Un árbol de Navidad de cinco metros de altura se ha plantado en Bagdad, en el barrio de Karrada, a la orilla del Tigris, una zona que de alguna manera simboliza la coexistencia pacífica entre cristianos y musulmanes, y también entre chiíes y suníes. El responsable del comité cultural del consejo provincial de Bagdad, Salah Adbel Razzaq, anunció la iniciativa.
Es un gesto todavía relativamente aislado, en un Irak donde la mayor parte de los cristianos tendrán que celebrar la Navidad en la mayor discreción: en esta ocasión no se otorga ninguna licencia, no pueden colocar adornos en las calles y se lanzan advertencias a los estudiantes que quisieran faltar a clase.
La iniciativa, que proviene del gobierno local, quiere ser un signo de solidaridad hacia los cristianos iraquíes, de los que cada vez son más los que desertan de su patria.
La situación actual de los cristianos en Irak es “muy precaria”, según el patriarca de Babilonia de los Caldeos, monseñor Louis Raphael Sako.
Según explicó a Aleteia, hay un verdadero éxodo de cristianos, que se han reducido a la mitad en los últimos años. En su opinión, esto no es fruto tanto de un recrudecimiento de las persecuciones a los cristianos como de un siniestro ambiente causado por los conflictos entre suníes y chiíes, que afectan muy duramente al país. El otro factor determinante, según el patriarca, se refiere a las crisis derivadas de la primavera árabe.
“El éxodo está comprobado y resulta de la situación regional y de sus crisis políticas, entre ellas la de Siria y la de Egipto –declaró-. Los cristianos sufren graves repercusiones en su comunidad; escuchan sin parar historias de cristianos asesinados, secuestrados, perseguidos, y todo ello crea una situación muy preocupante para ellos”.
Las consecuencias de este éxodo, si continúa, serían desastrosas para los musulmanes, ya que la marcha de cristianos implica también la de su inmenso patrimonio, explica monseñor Sako.
Este patrimonio incluye dos mil años de tradiciones litúrgicas, de patrología y de espiritualidad mística, sin hablar de sus costumbres, su apertura de espíritu,….
“Los cristianos en general son una élite, han dado mucho a su país, e incluso han contribuido a la civilización musulmana –constató-; es una gran pérdida para los musulmanes aquí”.
“Cuando en su momento llegaron los musulmanes de Arabia Saudí o de la Península Ibérica por ejemplo, fueron los beduinos los que encontraron aquí monasterios, escuelas, hospitales,…”.
Preguntado sobre las posibilidades de un retorno de los cristianos iraquíes a su tierra de origen, el patriarca destacó que los gobiernos locales hacen mucho para favorecer su vuelta: el árbol de Navidad es un ejemplo entre otros.
Por otra parte, prosigue, “los cristianos iraquíes que han emigrado a países occidentales están un poco aislados, incluso decepcionados, porque se habían hecho una idea sin duda magnificada de Occidente, pensaban encontrar un paraíso en la tierra, pero no es en absoluto eso lo que encuentran una vez están en el lugar. No conocen la lengua de la liturgia, las costumbres,… La concepción de la familia, por ejemplo, que ocupa un lugar fundamental para ellos, es totalmente distinta en las culturas occidentales. Tienen dificultades para encontrar su lugar”.
Según el patriarca, la comunidad cristiana podría también verse “tentada” a volver a su tierra natal si las autoridades iraquíes acentuaran sus esfuerzos en la libertad religiosa, por una parte, pero también en las infraestructuras.
Aunque el patriarca de Babilonia destaca numerosas iniciativas en algunas regiones de Irak para promover el diálogo entre cristianos y musulmanes, continúa muy preocupado por la suerte de los cristianos de oriente en general, y recuerda que el secuestro de doce religiosas en Siria es una vergüenza para todo el mundo.
“Somos todos ciudadanos, sea cual sea nuestra religión, somos todos iguales, nuestra relación con Dios debe ser personal, para cada uno de nosotros –afirmó-. Es impensable que la mayoría se imponga a las minorías. Y es fundamental separar el Estado de la religión”.>>>
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