El Santo Padre recibió hoy en el Vaticano las cartas credenciales del nuevo embajador de la República del Perú ante la Santa Sede, Alfonso Rivero Monsalve. El Papa pidió al diplomático que transmitiera su "deferente saludo al presidente Alan García Pérez" y "al querido pueblo peruano".
"Este encuentro nos trae a la memoria los profundos lazos que su Nación ha tenido y tiene con la Iglesia", dijo Benedicto XVI, recordando como "la fe católica -llevada allí por evangelizadores como santo Toribio de Mogrovejo (...) fue acogida y llegó a penetrar poco a poco en los entresijos culturales y sociales de ese pueblo bendito, en el que florecieron muy pronto los primeros santos y santas en suelo latinoamericano", como "Rosa de Lima, Martín de Porres, Francisco Solano, Juan Macías y la beata Ana de los Ángeles Monteagudo".
El Papa habló a continuación de los "profundos cambios" que afronta Perú en el contexto de las "transformaciones sociales, políticas y económicas", y observó que "son procesos que inciden directamente en las personas y en sus valores".
"Se sabe que el Perú -dijo- quiere hacer frente adecuadamente al fenómeno de la globalización, aprovechando las oportunidades ofrecidas por el crecimiento económico, de modo que la riqueza producida y otros bienes sociales lleguen a todos de modo equitativo. Los peruanos (...) esperan también que los servicios de salud atiendan debidamente a todas las capas sociales; que la educación sea patrimonio de todos, (...) que frente a la corrupción impere la integridad que permita la acción eficaz de las diversas instituciones públicas, ayudando así a superar tantas situaciones de hambre y miseria".
"Urge, pues -afirmó el Santo Padre-, la unión de intentos para hacer posible una continua acción de los gobernantes ante los desafíos de un mundo globalizado, los cuales deben ser afrontados con auténtica solidaridad. La Iglesia, que reconoce al Estado su competencia en las cuestiones sociales, políticas y económicas, asume como un propio deber, derivado de su misión evangelizadora, la salvaguardia y difusión de la verdad sobre el ser humano, el sentido de su vida y su destino último que es Dios. Ella es fuente de inspiración a fin de que la dignidad de la persona y de la vida, desde su concepción hasta su término natural, sea reconocida y protegida, como garantiza la Constitución Peruana."
Benedicto XVI subrayó que desde la "Sede Apostólica se continuará apoyando todo el esfuerzo social que ya se lleva a cabo, para que haya siempre igualdad de oportunidades y cada peruano se sienta respetado en sus derechos inalienables" y que "el Episcopado del Perú seguirá fomentando, a la luz del Evangelio y de la doctrina social de la Iglesia, la búsqueda de la verdad en el campo familiar, laboral y sociopolítico".
"La Iglesia, consciente de su propia misión religiosa y, por esto mismo, sumamente humana, así como de su deber de proponer la verdad de todo hombre, que por ser hijo de Dios está dotado de una dignidad superior y anterior a toda ley positiva, seguirá trabajando para alcanzar estos objetivos -concluyó el Papa-. Ella, "experta en humanidad", enseña además que sólo en el respeto de la ley moral, que defiende y protege la dignidad de la persona humana, se puede construir la paz favoreciendo un progreso social estable".
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