jueves, 12 de octubre de 2017

Jóvenes y redes sociales: más complejo de lo que parece

En el número 107 de la revista Telos, editada por la Fundación Telefonica y disponible en abierto en su página web tanto en formato texto como en pdf, me publican un artículo titulado “Jóvenes y redes sociales: más complejo de lo que parece” (pdf), como parte de un dossier central titulado “Jóvenes y redes sociales”.
En el artículo trato de ordenar las que para mí son algunas de las referencias imprescindibles en este tema, y revisar algunos de los mitos que, con el tiempo y la perspectiva, van probándose como completamente falsos, por muy convincentes que pudiesen sonar en su momento. No solo que los nativos digitales no existen y que son un concepto peligroso y engañoso que puede llevar a no prestar atención a su educación y hábitos, o a hacer una auténtica dejación de funciones educativas, sino también a esa supuesta y sobrevalorada cultura propia y rasgos identitarios de una generación que, en realidad, resultan asombrosamente parejos a los pre-existentes y no parecen aportar prácticamente nada en términos de innovación o en códigos comunicativos mínimamente originales. No, no es que no entendamos a los youtubers porque nos pillan muy mayores… es que en realidad, y salvo escasísimas excepciones, no hay gran cosa que entender, y su simplicidad nos pasma y nos deja pensando que tiene que haber algo más en ese fenómeno.
En realidad, la mayor cantidad de adaptación, innovación y desarrollo de hábitos en los que se ha basado la estrategia de la gran mayoría de las herramientas y redes sociales que conocemos no ha tomado como referencia el uso que llevaban a cabo esas generaciones jóvenes, sino el de una generación que ahora oscila más bien entre los treinta y los cincuenta años. La identificación de muchas de esas herramientas con las generaciones más jóvenes es, salvo muy escasas excepciones, un mito. Aquí dejo una cita:
“En la práctica, el estudio de los hábitos de los jóvenes en las redes sociales en las primeras décadas del siglo XXI parece mostrar conclusiones muy distintas a las que se habían anticipado originalmente: una generación anodina, carente de cualquier tipo de rasgos identitarios específicos, y centrada en una simplicidad que les lleva a tratar prácticamente cualquier herramienta como si fuese un chat o una mensajería instantánea.”
Es lo que ocurre cuando una generación crece en presencia de una serie de herramientas nuevas, pero el sistema educativo renuncia completamente a incorporarlas a su formación, pretende generar espacios estancos en los que la tecnología no entre, y adopta como propio el mito del nativo digital.

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