En el Ministerio de Educación argumentan que cuando se firmaron los Acuerdos, la asignatura de Religión tampoco era obligatoria en COU. Sin embargo, eso valdría para explicar la supresión de la obligatoriedad en segundo de Bachillerato, no en primero tal y como se planteó en la ‘non nata’ LOCE. Y en todo caso, es discutible que se puedan hacer equivalencias entre uno y otro Bachillerato.
Por otro lado llama la atención que el Ministerio haya sido tan escrupuloso en definir las asignaturas troncales y optativas de Primaria, Secundaria y Bachillerato y –sin embargo- haya sido tan laxo en Infantil, donde no hay ni siquiera una mención explícita de la asignatura de Religión.
Además, si en la LOCE la alternativa a la asignatura de Religión permitía una razonable alfabetización religiosa, la actual alternativa “corre el riesgo de convertirse en una EpC2”, a juicio de algunos sectores del PP. Y es que –probablemente- las conversaciones entre el Ministerio y la Conferencia Episcopal no han sido lo habituales y fluidas que habría sido deseable.
Es comprensible porque la secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio, dijo en su primer encuentro con lo obispos que no quería que la asignatura de Religión fuera obligatoria. Un obispo estuvo a punto de levantarse de la mesa y el comentario general fue: “esta es peor que Zapatero”. Además, conviene recordar que en la defensa parlamentaria de la Ley Wert, Gomendio no hizo especial énfasis en la asignatura: “Los temas ideológicos los cambiarán Uds. cuando lleguen, pero centrémonos en el grueso de la reforma”.
Unanimidad en el rechazo
Sí es cierto que el proyecto de ley, sin que se olviden cuestiones fundamentales y aún irresolutas como los de la protección a los objetores a EpC, la educación diferenciada o esta de la consideración que debe darse a la asignatura de Religión, cuenta con elementos que han sido aplaudidos por diversos colectivos cívicos al significar mejoras en aras de la de libertad educativa; entre ellos HO y Profesionales por la Ética, a raíz de temas como los de de garantizar el castellano como lengua vehicular en todo el Estado o la supresión de la ideológica asignatura de Educación para la Ciudadanía".
Pero finalmente lo que ha logrado la Ley Wert es el consenso en el rechazo. No gusta a los nacionalistas porque establece pruebas nacionales de evaluación. Tampoco gusta a la izquierda porque prima el esfuerzo y blinda la asignatura de religión en Primaria y Segundaria. Pero es que tampoco convence a los populares que consideran que el ministerio de Educación ha sido poco “permeable” a sus propuestas. Por ejemplo, la Historia de la Filosofía desaparece como asignatura troncal. Y en general, toda la enseñanza clásica queda aparcada frente a una visión tecnocrática que no es la que el PP ha defendido en materia de Educación. “Las asignaturas tradicionales quedan en el limbo; el resultado será un empobrecimiento de la educación”, concluye uno de los diputados populares críticos con la reforma.>>>
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