jueves, 13 de mayo de 2010

La Iglesia debe dialogar con la cultura desde la verdad, afirma el Papa


El director de cine Manoel Oliveira: “Europa es cristiana, lo quiera o no”

La Iglesia tiene la misión de mostrar la verdad sobre el hombre, de ahí su compromiso en el diálogo con la cultura y el arte. Con estas palabras el Papa Benedicto XVI se dirigió esta mañana, en el Centro Cultural Belém de Lisboa, a numerosos representantes de la cultura y del mundo del arte de Portugal.

El Papa quiso profundizar en la comprensión cristiana del diálogo con el mundo de la cultura, explicando a los presentes que el pensamiento actual se caracteriza por un “conflicto” entre “tradición” y “presente”.

“La Iglesia aparece como la gran paladina de una sana y alta tradición, cuya rica contribución pone al servicio de la sociedad; esta sigue respetando y apreciando su servicio al bien común, pero se aleja de esta “sabiduría” que forma parte de su patrimonio”, afirmó el Papa.

Este “conflicto” entre la tradición y el presente “se expresa en la crisis de la verdad”, y afirmó que “un pueblo que deja de saber cuál es su propia verdad, acaba perdido en los laberintos del tiempo y de la historia, privado de valores claramente definidos y sin grandes objetivos claramente enunciados”.

En este sentido, afirmó el Papa, es necesario clarificar que la Iglesia “se sitúa en el mundo, ayudando a la sociedad a comprender que el anuncio de la verdad es un servicio que ésta ofrece a la sociedad, abriendo nuevos horizontes de futuro, de grandeza y dignidad”.

“Para una sociedad formada en su mayoría por católicos y cuya cultura ha sido fuertemente marcada por el cristianismo, se revela dramático el intento de encontrar la verdad fuera de Jesucristo”, añadió.

Para cumplir su misión, añadió, también la Iglesia debe aprender “la convivencia de su firme adhesión al carácter perenne de la verdad, con el respeto por las otras 'verdades', o con la verdad de los demás”.

“En este respeto dialogante se pueden abrir nuevas puertas a la transmisión de la verdad”, explicó el Papa.

Por ello, Benedicto XVI subrayó la importancia para la Iglesia del Concilio Vaticano II, en el cual “la Iglesia, partiendo de una renovada conciencia de la tradición católica, toma en serio y discierne, transfigura y supera las críticas que están a la base de las fuerzas que han caracterizado la modernidad, es decir, la Reforma y la Ilustración”.

“Así la Iglesia por sí misma acogía y recreaba lo mejor de las instancias de la modernidad, por un lado superándolas y, por el otro, evitando sus errores y callejones sin salida”.

“El acontecimiento conciliar puso los presupuestos para una auténtica renovación católica y para una nueva civilización – la 'civilización del amor' - como servicio evangélico al hombre y a la sociedad”, concluyó el Papa.

Raíces cristianas

El encuentro tuvo lugar por la mañana en el auditorio del Centro Cultural de Belém, donde el Papa fue recibido por el obispo de Oporto y presidente de la Comisión Episcopal de la Cultura y los Bienes Culturales, monseñor Manuel Clemente, y por la ministra de la Cultura, Gabriela Canavilhas.

Estuvieron presentes representantes del mundo dela cultura, como el presidente del Consejo de las Universidades Portuguesas, António Rendas, los escritores Pedro Mexia y João Lobo Antunes, el director de cine Manoel Oliveiras, la actriz Glória de Matos, la escultora Graça Costa Cabral y la directora de orquesta Joana Carneiro, entre otras muchas personalidades.

Antes de la intervención de Benedicto XVI, tomó la palabra el director de cine Manoel Oliveira, quien afirmó que las propias artes “derivan de las religiones, que buscan dar una explicación sobre la existencia del ser humano frente a su integración concreta en el cosmos”.

Hablando de su propia experiencia creativa, el cineasta afirmó que la religión y el arte se presentan “íntimamente dirigidas hacia el hombre y el universo, hacia la condición humana y la naturaleza Divina”.

“¿No residirá en esto la memoria y la nostalgia del Paraíso perdido, del cual nos habla la Biblia, tesoro inagotable de nuestra cultura europea?”, se preguntó.

En este sentido, concluyó, los valores cristianos “son las raíces de la nación portuguesa y, lo queramos o no, de toda Europa”.

Música del siglo XVII

Para honrar a Benedicto XVI, se le ofreció como asiento un sillón de mediados del siglo XVIII, que fue del primer Patriarca de Lisboa, y que actualmente se conserva en el museo diocesano.

Se le entregó como regalo una obra de orfebrería creada por Siza Vieira, un huevo de plata con una paloma dentro, símbolo del Espíritu.

Al terminar el discurso, se acercaron muchos artistas y personalidades a saludar en persona al Papa. Entre ellos, Emília Nadal y Pedro Calapez (artistas plásticos), António Caeiro (traductor), Manuel Braga da Cruz (rector de la Universidad Católica), Eurico Carrapatoso (compositor), Alice Vieira (escritora), Alberto Caetano (arquitecto) y Carminho Rebello de Andrade (cantante de fados).

También le saludaron los representantes de las confesiones religiosas presentes en Portugal: José Carp (comunidad judía), Ashok Hansraj (comunidad hindú), Fernando Soares Loja (Alianza Evangélica), Abdool Vakil (comunidad islámica) y Nazimudin Ahmad Mahomed (comunidad ismaelita).

El encuentro estuvo amenizado por el Coro Gulbenkian, dirigido por Jorge Matta, el cual interpretó obras religiosas de los compositores barrocos portugueses Francisco António Almeida y Diego Dias Melgas.


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