Si hay alguien que puede explicar lo que está sucediendo en Italia, ese es Giuseppe De Rita. Este viejo sociólogo de 76 años lleva 45 observando y diseccionando las conductas de sus compatriotas desde una atalaya privilegiada: el Censis, uno de los más reputados institutos de análisis social.
Pregunta.- ¿Cómo es posible que Silvio Berlusconi domine desde hace 15 años la política italiana?Respuesta.- Porque es muy hábil. Bettino Craxi decía que para tener capacidad de decisión era necesario concentrar el poder, que para concentrar el poder había que verticalizarlo, que para verticalizar el poder había que personalizarlo, que para personalizar el poder había que tener poder mediático y que para tener poder mediático había que tener mucho dinero. Craxi falló en lo último porque no tenía dinero, mientras que él lo tiene.
P.- ¿Eso basta para explicar el fenómeno Berlusconi?
R.- Lo explica en parte. Pero, sobre todo, su gran mérito ha sido el de subirse a un nuevo y largo ciclo histórico-cultural: el de la libertad de ser uno mismo. Si observa, por ejemplo, sus discursos electorales del año pasado, verá que siempre insiste en que es él quien garantiza a los italianos la libertad de ser ellos mismos. Su mensaje es: "¿Quieren ser ricos?, ¿quieren ser internacionales?, ¿quieren ser de los que se van de putas? Pues yo les garantizo la libertad para serlo. Yo personifico eso, yo también soy alguien que quiere ser uno mismo, que no soporta al presidente de la República porque no me deja ser yo mismo, que no soporta al Parlamento porque no me deja ser yo mismo, que no soporta a la magistratura porque tampoco me deja ser yo mismo". Berlusconi personifica la idea de que el verdadero valor de una sociedad moderna es ser uno mismo
P.- ¿Cuando dice 'ser uno mismo', quiere decir hacer lo que a uno le dé la real gana?
R.- Exactamente.
P.- ¿Entonces el fenómeno Berlusconi es fruto de una decadencia generalizada?
R.- Dejemos de lado lo de decadencia. Berlusconi es fruto de un cambio antropológico. La idea de ser uno mismo empezó en Italia con el 68, cuando los jóvenes no querían ir a la universidad ni someterse a la disciplina de los estudios. Continuó en los años 70, cuando los chavales no querían hacer el servicio militar; prosiguió cuando en el 74 llegó el divorcio y muchos se preguntaron por qué tenía que seguir con su esposa en lugar de ser ellos mismos con otra mujer, después vino el aborto... Y así llegamos a una lógica de relativismo que afecta a toda la sociedad italiana, no sólo a Berlusconi. Por eso, hacer un llamamiento a los valores que afecte sólo a Berlusconi hace reír.
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