En marzo pasado los países de la OCDE sumaban 45,9 millones
de parados (7,5%), la zona euro casi 19 millones (11,8%) y España cerca
de 6 millones, el 25,9% de su población activa. Una sangría que se ha cebado especialmente con los jóvenes. El 55% de los menores de 24 años no tiene trabajo,
a pesar de formar parte de ser la generación más preparada de la
historia, y en toda Europa son seis millones los jóvenes sin empleo, lo
que supone un coste anual superior a 150.000 millones de euros, un 1,2%
del PIB de los Veintiocho y un 20% más que el presupuesto común.
El trabajo escasea. Lo dicen los datos. Pero la realidad
difiere. Muchas vacantes se quedan sin cubrir en España y en todo el
mundo porque las empresas no dan con el perfil adecuado, con el
candidato idóneo, lo que con cierta frecuencia va unido al nivel de
especialización requerido, a la formación. Una situación que muchas
veces da al traste con proyectos previstos, que, a falta del trabajador
adecuado, nunca salen de cajón. Sectores como minería, construcción o energético, para más datos el eólico, demandan profesionales en medio mundo, como también ingenieros o médicos mientras las tasas de paro apenas se mueven... a la baja.
El caso de España no es aislado. En nuestros país hay
73.000 vacantes sin cubrir, pese a batir todos los récord de desempleo.
Según un informe de Randstad en cada proceso de selección se presentan entre 800 y 1.300 candidatos, pero el 43% de las vacantes no logra cubrirse porque las empresas no dan con el perfil que buscan. La tasa de fracaso en los procesos de selección es del 60%.
¿Qué está ocurriendo? Luis Pérez, director de Relaciones
Institucionales de Randstad, asegura que España necesitará tiempo para
que el mercado laboral pueda absorber el empleo destruido durante la
crisis, aunque también asegura que solo avanzar en el camino de la colaboración público-privada
permitirá descargar las abultadas listas de parados, además de que los
trabajadores cuenten con alto grado de especialización. «En un país de servicios como
es España, la especialización en puestos específicos en este sector
(camareros, dependientes...) es clave, al igual que el conocimiento de
idiomas», afirma.
Francisco Aranda, presidente de asuntos laborales de
CEIM-CEOE, asegura que «hay dos conceptos en los que tenemos que ser
especialmente ágiles: aprobación de nuevos planes de formación adaptados a la demanda real y estimular la intermediación en el mercado de trabajo a través de operadores más eficaces».
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