lunes, 30 de enero de 2017

Noticias falsas: aún queda mucho por hacer

Invitado: Enrique Dans.

(...)
El problema es indudablemente grave: según un reciente estudio de Stanford, la gran mayoría de los estudiantes no saben discernir cuando una noticia es falsa o esponsorizada: la absurda idea de que eran “nativos digitales” y que tenían de alguna manera internet metido en su pool genético ha llevado a muchos padres y educadores a una dejación de responsabilidad en este tipo de cuestiones, convirtiéndolos en una generación que carece de referencias válidas y de sentido crítico.
La tardanza de Facebook en hacer frente a este problema, debida fundamentalmente al miedo a que se relacionase con un sesgo en contra de ideologías conservadoras, llevó a que el ahora presidente Donald Trump pusiese en marcha una auténtica maquinaria de fabricación y dispersión de noticias falsas a varios de cuyos actores principales ha recompensado después con puestos en su gabinete, en una maniobra que según muchos observadores, pudo condicionar en gran medida el resultado de las elecciones y que, en caso de no tomar medidas, podría empeorar en el futuro tras el acceso a las urnas de una generación todavía más ingenua y confiada que las anteriores.
Los creadores de noticias falsas, por otro lado, también utilizan la tecnología para mejorar su producto: una aplicación basada en inteligencia artificial es capaz de recrear gestos y vocalizaciones sobre el vídeo de una persona, generando falsificaciones capaces de poner cualquier cosa en boca de cualquier personaje conresultados entre aterradoramente buenos o sencillamente mediocres, pero indudablemente capaces de llevar a engaño a muchos usuarios. Mientras compañías como Apple o Snapchat afirman no tener problemas con las noticias falsas debido a un control mucho mayor sobre las publicaciones que admiten en su red, ecosistemas más abiertos como Google o Facebook se ven obligados a trabajar con una amplia gama de señales que incluyen desde los patrones de popularización de las noticias hasta los reportes de los propios usuarios, en un esfuerzo por aislar ese tipo de noticias y castigar a sus autores mientras tratan de no poner en riesgo la pluralidad o de cerrar el paso a quienes cuestionen el pensamiento mayoritario.
El problema es indudablemente complejo. Si tras la primera campaña de Barack Obama vimos una proliferación de supuestos expertos en social media afirmando que podían ayudar a cualquier político a mejorar sus resultados, tras la campaña de Trump nos arriesgamos a ver aprendices de Steve Bannon, editor del panfleto ultraderechista Breitbart News, aspirando a puestos de asesoría estratégica en gabinetes de medio mundo. Nada que pueda o deba ser tomado a la ligera… y ahora, menos que nunca. Estamos indudablemente ante uno de los problemas más preocupantes y complejos de nuestros tiempos, y todavía queda mucho por hacer.

No hay comentarios: