La pregunta del periodista Giovanni di Lorenzo de la revista alemana, que dio lugar a la malinterpretación, se produjo en un momento de la entrevista en el que dialogaban sobre las crisis de fe. El Papa había dicho que “las crisis se producen para crecer en la fe. No se puede crecer sin crisis”, y recordó que “lo que hoy te llena, mañana no. La vida te pone a prueba”.
Fue entonces cuando el periodista le formuló la siguiente pregunta: “Pero la vida no son solo las grandes desgracias donde uno puede desesperarse. La crisis de fe puede producirse también en ese momento, que no sé si usted ha experimentado, donde uno incluso no sabe si es verdad que hay Dios, que existe Jesús, etcétera. ¿Son momentos que conoce usted?”.
Esta es la respuesta completa de Francisco: “Sí, sí. Momentos vacíos. He hablado de momentos oscuros, de momentos en los que…, y de momentos vacíos. También yo conozco los momentos vacíos”.
Por lo tanto, en su respuesta, el Santo Padre no dice en ningún momento que haya dudado de Dios, sino que ha experimentado “momentos vacíos”.
En la entrevista, la primera que el Pontífice concede a un medio alemán desde que Francisco fue elegido Papa, el periodista también le había preguntado si había experimentado momentos de oscuridad.
En la respuesta del Papa es donde se encuentra la clave para comprender la respuesta malinterpretada por diversos medios de comunicación: “Sí, momentos espirituales oscuros, oscuros, en los que dije: ‘Señor, no entiendo esto’. Cuando se producen las situaciones no sólo de oscuridad de las que he hablado, sino también situaciones feas ocurridas por mi culpa, me reconozco pecador: soy pecador, y me enfado… Ahora ya me he acostumbrado a ello”.
Así pues, el Papa Francisco no dijo en ningún momento que dudara de la existencia de Dios, sino que también él experimentó momentos espirituales oscuros.
La noche oscura
Esos momentos oscuros no son exclusivos del Papa Francisco. Muchos santos, como San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Lisieux, los experimentaron y meditaron sobre el significado de esa “noche oscura”, como se conoce esa vivencia espiritual.
El mismo Jesús, primero en la agonía en Getsemaní y luego, de forma más intensa, en la cruz, experimentó esa oscuridad, y la expresó en sus palabras “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.
En este sentido, cabe recordar que Santa Teresa de Calcuta experimentó, durante años, esa experiencia de vacío y oscuridad espiritual, como ella misma reconoció.
En una de sus cartas dirigidas al P. Picachy, su consejero espiritual, dejó escrito: “Señor, Dios mío, ¿quién soy yo para que tú me abandones? La niña de tu amor y ahora convertida en la más odiada, la que tú has desechado como despreciada, no amada. Llamo, me aferro, yo quiero y no hay nadie que conteste, no hay nadie a quien yo me pueda aferrar, no. Nadie. Sola. La oscuridad es tan oscura y yo estoy sola”.
En otro fragmento de la carta se preguntaba: “¿Dónde está mi fe? Incluso en lo más profundo, todo dentro, no hay nada sino vacío y oscuridad. Dios mío qué doloroso es este dolor desconocido. Duele sin cesar. No tengo fe”.
Santa Teresa de Calcuta llegó a amar esa “noche oscura”, pues comprendió que le acercaba más al sufrimiento de Jesús abandonado en la cruz y al sufrimiento de los pobres. En otra carta dejó escrito: “Por primera vez, en estos once años, he llegado a amar la oscuridad. Pues ahora creo que es una parte, una muy, muy pequeña parte de la oscuridad y del dolor de Jesús en la tierra”.
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