miércoles, 21 de mayo de 2014

La asignatura escolar de Religion y Moral Católica

Invitado: Ángel Rubio Castro, obispo de Segovia

La Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis de la Conferencia Episcopal Española ha elaborado el informe anual sobre el número de alumnos que reciben formación religiosa y moral en la escuela. En la actualidad, dos de cada tres alumnos eligen cursar voluntariamente religión católica. Con respecto al año pasado, las cifras suben un 1,5% en los centros de “iniciativa social-entidad titular católica” y un 1,6% en los de “iniciativa social-entidad titular civil”, mientras que bajan un 1,8 % en los centros estatales. “Esta disminución del número de alumnos se debe, entre otros motivos, a las dificultades y trabas de tipo social, legislativo y administrativo que se ponen a la enseñanza religiosa”.
En nuestra diócesis de Segovia el presente curso 2013-14 eligieron la enseñanza religiosa escolar en los centros públicos 4.302 alumnos; no inscritos 2763; en centro privados, entidad titula católica 2818; en centros privados titular civil 131, no inscritos 94.
La enseñanza de la religión en la escuela no es un privilegio de la Iglesia Católica en el marco escolar. Cuando el Estado garantiza la enseñanza de la religión y moral confesional en la escuela cumple sencillamente con su deber; y fallaría en ese mismo deber para con los ciudadanos —y por tanto para con la sociedad— si no propiciase el libre y pleno ejercicio de este derecho o no posibilitase de manera suficiente su adecuado desarrollo. En estos momentos, es preciso reconocerlo, el ejercicio de este derecho está reconocido y amparado, aunque todavía no de manera enteramente satisfactoria. La enseñanza religiosa se ofrece a todos y en todos los centros pero no se impone a nadie; en los centros confesionales católicos la enseñanza de la religión y moral católica es obligatoria para todos los alumnos dado que forma parte sustancial de su carácter propio, y su proyecto educativo quedaría mutilado sin la enseñanza de la religión y moral católica.
Los padres y los alumnos habrán de defender y reclamar este derecho que les asiste. Defenderlo y reclamar que se cumpla en todas sus exigencias, en equiparación al resto de las otras áreas de aprendizaje o disciplinas fundamentales, es defender, en su raíz misma, el ejercicio de las libertades fundamentales. Inhibirse o no reclamar todo lo legítimamente exigible en este terreno, vale tanto como dejar libre el camino al recorte de otras libertades y a la desmoralización de la sociedad. Para los católicos, es un deber muy serio y una necesidad grande la formación religiosa y moral en los centros escolares, en los que se forma el hombre y la sociedad de mañana.
Mirando al futuro, los obispos afirman que “la LOMCE mejora la situación de la enseñanza religiosa escolar en las etapas de Educación Primaria y Educación Secundaria. Sin embargo, su regulación en Bachillerato no garantiza la oferta obligatoria de la asignatura por parte de los centros ni, consecuentemente, que los padres y, en su caso, los alumnos puedan optar por ella”.
Los obispos piden una vez más “que la enseñanza religiosa, como derecho fundamental de los padres y de los alumnos, sea una asignatura equiparable a las fundamentales, de oferta obligatoria para los centros y voluntaria para los alumnos, y que el hecho de recibir o no recibir esta enseñanza no suponga discriminación académica alguna en la actividad escolar”.
Desde aquí agradezco a los padres de familia en su hermosa y difícil tarea de educar a sus hijos, a los sacerdotes y catequistas, confiando en los profesores de religión y moral católica que con espíritu apostólico y dedicación profesional imparten esta enseñanza con la esperanza de superar las dificultades con la ayuda del Señor y el patrocinio de la Virgen María.

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