Son muchos los que movidos por el miedo realizan costosas inversiones defensivas para acceder a lo que definíamos como la subasta global(tomado del libro The Global Auction de los profesores Ashton, Brown yLauder) y que no es más que la mismísima carrera de la rata. Formo parte de una generación para la que una licenciatura en una universidad de prestigio constituía un sólido pilar para edificar una carrera de éxito. Si se acompañaba de unas buenas notas y de un curso de posgrado (preferentemente en Estados Unidos) el triunfo estaba asegurado. Un paquete de estudios así diseñado, permitía adquirir las capacidades necesarias para un desempeño sobresaliente en la llamada ‘Era de la Información’. Eran las capacidades lógicas, lineales y computacionales; las relacionadas con el hemisferio izquierdo del cerebro. Cuando nos incorporamos al mercado de trabajo, la subasta global no era un aspecto por el que preocuparse.
En tan sólo veinte años, todo esto ha cambiado de manera drástica debido fundamentalmente a la globalización. Estamos inmersos en la ‘Era Conceptual’ (Daniel Pink, Una nueva mente) basada en nuevas capacidades, fundamentalmente en la creatividad, la empatía y la visión global, que tienen que ver con el hemisferio derecho del cerebro. Todo nuestro sistema educativo esta construido sobre la creencia de que éstas últimas son menos valiosas que las anteriores. Se margina el desarrollo de las habilidades relacionadas con el hemisferio derecho, asumiendo que, o bien son innatas o se adquieren y potencian fuera de las aulas.
¿Cómo afronta nuestro país esta nueva era desde el sistema educativo?
Paradójicamente, redoblando los esfuerzos para potenciar las aptitudes que eran más necesarias en la era anterior. Lejos de proponer que se abandone la formación en éstas, mi intención es llamar la atención sobre la necesidad de dedicar un espacio cada vez mayor a las que se encuentran en el lado derecho de la sesera. De esta manera conseguimos una mente más equilibrada y útil para vivir en la nueva ‘Era Conceptual’. Si no lo hacemos, cada vez más jóvenes se colocarán en la línea de salida de la carrera de la rata. No pretendo asustar a nadie pues todos tenemos estas habilidades. Solo hay que despertarlas y reforzarlas empezando ahora mismo.
Además, seguimos fomentando una competencia cada vez más agresiva que no conduce a obtener mejores resultados. En muchos colegios se lanzan mensajes de miedo a los alumnos (¡desde los nueve años!) amenazando con que sólo los que obtengan las mejores notas podrán seguir estudiando y tener trabajo. Atemorizados por la incorporación de millones de jóvenes (en su gran mayoría asiáticos) con brillantes expedientes en universidades tan prestigiosas como las mejores de Europa o Estados Unidos, los universitarios occidentales acumulan cada vez más títulos para poder participar en la subasta global por sus servicios. Esto es especialmente cierto en nuestro país debido al elevado índice de paro.
La ley de la oferta y la demanda se cumple y esos servicios (y por extensión quienes los ofrecen) son progresivamente menos valorados. Los puestos de trabajo para gente con buena formación están de rebajas. Llegar a ser licenciado y mileurista empieza a ser una hazaña. Al grito de ¿quién da más por menos? los diplomas (antes motivo de brillo social y hoy poco más que papel mojado) salen hasta de debajo de las piedras. La carrera de la rata aumenta en intensidad y número de participantes.
No sé qué podemos perder introduciendo, en colegios y universidades, medidas que fomenten la creatividad del niño y del joven, su capacidad de conocer y sacar lo que lleva dentro. Creo que nada. Además, ¿qué hay mas importante que conocer y desarrollar lo que uno lleva dentro? El desarrollo del lado izquierdo del cerebro ha sido crítico para crear una sociedad rica y materialmente abundante, lo cual es de agradecer. Si no queremos que se derrumbe del todo frente al empuje de oriente, debemos dar la bienvenida al hemisferio cerebral derecho para que nos ayude en esta nueva etapa que considera más lo intangible. Más que seguir machacándonos con una competencia depredadora, podríamos promover la cooperación y el trabajo en red, algo mucho más acorde con los nuevos tiempos y sus necesidades.
Daniel Pink propone en su libro complementar nuestra actual educación mediante el dominio de seis destrezas para conseguir la mente completa y equilibrada. Son las siguientes: Diseño (como complemento de la funcionalidad), narración (complemento de los argumentos), sinfonía (de enfoque), empatía (de lógica), juego (de seriedad) y sentido (de acumulación). “Son habilidades que siempre han formado parte de lo que es ser humano. Sin embargo, después de unas pocas generaciones en la ‘Era de la Información’ esos músculos se han atrofiado. El reto está en volver a ponerlos a tono”.
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