Si los profesores están desmotivados se debe a dos factores: la ausencia de una carrera docente que les impida progresar y la dificultad de hacerse oír en las aulas. Para solucionar ambos problemas, el Ministerio de Educación pondrá en marcha, previsiblemente a finales de este año, el estatuto del docente. Así lo confirmó ayer la secretaria de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades, Monserrat Gomendio, en el Congreso de los Diputados, donde compareció para explicar las líneas generales básicas la reforma educativa.
Gomendio explicó que el estatuto será «uno de los pilares sobre los que se sostendrá la reforma». Así, el texto «modificará el sistema de acceso a la carrera docente, de forma que atraiga a los mejores profesionales y premie a los candidatos mejor preparados». Al contrario de lo que existía hasta ahora, el estatuto «desarrollará una estructura de carrera docente que motive a los profesores a seguir mejorando», dotando «de incentivos a quienes más méritos acrediten» y permitiéndoles que «asuman más responsabilidades a medida que promocionen».
De hecho, los profesores que consigan mejores resultados entre sus alumnos «podrán extender sus buenas prácticas más allá de su aula», de forma que sus centros y sus propios compañeros «se beneficien de sus actuaciones». En cuanto al respeto al docente, Gomendio aclaró que el estatuto tratará de mantener «un nivel de disciplina en la clase, impidiendo que una minoría impida progresar al resto».
La secretaria de Estado también confirmó otras de las líneas maestras de la reforma. El curso de 4º de la ESO pasará a ser un curso de iniciación con dos itinerarios: Bachillerato o Formación Profesional (FP); aumentará la autonomía de los centros y se fomentará su especialización; se impulsarán las TIC como herramienta complementarias de aprendizaje; apoyo al bilingüismo, pues, no en vano, «dos tercios de nuestros alumnos presentan una comprensión oral del inglés deficiente»; se potenciará la colaboración entre el Estado y las comunidades autónomas en la lucha contra el fracaso y el abandono escolar; la FP pasará a ser dual, con una mayor proporción entre el tiempo dedicado al aprendizaje y el dedicado a las prácticas; y también se realizarán pruebas al final de cada etapa escolar para «evaluar» cuál tiene que ser el nivel de exigencia en los alumnos y centros.
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