viernes, 7 de noviembre de 2014

La Iglesia y sus desencuentros con la prensa: ¿quién tiene la culpa?

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Prejuicios de un lado, miedo y falta de profesionalidad del otro... la opinión del periodista español Antoni Coll

Con más de cuarenta años de oficio, quien ha sido responsable de varios medios subraya que, aunque hay  buenos informadores en religión, son mayoría los que se “entretienen en cuestiones secundarias” o son “superficiales o, incluso, se les nota beligerantes”.

Pero Coll, que acaba de publicar una reedición en digital de su obra del 2006 Dios y los periódicos (Digital Reasons), considera que la Iglesia debe también hacer “autocrítica” porque, como comunicadora, es “desastrosa”, ya que “teme a la prensa, quizá por malas experiencias” y esa “desconfianza la lleva a veces a rehuir a los medios y a pedirles que manden preguntas anticipadas”. Más partidario de que “haya más periodistas católicos en los medios, que de medios católicos”,  afirma que el éxito del Papa, incluso en medios hostiles, se debe a “su forma sencilla, natural y confiada de comunicar”.

-Con su dilatada carrera en medios de comunicación, más de 40 años, ¿cómo evalúa la información religiosa que hace la prensa occidental?

Es muy superflua. Hay pocos periodistas formados sobre información religiosa y escriben como si tratara de economía uno que no supiera casi nada o de deportes alguien muy poco especializado. Es decir, sueltan tópicos o se entretienen en cuestiones muy secundarias. Hay buenos periodistas del tema, pero otros muchos son superficiales y a veces incluso se les nota beligerantes, quizá por algún tema personal.

-En nuestro entorno cristiano-católico de habla hispana, es fácil leer ataques contra la Iglesia Católica por sus posiciones en diversos temas, ¿es una cuestión ideológica de los medios u obedece a otros factores?

La mayoría de las veces obedece a un prejuicio. En tal caso, cualquier cosa está mal. Si Juan Pablo II no hubiera atraído a la gente en sus viajes hubieran dicho que era porque no conectaba con el sentir del pueblo. Si atraía a millones de personas, entonces decían que se trataba de una masa poco crítica, que acudían igual que podían ir a un concierto.

-En el sentido anterior, pero desde otra óptica, ¿estima que la Iglesia comunica bien sus propuestas?

Es importante que la Iglesia haga autocrítica como comunicadora. Suele ser desastrosa en este aspecto. Teme a la prensa, quizá por malas experiencias, y esta desconfianza le lleva a veces a rehuir a los medios, a pedirles que manden preguntas anticipadas, etc, o sea que establecen una mala relación de inicio.

-¿Cree que la jerarquía es consciente de la importancia de la comunicación y propone las actuaciones para abordarla convenientemente?

Debería ser más consciente, aunque ha avanzado en este aspecto. Es importante que se dote de comunicadores o portavoces que sean amables, accesibles y que entiendan del oficio, si es posible porque hayan estado al otro lado y ejercido el periodismo.

-Por su parte, el Papa Francisco encandila a los medios de comunicación más contrarios al hecho religioso, ¿a qué achaca este éxito del Pontífice?

A su forma sencilla, natural y confiada de comunicar. También al hecho de dominar los gestos, que son más importantes que las palabras, y a la capacidad de hablar imaginando el título que podrán los medios a lo que diga.

-¿Qué opinión le merecen la información de los medios católicos y cuáles serían los más influyentes y prestigiosos, a su juicio?

Pienso que es más importante que haya católicos en los medios, que medios católicos. Pero también estos son decisivos. Pienso sobre todo en Vatican Service y al impulso que dio la información vaticana desde que, en tiempos del papa polaco, se puso al frente a un periodista, Joaquín Navarro Valls.

-Para acabar, ¿qué medios ofrecen mejor información religiosa y valoran la religión como hecho social significativo?

 Cada país tiene medios de información serios y además atractivos, desde revistas mensuales hasta publicaciones semanales, emisoras de radio y televisión, webs, etc.

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