Una década después de la publicación de Educar con el cine, su autora, María Ángeles Almacellas, ha decidido editar una continuación, Seguir educando con el cine. La edita en formato digital Digital Reasons. Esta obra es el fruto de años de reflexión sobre el enorme potencial, con frecuencia desaprovechado, del cine como instrumento educativo. Almacellas es doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación, licenciada en Filología Hispánica, y diplomada en Formación Teológica. En la actualidad, trabaja como profesora en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y dirige en Madrid la sección de Cine y Educación de la asociación CinemaNet, que ha organizado varios congresos y jornadas sobre este tema
¿En qué consiste exactamente Seguir educando con el cine?
Presento el análisis de 18 películas seleccionadas en virtud de su contenido formativo y de su capacidad de aplicación a diversos ámbitos, desde la Universidad a la escuela, en sesiones de cine-fórum, grupos de reflexión… En la ficha de cada película se sugiere la edad adecuada de los destinatarios y se indican los principales valores y los grandes temas de interés formativo que aparecen en la historia. Se profundiza en cada una de esas experiencias humanas y, finalmente, se proponen algunas preguntas para la reflexión o el diálogo. Pero, en el libro, las respuestas están también desarrolladas, para facilitar al máximo la labor del educador.
Por otra parte, pienso que el libro también puede resultar de lectura amena y mover a la reflexión sobre temas cruciales del hombre y de la vida, al simple lector que no va a hacer otro uso de él.
Es la continuación de otro libro, Educar con el cine. ¿Que la impulsó a escribir estos libros?
La formación en valores es una urgencia en nuestro tiempo. No sólo en niños, sino también en adultos, porque el vendaval de confusión es muy fuerte, y se necesitan criterios claros y bien fundamentados. Para esa labor formativa, se necesitan recursos prácticos y eficaces. El cine es, sin duda, un instrumento de primer orden, si aprendemos a analizar con precisión las experiencias humanas profundas que encierran los guiones de ciertas películas.
Educar con el cine (EIUNSA, Madrid, 2004) tuvo una muy buena acogida. Baste decir que la edición se agotó totalmente. Y éste ha sido el impulso de seguir brindando material, en este caso en formato electrónico.
¿Se aprovecha bien el valor del cine como instrumento educativo, o se usa sólo como algo para entretener a hijos o alumnos?
Para interpretar con rigor el contenido humano de un guión, necesitamos un método adecuado, es decir, una antropología bien fundamentada que nos sirva de referente. La imagen cinematográfica representa un inestimable recurso si la enmarcamos en ese ámbito. De lo contrario, queda prácticamente reducida a mero entretenimiento.
¿Cuáles son las claves para exprimir a fondo una película?
El cine constituye un instrumento privilegiado para reflexionar sobre el hombre, porque nos ofrece experiencias concretas de actitudes humanas que hacen madurar y crecer como persona y de aquellas otras que deforman y envilecen al hombre. Pero, como decíamos, el análisis profundo de dichas experiencias requiere un método bien elaborado que le dé consistencia y solidez, es decir, que lo haga efectivo. A este respecto, muestra una gran eficacia el método elaborado por el académico y filósofo Alfonso López Quintás, basado en la teoría del juego y de los ámbitos.
Aparte de su libro, ¿en qué otras experiencias puede inspirarse o apoyarse alguien que quiera profundizar en este ámbito?
Según lo que venimos diciendo, yo recomendaría el libro de Alfonso López Quintás, Descubrir la grandeza de la vida (Desclée De Brouwer, 200). Todo el libro constituye esa antropología de la que hablábamos, y, además, contiene un apartado dedicado especialmente al análisis de obras literarias y cinematográficas: La literatura y el cine de calidad, fuente de poder de discernimiento.
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