Dios, inviolable en su dignidad, seguro de su trascendencia, digno de redención, aspirante a la eternidad y dueño de sus actos responsables. La palabra de Jesús sigue siendo nuestra forma de entender la fraternidad, que no debe confundirse con la humanitaria solidaridad. La vida de Cristo en la tierra, culminada con su agonía en la cruz, nos da el vínculo de sangre con nuestra salvación, restaurado incesantemente en la Eucaristía. La Resurrección, acto fundacional de la fe, promete al hombre su unificación con Dios y la superación de la muerte. A esta fe corresponde una tradición y una Iglesia que ha custodiado el Evangelio para preservar lo que Dios mismo nos dijo mientras vivió entre nosotros. Su mensaje encierra la exigencia moral de recordar que maltratar a nuestros hermanos, privarles de su libertad, permitir su miseria o desdeñar su aflicción, más que una falta cívica, es un pecado. Solo la fe nos proporciona esa conciencia profunda del bien y del mal y nos pone ante un dilema, inherente a la propia salvación y a la conmoción por el sufrimiento de Jesús. No, las familias católicas no solicitan una enseñanza de la cultura religiosa. Porque, para un cristiano, creer es más que adquirir conocimientos. Es dar fe de vida, pulsando la eternidad.


jueves, 15 de octubre de 2020

«La educación es una de las formas más efectivas para humanizar el mundo»

El Papa Francisco se une al acto del Pacto Educativo Global a través de un videomensaje y reclama un nuevo periodo de compromiso educativo que involucre a todos los actores 

El Papa Francisco ha participado este jueves en el encuentro virtual organizado por la Congregación para la Educación Católica sobre el Pacto Educativo Mundial. Lo hizo a través de un videomensaje en el que ha puesto de manifiesto el valor de la educación para transformar la sociedad actual y «construir nuevos paradigmas capaces de resolver los nuevos desafíos y emergencias del mundo contemporáneo». «Cualquier cambio necesita un itinerario compartido», ha añadido.

En este sentido, ha afirmado que la educación «es una de las formas más efectivas de humanizar el mundo y la historia», una cuestión «de amor y responsabilidad que se transmite de generación en generación» y se propone como «el antídoto natural de la cultura individualista que degenera en un culto al yo y en la primacía de la indiferencia».

«Nuestro futuro no puede ser la división y el empobrecimiento de las facultades de pensamiento e imaginación, de escucha, diálogo y comprensión mutua. Es necesario un nuevo periodo de compromiso educativo que involucre a todos los agentes. Escuchemos el grito de las nuevas generaciones que manifiestan la necesidad y la oportunidad de un renovado camino educativo que no mire hacia otro lado», ha explicado.

Según el Papa Francisco, es el momento de firman un pacto educativo global con las generaciones más jóvenes que involucre a familias, escuelas, gobernantes, religiones… a toda la sociedad.

Un pacto que debe huir, ha continuado el Pontífice, de «las excesivas simplificaciones» sobre la utilidad, el resultado estandarizado, la funcionalidad o la burocracia que confunde educación con instrucción. «Se nos pide que busquemos una cultura integral participativa y polifacética», ha apuntado.

Promotores del cuidado y la paz

Así, ha pedido a los hombres y mujeres de la cultura, la ciencia, el arte, el deporte o los medios de comunicación que firmen este pacto, den testimonio y se hagan «promotores del cuidado y la paz, la justicia, la bondad, la belleza…». Y ha agregado: «No tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan. Sería infantil. Gozamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar nuestro procesos y transformaciones. Seamos parte activa en la rehabilitación y auxilio de las sociedad heridas. Estamos ante una la gran oportunidad de mostrar nuestra realidad fraterna».

Al inicio de su intervención, el Papa ha denunciado que la pandemia va a agrandar todavía más la brecha educativa y de los diez millones de niños que podrían verse obligados a abandonar la escuela a causa de la crisis. Una realidad que ha llegado a definir como «catástrofe educativa». Para el Papa, la respuesta a la crisis no pueden ser solo medidas sanitarias, que serán «insuficientes» sino van acompañadas de un nuevo modelo de cultura.

En este sentido, alzó la voz para reclamar que se garantice «el acceso de todos a una educación de calidad a la altura de la dignidad humana y de su vocación a la fraternidad». «Es hora de mirar hacia adelante con valentía y esperanza».

Siete propuestas

Durante su discurso, Francisco ha realizado siete propuesta para hacer realidad un nuevo modelo educativo.

  1. Poner en el centro de todo el proceso a la persona
  2. Escuchar la voz de los niños
  3. Fomentar la plena participación de las niñas y las jóvenes
  4. Tener a la familia como primera e indispensable educadora
  5. Educar y educarnos para acoger, abriéndonos a los más vulnerables
  6. Comprometernos a estudiar para encontrar otras formas de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso para que estén al servicio del hombre y de toda la familia humana
  7. Cuidar la casa común