lunes, 4 de marzo de 2019

Posmodernidad y trabajo

El diccionario de la Real Academia define la posmodernidad como «Movimiento artístico y cultural de fines del siglo XX, caracterizado por su oposición al racionalismo y por su culto predominante de las formas, el individualismo y la falta de compromiso social».
Es la reacción lógica contra el gran proyecto de la Ilustración, contra la modernidad misma, contra la visión ingenua de que la razón era el fundamento único que podía generar la felicidad y el progreso humanos. Por eso la sociedad humana apostó todo su  futuro a la ciencia y la tecnología, pensando que con ellas tendríamos prosperidad y abundancia. Capitalismo y socialismo, las dos vertientes de la modernidad, resultaron fallidos.
El balance de la modernidad fue lo que Marcuse denominó la sociedad unidimensional, y Charles Jencks fue el que popularizó el término posmoderno. Posteriormente arraigó con el surgimiento del fotorrealismo o arte pop de Andy Warhol en el campo de la representación figurativa; con la música posmoderna de John Cage, con el punk de The Clash y el new wave de los Talking Heads; en cine, con las producciones de Godard y todo el conjunto de producciones de tipo comercial.
Estéticamente se orientó por lo abstracto, simbólico, nuevo y efímero. A la postre, como afirma Habermas, la posmodernidad tiene dos vertientes: una conservadora que busca un retorno al pasado (el milenarismo y el fundamentalismo) y otra anarquista, disolvente, destructiva y antimoderna.
Tal y como dice Mª Pilar Lozano en La novela española posmoderna, si tomamos una imagen o metáfora de la posmodernidad, esta sería el laberinto: algo descentrado, excéntrico, no cronológico, no causal,  polisémico, disperso e irónico. Son miles las cuestiones en torno a este término como experiencia real y que señala tantas preguntas.
Es posible que la percepción del mundo actual sea de desorden, de caos, a menudo visto desde la nostalgia de un mundo en el que, no hace tanto, las cosas parecían estar en su sitio: películas y novelas sin estructura, subjetividades rotas y deconstruidas, una economía global que parece no responder a ningún principio racional, directrices políticas confusas que mezclan sin orden ni concierto las tradicionales derecha e izquierda, todo ello conforma nuestra realidad última.
laberinto
Respecto del trabajo, elemento vertebrador de nuestra realidad social, Luis Enrique Alonso, en su obra Trabajo y posmodernidad, dice que se ha llegado a tal fragmentación que nos encontramos ante dilemas irresolubles para presentar un relato coherente y con sentido de lo que son las bases laborales actuales. Ello lleva a una lógica de la supervivencia en la diferencia, que no es sino el individualismo y el consumismo. Si la postmodernidad como movimiento intelectual planteó en su día un pensamiento débil, el resultado real de esa sociedad postmoderna y postfordista no ha sido más que un empleo débil y unos sujetos frágiles.
Si el trabajo está configurado como parte de la naturaleza del ser humano, frente a la actividad laboral como lucro o simple medio de supervivencia, es necesario rescatar el trabajo para rescatar la naturaleza del ser humano.
El cómo proteger el trabajo y, consecuentemente, su naturaleza humana es un proceso de arduo discernimiento, sobre todo en estos momentos de acelerada pérdida de empleos, de modificaciones sustanciales de las condiciones de trabajo, de imposición de empleos temporales, etcétera, como dice Sempere Navarro, en El Despido,  «crece la probabilidad de que sean despedidos trabajadores como represalias ante el reclamo de sus derechos o al ejercicio de la libertado sindical, o por otros motivos discriminatorios.  El despido sin causa, es una forma de violencia del poder privado que expropia ilícitamente el trabajo vulnerando el derecho fundamental al trabajo, inherente a la dignidad humana».
El papa Francisco recuerda que la dignidad de cada persona y el bien común son cuestiones deben estructurar toda política económica, por eso invita a cada empresario a dejarse “interpelar por un sentido más amplio de la vida; esto le permite servir verdaderamente al bien común, con su esfuerzo por multiplicar y volver más accesibles para todos los bienes de este mundo” (EG 203).  
Naturaleza y dignidad humana deben ser rescatadas, y acompañar al ser humano sobre todo donde se haga presente el desorden y el caos.

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