La religiosidad está en crisis en el Reino Unido, donde el 49% de los ciudadanos aseguran no profesar ninguna religión. La Iglesia de Inglaterra, fundada por Enrique VIII en 1534 tras su ruptura con Roma para casarse de nuevo, está en caída libre. Su apertura liberal ha coincidido en el tiempo con una acusada pérdida de feligreses: hoy cuenta con el 17% de los creyentes británicos, 8,6 millones de fieles, pero en 2012 suponía el 21%. Por su parte los católicos se mantienen, con un 8% de la población creyente. La religión que más crece es la musulmana, que ganó de 2012 a 2014 unos 900.000 fieles, hasta alcanzar los 1,7 millones.
En el mundo educativo, el catolicismo está convirtiéndose en un referente. El Gobierno británico ha reconocido la calidad de sus colegios y ha anunciado una reforma que otorgará más libertad para que puedan abrir nuevos centros. La propia Theresa May, hija de un reverendo anglicano y que profesa esa fe, anunció que se levantarán las cuotas de alumnos de otras creencias que pesan hoy sobre las exitosas escuelas católicas, que tienen listas de espera por su calidad. «Fundamentalmente creo que es equivocado negar a las familias la oportunidad de enviar a sus hijos a escuelas que reflejan sus valores. Creo que lo correcto es animar a esas comunidades religiosas, especialmente en casos de éxito probado como el de los católicos, a que puedan construir más escuelas capaces», reflexionó la primera ministra.
Los colegios católicos de Inglaterra y Gales acaban de hacer públicos por primera vez los porcentajes de alumnos de otras religiones que reciben. Lo más sorprendente es que más de 26.000 musulmanes estudian en sus centros. Incluso existe un caso extremo, el Rosary Catholic de Birmingham, una escuela de primaria en la segunda mayor ciudad del país, donde el 90% de alumnado es de fe mahometana.
De los 850.000 alumnos que se forman en las escuelas católicas de Inglaterra y Gales, 290.000 son de otras religiones, la mayoría también cristianos, muchos de origen africano. Es decir, un tercio de las plazas de los centros católicos son para alumnos de otras creencias. La explicación ha sido la evolución demográfica de los vecindarios donde se ubicaron originariamente los colegios.
Los centros católicos permiten a los padres musulmanes que retiren a sus hijos de los actos de culto y celebraciones propias de la fe católica, como la Navidad o la Semana Santa. Pero la mayoría prefieren que participen. Sin embargo, la directora de uno de los colegios ha declarado a la BBC que «no es fácil hablar con padres y alumnos de este tema».
Para luchar contra la radicalización en algunos centros educativos musulmanes, el Gobierno ha obligado a todos los colegios del país a enseñar también una segunda religión, que puede elegir libremente cada centro. Las escuelas católicas han optado por impartir el judaísmo como complemento, lo que ha molestado al Consejo de Musulmanes Británicos, que se ha declarado «muy decepcionado» y asegura que con su decisión «la Iglesia Católica británica mina el mensaje del Papa Francisco de tolerancia entre las religiones». Piden al cardenal Vicent Nichols, el líder católico inglés, que recfifique. La jerarquía católica británica razona que la enseñanza del judaísmo es el complemento lógico de una religión cristiana. No le falta razón, pues Europa es precisamente el fruto de una civilización judeocristiana.
En la actualidad, las escuelas católicas de primaria cuentan con un 37% de niños de minorías étnicas, por encima de la media nacional. En total en el Reino Unido hay 6.800 colegios religiosos, de los que solo 28 son musulmanes, con otros dos más en proyecto. De los centros católicos se ensalza su ética, sistema de valores y excelente calidad educativa.
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