lunes, 8 de octubre de 2012

Así arruinaron los japoneses la educación: un modelo a olvidar


Hace veinte años, el sistema educativo japonés era un ejemplo para el mundo. La estrecha relación entre empresas y universidades había hecho que los estudiantes japoneses tuvieran asegurado un puesto de trabajo nada más finalizar sus estudios, e incluso antes. El país no conocía el paro, las escuelas y universidades eran muy exigentes y el fracaso escolar era prácticamente inexistente. Hoy poco queda del milagro educativo japonés. Las aulas están vacías, debido al frenazo de la natalidad, y todos los años cierran un puñado de universidades, porque son incapaces de atraer estudiantes.
A este contexto nada halagüeño se añade un problema que, muchos consideran, es pilar en el fracaso del sistema: Japón se encuentra en la cola de la enseñanza de idiomas. Hasta el año 2000, cuando se cambió la ley educativa, el sistema no contemplaba la enseñanza de inglés hasta la escuela secundaria, entre los 13 y los 15 años. Y ahora que se empieza a impartir desde primaria faltan profesores con un nivel adecuado.
Ante este panorama cobró gran importancia la acreditación externa de las habilidades lingüísticas, y particularmente la pruebas de inglés TOEIC (Test of English for International Communication) –la versión para entornos empresariales del TOEFL (Test of English as a Foreign Language) que se diseñó ex profeso pensando en el entorno japonés– que las empresas empezaron a exigir a medida que se hizo necesaria una mayor apertura hacia mercados internacionales. Ayer visitaron Madrid los más altos responsables de la organización sin ánimo de lucro que imparte estos exámenes en el país nipón, The Institute for International Business Communication (IIBC). Su cometido: explicar a los responsables de estas pruebas en España, la consultoría Capman, cómo estos test se abrieron paso tan rápidamente en Japón, y qué importancia tiene la implantación de un sistema de acreditación unificado que mida las competencias lingüísticas.
La revolución de los estudiantes mediocres
Aprovechando esta visita, Naotomi Umezawa, director ejecutivo del IIBC, ha explicado a El Confidencial las particularidades del sistema educativo japonés y por qué razón se ha quedado estancado. Basta analizar un dato para darse cuenta de que algo no funciona. El 45% de los trabajadores japoneses tiene un título universitario –es el tercer país del mundo con mayor número de licenciados– pero las tasas de desempleo de estos es muy alta, de un 15%. Las universidades japonesas, además, no dejan de bajar en los rankings internacionales. La universidad de Tokio, la más prestigiosa del país, no aparece en la mayoría de listas hasta la posición 30.

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