Ante más de 30 mil presentes en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre explicó que "toda la liturgia del tiempo pascual canta la certeza y la alegría de la resurrección de Cristo" que "constituye la realidad central de la fe cristiana, en su riqueza doctrinal y en su vitalidad inagotable".
El Pontífice, que llegó a la Plaza de San Pedro en helicóptero desde la residencia de Castel Gandolfo, afirmó luego que "la muerte del Señor demuestra el amor inmenso con que nos amó hasta entregarse por nosotros, pero solamente su resurrección es la 'prueba segura'" de que "todo lo que afirma es verdad".
"Es importante reafirmar esta verdad fundamental de nuestra fe, cuya verdad histórica está ampliamente documentada aunque si hoy como en pasado, no faltan quienes la ponen en discusión o incluso la niegan. Si se debilita la fe en la resurrección de Jesús se debilita el testimonio de los creyentes", prosiguió.
"Por el contrario, la adhesión a Cristo muerto y resucitado cambia la vida e ilumina toda la existencia de las personas y los pueblos", enfatizó.
Seguidamente el Papa indicó que "especialmente en esta Octava de Pascua, la liturgia nos invita a encontrar personalmente al Resucitado y a reconocer su acción vivificadora en los acontecimientos de la historia y en nuestro vivir cotidiano".
Como con los discípulos de Emáus, de los que habla el Evangelio de hoy, el Señor está en camino "con nosotros, nos explica la Escritura y nos hace entender este misterio: todo habla de Él. Así tendrían que arder nuestros corazones para que también se abriesen nuestros ojos. El Señor que está con nosotros nos enseña el camino verdadero".
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