Monseñor García Burillo junto a Auxi Rueda, responsable de comunicación de la diócesis de Ávila, durante el encuentro de youtubers. Foto: Diócesis de Ávila
El encuentro de youtubers católicos que tuvo lugar este fin de semana en Ávila contó con más de 4,5 millones de impactos potenciales en redes sociales. La gente está en internet y los jóvenes en YouTube, donde ya pasan más tiempo que viendo la televisión. «Y la Iglesia tiene que estar donde están las personas», dice un sacerdote youtuber
«YouTube es una de esas periferias de las que habla el Papa Francisco. Está habitada por gente que no solo busca entretenimiento o formación; también hay muchos que buscan respuestas, que vuelcan frustraciones y heridas, hay muchas personas con anhelos de amor, de esperanza, de fe. Y la Iglesia tiene que estar donde están las personas». Patxi Bronchalo, sacerdote de la diócesis de Getafe, forma parte de los curas youtubers españoles más conocidos en la red y participó este fin de semana en el I Encuentro de Youtubers Católicos que tuvo lugar en Ávila y que contó con una amplia repercusión online. «Hablamos de 4.668.469 impactos potenciales en redes sociales, y hemos sido trending topic con #AvilaYoutuber a primera hora de la mañana del sábado», explica Auxi Rueda, responsable de comunicación de la diócesis abulense y organizadora del encuentro.
Colonizar el continente digital, como ya pidió Benedicto XVI, es el objetivo de los católicos que empiezan a dar pasos en la gran red social YouTube, en la que, según un estudio de una empresa estadounidense –Piper Jaffray–, los jóvenes ya pasan más tiempo que viendo la televisión. Este dato lo corrobora, por ejemplo, el canal de YouTube del influencer más seguido en la red por los españoles, elrubiusOMG, un joven de 25 años que a través de partidas de videojuegos y montajes cómicos cuenta con casi 28 millones de seguidores y más de 6.000 millones de visualizaciones. Es el número uno en España y el octavo a nivel mundial.
«Yo me encontré con que los jóvenes de la parroquia ya no veían la televisión, sino YouTube, para formarse, para entretenerse, para todo. Y me descubrí a mí mismo haciendo lo propio; cada vez que necesitaba aprender algo acudía a un tutorial de esta red», explica Bronchalo. Tras escuchar en una charla sobre medios que YouTube era la red social más importante, «me di cuenta de que no había sacerdotes en ella, y pensé en la cantidad de gente que buscaría a Dios también aquí». De hecho, reconoce, «mucha gente llega hasta mis vídeos poniendo frases en el buscador del tipo “estoy sufriendo mucho”, “soy adicto a la pornografía”, “mis padres se han separado y no sé qué hacer” o “¿cuál es el sentido de la vida?”. Esto me ha hecho darme cuenta de que tenemos que estar».
La Iglesia en España está dando sus primeros pasos en la red social de vídeos. De momento, el youtuber con más seguidores –33.000– es el marianista Daniel Pajuelo, conocido como smdani, que ha realizado encuentros con youtubersfamosos y personas de otras religiones. «Lo que aporta esta red a la presencia de la Iglesia en el mundo, sin grandes inversiones, es enorme», señala. Lo que es fundamental, destaca, «es no ser cutres, que la calidad de los vídeos sea buena», en forma y fondo. Establecer una comunidad «es otra de las claves»: «alguien se queda en tu canal porque conecta contigo, se siente reconocido, escuchado y acompañado, y esto va en la línea de la cultura del encuentro que nos pide el Papa».
Todo empezó con una sotana
Antonio María Domenech, sacerdote de Cuenca, viste sotana cada día. «Llegaba el verano y apretaba el calor, y todo el mundo empezó a preguntarme por qué seguía llevando la sotana. Cansado de explicarlo, se lo conté a un buen amigo y me dijo: “¿Por qué no lo grabas en un vídeo y lo escucha todo el mundo?”, y fue como grabamos el famoso “Llevo sotana porque me da la gana”», vídeo que tuvo miles de visualizaciones. «Así empecé el canal de YouTube, animado además por mi obispo, monseñor José María Yanguas, que en un Consejo de Pastoral de la diócesis me animó a seguir por este camino».
Para Domenech, religioso del que dependen varios pueblos, esta nueva pastoral le ha servido «para acercarme a las personas que están solas, a aquellas que no pueden ir a la Iglesia por salud o porque viven lejos. Y también a las que no quieren ir, pero les ayuda escuchar una reflexión». Este es el fin de su canal, «estar más cerca de aquellos vecinos de los pueblos que, por las circunstancias que sean, están más lejos de la parroquia», aunque «esto no es mi primera ocupación, ni mucho menos; mis primeros destinatarios son los feligreses, mi tarea es administrarles los sacramentos, predicar la Palabra de Dios y vivir las obras de misericordia».
YouTube en la misión
Ester Palma, servidora del Evangelio y colaboradora de Alfa y Omega desde Corea, es una de las misioneras youtubers más nombradas, y aunque no pudo participar en el encuentro, envió un vídeo a los presentes. «A través del canal estamos dando a conocer nuestra misión, tenemos la intención de animar en la fe», explica. Fue en 2016 cuando, en su comunidad, «decidimos hacer un equipo de difusión, y nos repartimos las redes sociales: unos están en Twitter, otros en Facebook, otros en Instagram y yo, en YouTube», algo que viven «como un envío misionero».
La idea de estar presente a través de vídeos en la red comenzó tras la petición de la televisión pública de Corea del Sur, que contactó con las misioneras para realizar un documental sobre su vida y emitirlo el día de Navidad. «Qué buenísima idea, era evangelización 100 %. El problema es que no pudimos llevarlo a cabo porque los periodistas necesitaban estar en casa con nosotras durante 15 días y en aquel momento no teníamos la posibilidad de hacerlo». Pero «nos quedamos con la idea: si a la gente le interesaba vernos, podría ser un filón grabar nuestra vida misionera».
La misión del padre de familia también estuvo presente en el encuentro de youtubers. FamilyMan Vlog, Pablo Lorenzo, era uno de los participantes, aunque finalmente no pudo asistir por una cuestiones personales. «Carmen –mi mujer– y yo queremos mostrar a través de los vídeos el día a día de una familia normal, con sus momentos divertidos, pero también con nuestros problemas y enfermedades. La gente valora mucho la sinceridad y la lucha diaria», explica. Otra de sus tareas, como orientador familiar que es, es «ayudar a los padres a ejercer esa responsabilidad que tenemos como educadores con nuestros hijos, pero desde un punto de vista divertido y alegre. Educar puede ser divertido, incluso con hijos adolescentes [ríe]». Su propuesta funciona, ya que «hay padres que me han mandado mensajes para contarme lo asustados que están con su nueva paternidad, y madres pidiendo consejo sobre temas que les preocupan de sus hijos».
Su canal empezó como forma de compartir una actividad con uno de sus hijos. «Él se pasaba el día en YouTube y decidimos crear nosotros contenido, lo que más tarde se convirtió en el canal de toda la familia –que tiene cerca de 5.000 suscriptores–, y nos permite conciliar aún más la vida familiar». Este canal, admite, «también me sirvió como terapia para superar la muerte de mi hija Carmencita. Perder un hijo es de las cosas más difíciles que he vivido, y además de mi familia, el canal ha sido una motivación para mantenerme alegre».
La realidad virtual y la adicción
Monseñor Jesús García Burillo, obispo de Ávila, en un momento de la visita a los participantes del encuentro, destacó la necesidad de comunicar, ya que «Jesús es comunicación, es Palabra», y señaló la importancia de «la relación personal con la gente», aunque «a los que tenemos más lejos debemos alcanzarlos a través de otros medios, y YouTube es una revelación en el mundo de la comunicación».
Una de las finalidades de tener un canal de YouTube, según varios participantes, es poder traspasar la pantalla y generar encuentros «como este de Ávila», afirma Bronchalo. «Las relaciones en la red también tienden a desdigitalizarse. De hecho, yo he conocido a varias personas con las que había contactado online, y tengo casos de personas que han venido a verme para hablar y pedirme consejo».
Ester Palma destaca también la importancia de «no separar el encuentro digital del presencial, porque uno lleva al otro. Yo intento contestar de modo personal a la gente, hablo por teléfono con gente que me contacta.. incluso una chica vino a vernos aquí, a nuestra misión». Y Antonio Domenech casó el año pasado a un chico y una chica «con los que había tratado a través de las redes».
Aunque el encuentro quería resaltar la parte positiva de la red social, no se pueden obviar las sombras del mundo digital. Lo reconoció el padre César Montijo, sacerdote youtuber mexicano que envió un vídeo al encuentro en el que reconoció haberse «arrepentido de estar en YouTube», porque le trajo «problemas de adicción. Hubo un tiempo en que descuidé mi tiempo de oración, mi salud, robaba tiempo al sueño para editar vídeos…». Además, añade, «estar expuesto en las redes te hace estar en la mirada de muchos, y fui acosado sexualmente por varias personas. Me sentí amenazado como nunca en mi vida». Las críticas e insultos «me llevaron a recaer en una depresión y padecí una enfermedad grave. Pero el Señor me ha sostenido en este tiempo de dificultad».
Aunque el objetivo fuese hablar de las luces, «no podemos olvidarnos de la importancia de establecer un tiempo para cada cosa, poner un límite a estos nuevos medios de comunicación», recalca Pablo Lorenzo. «Caer en la adicción es un peligro que está ahí, conozco personas que han tenido estos problemas. YouTube, como todo, hay que usarlo con orden y tener disciplina», concluye Bronchalo.
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