La salud digital se ha metido de lleno -y sin que nos demos cuenta- en nuestras vidas de padres, educadores y de ciudadanos que viven un mundo con menos barreras en el acceso a la información en Internet.
Dejar que tu hija/o haga uso libremente de su smartphone o tablet no es una decisión fácil. Y aquí llegamos a la orilla a la que llegan decenas de preguntas con difíciles respuestas. ¿A qué edad debemos dejarles? ¿Es bueno que usen determinados juegos antes de esa edad? ¿Y eso de las redes sociales? ¿Debo dejar que se abra un perfil de Twitter o que utilice Instagram como le apetezca? ¿Debo espiar a mi hijo/a en su Facebook?
Los beneficios de esta cultura digital los conocemos de sobra -y no son pocos-, sobre todo en el terreno de la Educación: toma de decisiones más rápidas y precisas, inmediatez en el acceso a la información, tecnología educativa imparable, globalidad lingüística…
El ritmo del cambio digital cada vez es mayor y sin embargo, el eterno dilema que acompaña a la tutela del menor sigue acompañándonos: el límite entre el control y el descontrol. Los riesgos están ahí, y, por desgracia lo conocemos de sobra: actitudes de ciberbullying, acceso a redes de explotación sexual pederasta, sobreexposición de la imagen e información vulnerable del menor y de su familia, usurpación de identidad… Y ahora, como ya ha quedado completamente asumido, el aumento desmedido de conductas adictivas entre muchos de nuestros hijos o alumnos a las nuevas tecnologías –los tecnoadictos-, con todos los trastornos psicológicos que ello conlleva.
La realidad es que el desconocimiento sobre el nuevo mundo tecnológico tan efímero, ha sido un verdadero problema para quienes tenían la obligación de cuidar y formar a las nuevas generaciones de niños y adolescentes. Sabíamos que a un niño de 2 años no convenía darle un codillo con guarnición de patatas fritas con huevo frito, y en cambio, no nos resultaba extraño dejar al mismo niño jugar libremente con el móvil o la tableta de papá o mamá. Como siempre, hemos aprendido a partir de la experiencia.
La concienciación sobre la necesidad de tener unas pautas saludables en el ámbito de las nuevas tecnologías e Internet. Conocemos los beneficios y los riesgos. Sabemos cuáles pueden ser los límites que marcan la diferencia entre una vida saludable y no saludable en Internet. Ahora podemos adelantarnos y conseguir que nuestros hijos hagan un uso positivo de Internet.
Y eso es precisamente lo que ha hecho GUILLERMO CÁNOVAS, director del Observatorio para la Promoción del Uso Saludable de la Tecnología -EducaLIKE, en su libro Cariño he conectado a los niños. En sus 250 páginas, nos presenta una fantástica guía para entender los principales pilares de la salud digital: la cara y la cruz de las TIC. Un libro que afronta las realidades y conflictos de la salud digital, aportando soluciones y consejos muy prácticos que hacen que este libro acabe siendo una guía práctica imprescindible para padres, profesores, médicos y miembros de fuerzas y cuerpos de seguridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario