Invitado: Ángel Rubio Castro, obispo de Segovia
La Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis de la Conferencia
Episcopal Española ha elaborado el informe anual sobre el número de
alumnos que reciben formación religiosa y moral en la escuela. En la
actualidad, dos de cada tres alumnos eligen cursar voluntariamente
religión católica. Con respecto al año
pasado, las cifras suben un 1,5% en los centros de “iniciativa
social-entidad titular católica” y un 1,6% en los de “iniciativa
social-entidad titular civil”, mientras que bajan un 1,8 % en los
centros estatales. “Esta disminución del número de alumnos se debe,
entre otros motivos, a las dificultades y trabas de tipo social,
legislativo y administrativo que se ponen a la enseñanza religiosa”.
En nuestra diócesis de Segovia el presente curso 2013-14 eligieron la
enseñanza religiosa escolar en los centros públicos 4.302 alumnos; no
inscritos 2763; en centro privados, entidad titula católica 2818; en
centros privados titular civil 131, no inscritos 94.
La enseñanza de la religión en la escuela no es un privilegio de la
Iglesia Católica en el marco escolar. Cuando el Estado garantiza la
enseñanza de la religión y moral confesional en la escuela cumple
sencillamente con su deber; y fallaría en ese mismo deber para con los
ciudadanos —y por tanto para con la sociedad— si no propiciase el libre y
pleno ejercicio de este derecho o no posibilitase de manera suficiente
su adecuado desarrollo. En estos momentos, es preciso reconocerlo, el
ejercicio de este derecho está reconocido y amparado, aunque todavía no
de manera enteramente satisfactoria. La enseñanza religiosa se ofrece a
todos y en todos los centros pero no se impone a nadie; en los centros
confesionales católicos la enseñanza de la religión y moral católica es
obligatoria para todos los alumnos dado que forma parte sustancial de su
carácter propio, y su proyecto educativo quedaría mutilado sin la
enseñanza de la religión y moral católica.
Los padres y los alumnos habrán de defender y reclamar este derecho
que les asiste. Defenderlo y reclamar que se cumpla en todas sus
exigencias, en equiparación al resto de las otras áreas de aprendizaje o
disciplinas fundamentales, es defender, en su raíz misma, el ejercicio
de las libertades fundamentales. Inhibirse o no reclamar todo lo
legítimamente exigible en este terreno, vale tanto como dejar libre el
camino al recorte de otras libertades y a la desmoralización de la
sociedad. Para los católicos, es un deber muy serio y una necesidad
grande la formación religiosa y moral en los centros escolares, en los
que se forma el hombre y la sociedad de mañana.
Mirando al futuro, los obispos afirman que “la LOMCE mejora la
situación de la enseñanza religiosa escolar en las etapas de Educación
Primaria y Educación Secundaria. Sin embargo, su regulación en
Bachillerato no garantiza la oferta obligatoria de la asignatura por
parte de los centros ni, consecuentemente, que los padres y, en su caso,
los alumnos puedan optar por ella”.
Los obispos piden una vez más “que la enseñanza religiosa, como
derecho fundamental de los padres y de los alumnos, sea una asignatura
equiparable a las fundamentales, de oferta obligatoria para los centros y
voluntaria para los alumnos, y que el hecho de recibir o no recibir
esta enseñanza no suponga discriminación académica alguna en la
actividad escolar”.
Desde aquí agradezco a los padres de familia en su hermosa y difícil
tarea de educar a sus hijos, a los sacerdotes y catequistas, confiando
en los profesores de religión y moral católica que con espíritu
apostólico y dedicación profesional imparten esta enseñanza con la
esperanza de superar las dificultades con la ayuda del Señor y el
patrocinio de la Virgen María.
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