En la homilía de la Misa en la que hoy confirió el bautismo a 16 bebés, el Papa Benedicto XVI señaló que educar es una misión maravillosa si se hace en colaboración con Dios, que es el primer y verdadero educador de cada hombre.
Al celebrar la Fiesta del Bautismo del Señor en la que confirió el bautizo a los pequeños acompañados de sus familiares y amigos en la Capilla Sixtina en el Vaticano, el Papa dijo que la decisión de bautizar a los niños "ha sido su primera elección educativa como testimonios de la fe hacia sus hijos: ¡la elección fundamental!".
Benedicto XVI resaltó luego que "la tarea de los padres, ayudados por el padrino y la madrina, es aquella de educar al hijo o la hija. Educar es muy comprometedor, a veces es arduo para nuestras capacidades humanas, siempre limitadas, pero educar se convierte en una misión maravillosa si se la cumple en colaboración con Dios, que es el primer y verdadero educador de cada hombre".
Reflexionando sobre la primera lectura del libro de Isaías, en la que Dios pone en guardia a Israel para no gastar su dinero en cosas que no sacian, el Papa dijo que el Señor "quiere darnos cosas buenas de beber y de comer, cosas que nos hacen bien; mientras a veces usamos mal nuestros recursos, los usamos para cosas que no sirven, es más, que son incluso nocivas".
"Dios quiere sobretodo darse a Sí mismo y su Palabra: sabe que alejándonos de Él nos encontraríamos rápidamente en dificultad, como el hijo prodigo de la parábola, y sobretodo perderíamos nuestra dignidad humana".
Por esa razón, afirmó el Papa, Dios "nos asegura que Él es infinita misericordia, que sus pensamientos y sus caminos no son como los nuestros –¡para nuestra fortuna!– y que podemos siempre regresar a Él, a la casa del Padre. Después nos asegura que si acogemos su Palabra, ella traerá frutos buenos a nuestra vida, como la lluvia que empapa la tierra".
Sobre el salmo, al que se respondió con la antífona "sacarán agua con alegría de las fuentes de la salvación", el Santo Padre indicó que estas fuentes "son la Palabra de Dios y los Sacramentos. Los adultos son los primeros que deben alimentarse de estas fuentes, para poder guiar a los más jóvenes en su crecimiento".
"Los padres deben dar tanto, pero para poder dar tienen necesidad a su vez de recibir, de lo contrario se vacían, se secan", destacó.
El Papa Benedicto XVI precisó luego que "los padres no son la fuente, como tampoco nosotros sacerdotes somos la fuente: somos más bien como canales, a través de los cuales debe pasar la linfa vital del amor de Dios. Si nos desprendemos de la fuente, nosotros mismos en primer lugar lo sentimos negativamente y no estamos más en condiciones de educar a otros".
El Papa dijo luego que "la primer y principal educación se realiza a través del testimonio. El evangelio nos habla de Juan el Bautista. Juan fue un gran educador de sus discípulos, porque los ha conducido al encuentro con Jesús, del cual ha dado testimonio. No se ha exaltado a sí mismo, no ha querido tener los discípulos ligados a sí".
El verdadero educador, señaló Benedicto XVI, "no liga a las personas a sí, no es posesivo. Quiere que el hijo o el discípulo aprenda a conocer la verdad y establezca con ella una relación personal".
"El educador cumple su deber hasta el final, no hace faltar su presencia atenta y fiel; pero el objetivo es que el educando escuche la voz de la verdad hablando a su corazón y que la siga en un camino personal".
Tras señalar que en la tarea educativa el Espíritu Santo sostiene a quienes la realizan, el Papa resaltó el papel fundamental de la oración en este proceso: "la oración es la primera condición para educar, porque rezando nos ponemos en condiciones de dejar a Dios la iniciativa, de confiarle los hijos a Él que los conoce primero y mejor que nosotros y sabe perfectamente cuál es su verdadero bien".
"Los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Penitencia, nos permiten cumplir la acción educativa en unión con Cristo, en comunión con Él y continuamente renovados por su perdón".
Finalmente el Papa confió a los nuevos bautizados a la "guía materna de María Santísima, para que crezcan en edad, sabiduría y gracia y lleguen a ser verdaderos cristianos, testigos fieles y gozosos del amor de Dios. Amén".
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