El ministro de Educación británico, Michael Gove, explica en el Daily Telegraph (1-09-2010) las razones de la ley que permite a más escuelas públicas convertirse en academias independientes gestionadas por organizaciones benéficas, asociaciones de padres, iglesias o empresas.
La nueva Ley de Academias, aprobada en la Cámara de los Comunes el pasado julio, concede por primera vez a las escuelas públicas de primaria la posibilidad de convertirse en academias autónomas (antes sólo podían las de secundaria).
La finalidad de esta ley es dotar a estos centros de mayor autonomía, así como facilitar que padres, profesores y grupos creen nuevas escuelas, con financiación pública, sin que las autoridades locales puedan vetarlas (cfr. Aceprensa, 27-05-2010).
Pese al poco tiempo que lleva en vigor la ley, de momento más de 140 escuelas (en su mayoría, de secundaria) han iniciado los trámites para transformarse en academias independientes. Para el nuevo gobierno británico, la expansión de este modelo educativo es una buena noticia.
En su artículo del Telegraph, Michael Gove critica duramente las trabas burocráticas que el gobierno laborista había ido poniendo a la elección de escuela. “En una sociedad avanzada, llevar a tu hijo a un buen colegio no tendría que obligar a nadie a embarcarse en una aventura más farragosa y compleja que una misión tripulada a Marte. Necesitamos un sistema alternativo más sencillo y justo”.
“Una de las tragedias de los últimos 13 años [período en que han gobernado los laboristas] es que, a pesar del gasto mayor que nunca, nos siguen faltando muchos buenos colegios. Tenemos algunos de los mejores colegios del mundo, pero todavía sigue habiendo bastantes que hacen lo que pueden”.
“La brecha entre los mejores y los peores colegios se está ensanchando. Es esta desigualdad, esta falta de plazas en los colegios buenos, lo que convierte los procesos de admisión en una competición tan dura”.
Con todo, Gove piensa que hay razones para el optimismo. Este año, dice, algunas academias han logrado resultados muy buenos en los exámenes finales de secundaria; sobre todo, en algunas zonas deprimidas del sur de Londres, donde funciona desde hace tiempo la red escolar Harries Academies.
El empeño del gobierno británico por aumentar la libertad y la calidad de enseñanza en la red pública no podrá ser calificado esta vez de elitista, adjetivo al que recurren a menudo los laboristas para descalificar las reformas educativas de los conservadores (ahora en coalición con los liberal-demócratas).
Buena muestra de ello es el interés del gobierno por motivar a profesores destacados para que se lancen a abrir nuevas academias en las zonas más pobres del país. “Una de las reuniones más gratificantes que he tenido –recuerda Gove– fue con los alumnos del programa Futuros Líderes, donde se preparan los profesores que van a convertirse en directores de centros en esas zonas. Me dijeron que irían cuanto antes para cambiar el intrincado sistema que hemos heredado”
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