sábado, 7 de enero de 2012

“No hay ningún choque entre la clase de Ciencias y la de Religión”

¿Qué le parece que científicos británicos pidan expresamente a su gobierno que prohíba la enseñanza del creacionismo y el diseño inteligente como teorías científicas?

– Pienso que la ciencia tiene sus propios mecanismos para establecer lo que es científico y lo que no lo es. Yo tengo confianza en la ciencia y en la comunidad científica, quizás más que aquellos que tratan de que se prohíba o se obligue a enseñar doctrinas, teorías o hipótesis desde instancias ajenas a la misma ciencia. Algunos parecen tener miedo a que se pongan en cuestión las tesis que ellos defienden. Recurrir a estos medios para impedir que se enseñen unas ideas científicas determinadas sería avanzar hacia una dictadura política o ideológica en las aulas y, en definitiva, en la ciencia. La verdad, y también por tanto la verdad científica, debe imponerse por sí misma. Es lo que quizás está detrás de la defensa que siempre se ha hecho de la libertad de cátedra en las aulas.

El creacionismo y el diseño inteligente

¿Cree que, como dicen éstos, son teorías pseudocientíficas?

– Hay que distinguir, según mi opinión, entre el creacionismo y el diseño inteligente. En el primer caso se sostiene una cosmovisión que está supeditada a una lectura particular de la Biblia. Por este motivo no hay un único creacionismo. No obstante su diversidad, tienen en común el defender tesis, diversas según el tipo de creacionismo, que son abiertamente contrarias a lo que hoy sabemos por las ciencias naturales: por ejemplo la errónea estimación de la edad del universo y la oposición a las teorías evolutivas. Si por pseudocientífico entendemos una doctrina que, desde una instancia que no es científica, hace afirmaciones que caen dentro del ámbito metódico de alguna ciencia, entonces el creacionismo es efectivamente pseudocientífico.

El caso del diseño inteligente es distinto. Las tesis que proponen sus defensores más representativos no están sustentadas en ninguna supuesta instancia revelada. De hecho hay promotores de este movimiento procedentes de distintas religiones e incluso algunos agnósticos. Ellos parten de hechos que tienen carácter científico y sus argumentos señalan, me parece que rectamente, algunos límites actuales (no sabemos si futuros) de algunas teorías científicas. Ponen de manifiesto en concreto algunos desafíos con los que se enfrenta hoy la biología. Pero las soluciones que ofrecen los defensores del diseño inteligente a dichos problemas sí escapan propiamente al método científico tal como es ejercido por la comunidad científica. Es en este punto donde se puede decir también que el diseño inteligente es una pseudociencia, aunque de naturaleza distinta al creacionismo.

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