Hoy se celebra la Jornada Mundial de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, que toma como referencia el cierre en 1945 del campo de concentración de Auschwitz (Polonia), el principal centro de exterminio nazi donde murieron más de 1.100.000 personas.
En medio de esta persecución, aparecieron gestos de solidaridad de parte de la Iglesia Católica, encabezada por el Papa Pío XII y que ayudaron a salvar a cientos de miles de sus “hermanos mayores en la fe”.
1.- El Papa Pío XII
En 1939 el Cardenal Eugenio Pacelli fue nombrado Papa, tomando el nombre de Pío XII. Durante su pontificado incrementó sus actividades de acogida a los judíos. Se estima que con su obra se lograron salvar unos 800 mil judíos. El Santo Padre los escondía en el Vaticano, sobretodo en Castel Gandolfo, la residencia papal.
Incluso en su cama nacieron cerca de 42 niños, hijos de refugiados. Como gratitud, varios fueron llamados “Eugenio”.
También entregó a Israel Zolli, el entonces Gran Rabino de Roma, un considerable aporte en oro para completar los 50 kilogramos de este metal que los nazis exigieron a la comunidad judía para no ser deportada.
Este y otros gestos de caridad hicieron que con el tiempo el rabino se convirtiera al catolicismo, bautizándose con el nombre de Eugenio.
2.- San Maximiliano María Kolbe
Este santo polaco tuvo una visión de pequeño: la Virgen se le apareció y le mostró una copa roja y otra blanca. La roja significaba que sería mártir y la blanca la pureza. El niño las aceptó. Desde entonces fue devoto de la Virgen y años más tarde ingresó a la Orden de los Franciscanos.
En 1936, luego de un viaje a Japón, regresó a Polonia. Al estallar la Segunda Guerra Mundial fue apresado con otros frailes y enviado a los campos de concentración en Alemania y en Polonia. Sin embargo, fue liberado. En 1941 lo volvieron a arrestar y fue llevado al campo de concentración de Auschwitz.
Los tratos inhumanos de los nazis y las duras condiciones de vida no fueron un impedimento para seguir ejerciendo su ministerio ni disminuyeron su preocupación por el prójimo.
El 3 de agosto de 1941 un prisionero escapó y en represalia el comandante del campo ordenó escoger a diez cautivos para ser condenados a morir de hambre. Entre los escogidos estaba el sargento polaco Franciszek Gajowniczek. Este, al ser elegido, exclamó: “Dios mío, yo tengo esposa e hijos”. Entonces el santo, que no estaba entre los diez condenados, se ofreció a morir en su lugar. El cambio fue aceptado.
Durante los diez días del encierro, San Maximiliano animó y exhortó a sus compañeros a seguir en oración. Todos murieron menos él. Cuando los nazis vieron que seguía vivo, le colocaron una inyección letal. Partió a la casa del Padre el 14 de agosto de 1941.
3.- El Cardenal Jules-Gérard Saliège
El Cardenal Saliège es considerado como un héroe porque durante la Segunda Guerra Mundial se enfrentó a los nazis en Francia para defender a los judíos, obedeciendo el mandato de Pío XII. Se empeñó en mejorar la situación en los campos de detención en el sudoeste del país y redactó varios documentos a favor del pueblo judío.
En 1941 escribió a las autoridades de Vichy para rechazar la política antijudía. Al año siguiente, el Purpurado difundió una carta pastoral que fue prohibida.
“Los judíos son hombres, las judías son mujeres... No se les puede maltratar a discreción... Pertenecen a la especie humana. Son hermanos nuestros, como lo son tantos otros. Un cristiano no puede olvidar esto”, expresó en la carta.
En el año 2012, con ocasión del 70 aniversario de la redada que culminó con la detención de 13 mil judíos parisinos, el Yad Vashem de Jerusalén añadió una incisión sobre la Medalla de los Justos que entregó póstumamente en 1970 al Cardenal para agradecerle su defensa de los judíos.
4.- El Beato Odoardo Focherini
Odoardo Focherini fue un católico militante desde su juventud y es recordado por su empeño en salvar a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial, sabiendo que arriesgaba su vida.
Se casó a los 23 años y tuvo siete hijos. A los 27 años se convirtió en el presidente de la Acción Católica en Italia, donde se dedicó a captar jóvenes antes de que fueran reclutados por el fascismo. Además, fue director del periódico católico L’Avvenire.
Junto a otros, en 1943 ayudó a más de 100 judíos a huir a Suiza. En 1944 fue arrestado por los nazis mientras atendía a un judío en un hospital. Lo llevaron a un campo de concentración en Hersbruck donde las condiciones de vida eran precarias. Sin embargo, el periodista nunca se quejó y se mantuvo firme hasta el final. Murió ese mismo año a causa de una septicemia por una infección en la rodilla.
5.- El sacerdote italiano Ottavio Posta
Este sacerdote italiano realizó una gran hazaña: en la noche del 19 de junio de 1994, con ayuda de un grupo de pescadores, atravesó el lago Trasimeno para rescatar a los judíos que estaban prisioneros en el castillo de la Isla Mayor a causa de las leyes raciales.
Al llegar a la isla el P. Posta hizo que los habitantes llevaran a los judíos a la orilla, donde los ingleses esperaban. También acompañó a los libertos mientras cruzaban el lago. Todo ello en medio de los disparos de las ametralladoras.
En una carta escrita en 1944, los rescatados señalaron que “don Ottavio Posta, párroco de la Isla Mayor en el (lago) Trasimeno, durante el período de nuestra prisión en la isla por las leyes raciales, fue para nosotros de gran ayuda y consuelo".
En septiembre del año 2011 se le concedió el título de “Justo entre las naciones”, la condecoración más alta concedida por Israel a los no judíos.
6.- El Venerable Arzobispo ucraniano Andrey Sheptysky
El Arzobispo Andrey Sheptysky fue un líder de la Iglesia greco-católica en Ucrania desde 1900 a 1944 y que, a costa de su propia vida, salvó a cientos de judíos durante la ocupación nazi.
En 1901 fue nombrado Arzobispo Metropolitano de la Eparquía Ucraniana de Lviv, convirtiéndose en la cabeza de la Iglesia greco-católica ucrania. Su mandato estuvo marcado por el conflicto y la persecución de los sucesivos gobernantes de Ucrania, incluyendo al Imperio Ruso, la Segunda República Polaca, la Alemania Nazi y la Unión Soviética.
Durante la Segunda Guerra Mundial estuvo en contra de la política nazi hacia los judíos y animaba a sus fieles a tratarlos bien, tal como lo menciona en una carta pastoral escrita en 1942. También alentó a sus sacerdotes y abades locales a refugiar a los judíos. En esta labor fue ayudado por su hermano, el Beato Klymentiy Sheptysky, archimandrita de monjes estuditas de la Iglesia greco-católica ucraniana.
Además usó sus recursos para crear una clínica gratuita y ayudar a las víctimas de la guerra.
En julio de 2015 el Papa Francisco autorizó el decreto que reconoce sus virtudes heroicas.
7.- Florencia: las Hermanas Siervas de María Santísima Dolorosa
En otoño de 1943, Magdalena Cei, la superiora del convento de las Hermanas Siervas de María Santísima Dolorosa acogió y escondió a 12 niñas judías que huían de la persecución nazi en Polonia, Bélgica y Francia.
Este gesto fue una respuesta al llamado que hizo el entonces Cardenal de Florencia, Mons. Elia Dalla Costa, de proteger y acoger a los judíos. Terminada la guerra casi todas las niñas se reencontraron con sus padres, menos dos. El 13 de enero de 2016 el convento fue reconocido como “Casa de la Vida” por la Fundación internacional Raoul Wallenberg.
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