El Doodle de Google homenajea este lunes a la maestra rural, premiada pedagoga e inventora Ángela Ruiz Robles (1895-1975), a la que se considera precursora del libro electrónico, los readers y las tablets, y en general de cualquier aparato electrónico con luminosidad que puede "descargar" información.
Hija de un farmacéutico, después de unos años como maestra rural llegó a Ferrol en 1928 y en 1934 fue designada gerente de la Escuela Nacional de Niñas en el Hospicio de Ferrol, que era una escuela primaria para niños abandonados, a los que se impartía también formación musical y oficios útiles en una ciudad de astilleros y vocación marinera.
La República la investigó... por revolucionaria
Ese año de 1934 las autoridades de Enseñanza republicanas abrieron un expediente disciplinario a Ángela porque daba un pequeño donativo mensual a familias de maestros presos en la Revolución de Asturias, que ese mes de octubre causó unos 1.500 muertos, incluyendo el asesinato de 34 clérigos, algo que espantó a la España de la época. El expediente acabaría archivado en 1941.
Ella no era para nada revolucionaria, pero sí una entusiasta de la transformación social mediante la educación. En el Instituto Ibáñez Martín, donde estuvo dando clase desde 1945 hasta su jubilación, dio durante décadas clases nocturnas gratuitas en su escuela obrera vespertina.
Pétalos para el Corpus
Ángela era católica convencida y fervorosa. Cada año preparaba los pétalos de rosa que se tiraban desde la balconada de su casa y academia al paso de la procesión del Corpus. También abría los balcones de la casa para todos los que querían ver las procesiones de La Dolorosa y San Juan, con sus bandas militares y las cofradías de Nuestra Señora de la Merced o el Santísimo Cristo Redentor.
Organizaba tertulias semanales sobre todo tipo de temas: le encantaba la poesía, pero también podía presentar ideas de logística para la complicada vida cotidiana de la postguerra, sobre como conservar el pescado o mejorar la distribución de alimentos.
Pero fuera de esas tertulias, evitaba casi todos los acontecimientos sociales, visitas, paseos y otras ocupaciones que le hicieran perder el tiempo. Para refrescar el ánimo le gustaba la naturaleza marítima, y pasear por las playas de San Jorge o Cobas. Luego, en el silencio de la noche, escribía durante largas horas.
Una renovadora de la educación
Entre 1938 y 1970, Ángela Ruiz Robles publicó 16 libros de texto sobre diversas materias como ortografía, taquigrafía, mecanografía, gramática, historia y geografía. Dos de ellos, editados en 1938 y 1941, presentaban un nuevo sistema taquigráfico proponiendo nuevos signos y caracteres enlazados. Era un sistema que podía servir para cualquier idioma, incluyendo el esperanto. Ella era entusiasta de esta lengua artificial, pero puesto que la Unión Soviética y varios países del Bloque del Este la habían empezado a apoyar (y antes que ellos diversas corrientes anarquistas) en la España franquista tenía muy mala fama.
La inspiración es obra de Dios
Más adelante, cuando alcanzó cierta fama, le preguntaron: "¿Qué necesita usted para entregarse a su tarea de inventora?" Ella respondió: «Conocer profundamente una materia, a esto ayuda poseer la mayor cultura posible, y conjuntamente con estos bagajes humanos, naturalmente, la inspiración, que es obra de Dios claro, y las ideas; después, un poco de silencio para la gestación de estas ideas y no perder el tiempo en largas conversaciones de tipo corriente».
En otra ocasión insistió: "Es necesario que los sirvientes o personas que rodean al inventor no lo obliguen a conversaciones amplias de cosas de tipo corriente. El silencio es imprescindible, pues facilita la gestación de esas ideas, que luego favorecen el progreso del mundo".
Su visión de la vida era que «venimos a este mundo no solo a vivir nuestra vida lo más cómodo y mejor, sino a preocuparnos de los demás, para que puedan beneficiarse de algo ofrecido por nosotros».
Cuando le preguntaron porqué se dedicaba a inventar cosas, dijo: «Por vocación, nacida de la inquietud que se apodera de mí cuando me doy cuenta de que puedo participar a que la Humanidad aprenda con el menor esfuerzo posible».
Siempre hablaba de «aliviar el aprendizaje» y decía «que a las criaturas que traemos al mundo, tenemos la obligación de ponérselo más fácil». El esperanto, por ejemplo, le encantaba porque aportaba sencillez y era fácil de aprender. Pero al cerrarse esa vía, se decantó por añadir el inglés y el francés a sus proyectos.
Ángela con su prototipo de "libro mecánico" o "enciclopedia mecánica"; lo construyó y patentó en 1949, aunque nunca llegó a producirse a nivel industrial
El ebook... de 4 kilos de peso
Esta búsqueda de lo práctico, del mayor resultado con el mínimo esfuerzo, fue lo que la llevó al invento de la "Enciclopedia Mecánica", que era una especie de libro electrónico con luz (pensando en tantos alumnos que pierden vista con mala luz en casa) y con bobinas cambiables de contenidos muy visuales, que harían innecesarios los libros gordos (que dañaban la espalda de otros alumnos, y aún lo hacen en la España del siglo XXI).
El "libro" no tenía páginas, sino bobinas, parecidas a un rollo fotográfico, y podían llevar sonoridad, aumentar la imagen... El prototipo pesaba 4 kilos, pero pensaba que al producirse industrialmente enseguida se reduciría. Lo presentó en mil ferias, y en algunas fue premiado, pero nadie en España llegó a producirlo y ella se negó a hacerlo en el extranjero.
Premios y reconocimientos
Maestra, empresaria de la educación (fundó una academia para formar a jóvenes opositores), inventora, madre de tres hijas... por su combinación de pedagogía y labor social recibió en 1947 la Cruz de Alfonso X el Sabio, en reconocimiento a su carrera profesional, que le fue impuesta por el alcalde de Ferrol, Alcántara Rocafort, en nombre del ministro de Educación. Después llegaron muchas más.
Recibió la Medalla de Oro y Diploma en la Exposición Nacional de Inventores (1952), Lazo de la Orden de Alfonso X el Sabio (1956), Óscar a la Invención en la Feria de Zaragoza (1957), Medallas de Bronce (1957 y 1958) y de Plata (1963) en la Exposición Internacional de Inventores de Bruselas, Medallas de la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1964), del Salón Internacional de Inventores de Ginebra (1970) y del Salón de la Inventiva de Madrid (1970). Fue nombrada gestora delegada de la Agrupación Sindical de Inventores Españoles (1959) y jefa provincial de la Federación Politécnica Científica de Inventiva Internacional (1973). Pero su invento nunca se fabricó.
Incluso hoy, en 2016, con las tablets y readers al alcance de casi cualquier bolsillo, los niños aún van al colegio cargados de pesados libros y los maestros siguen explicando las lecciones junto a una pizarra, aunque los niños (y universitarios) hacen sus "trabajos" copiando de Wikipedia. La gente tiene acceso rápido a muchísima información. No está claro si Ángela diría que eso ayuda hoy a la formación y educación de las nuevas generaciones.
Hija de un farmacéutico, después de unos años como maestra rural llegó a Ferrol en 1928 y en 1934 fue designada gerente de la Escuela Nacional de Niñas en el Hospicio de Ferrol, que era una escuela primaria para niños abandonados, a los que se impartía también formación musical y oficios útiles en una ciudad de astilleros y vocación marinera.
La República la investigó... por revolucionaria
Ese año de 1934 las autoridades de Enseñanza republicanas abrieron un expediente disciplinario a Ángela porque daba un pequeño donativo mensual a familias de maestros presos en la Revolución de Asturias, que ese mes de octubre causó unos 1.500 muertos, incluyendo el asesinato de 34 clérigos, algo que espantó a la España de la época. El expediente acabaría archivado en 1941.
Ella no era para nada revolucionaria, pero sí una entusiasta de la transformación social mediante la educación. En el Instituto Ibáñez Martín, donde estuvo dando clase desde 1945 hasta su jubilación, dio durante décadas clases nocturnas gratuitas en su escuela obrera vespertina.
Pétalos para el Corpus
Ángela era católica convencida y fervorosa. Cada año preparaba los pétalos de rosa que se tiraban desde la balconada de su casa y academia al paso de la procesión del Corpus. También abría los balcones de la casa para todos los que querían ver las procesiones de La Dolorosa y San Juan, con sus bandas militares y las cofradías de Nuestra Señora de la Merced o el Santísimo Cristo Redentor.
Organizaba tertulias semanales sobre todo tipo de temas: le encantaba la poesía, pero también podía presentar ideas de logística para la complicada vida cotidiana de la postguerra, sobre como conservar el pescado o mejorar la distribución de alimentos.
Pero fuera de esas tertulias, evitaba casi todos los acontecimientos sociales, visitas, paseos y otras ocupaciones que le hicieran perder el tiempo. Para refrescar el ánimo le gustaba la naturaleza marítima, y pasear por las playas de San Jorge o Cobas. Luego, en el silencio de la noche, escribía durante largas horas.
Una renovadora de la educación
Entre 1938 y 1970, Ángela Ruiz Robles publicó 16 libros de texto sobre diversas materias como ortografía, taquigrafía, mecanografía, gramática, historia y geografía. Dos de ellos, editados en 1938 y 1941, presentaban un nuevo sistema taquigráfico proponiendo nuevos signos y caracteres enlazados. Era un sistema que podía servir para cualquier idioma, incluyendo el esperanto. Ella era entusiasta de esta lengua artificial, pero puesto que la Unión Soviética y varios países del Bloque del Este la habían empezado a apoyar (y antes que ellos diversas corrientes anarquistas) en la España franquista tenía muy mala fama.
La inspiración es obra de Dios
Más adelante, cuando alcanzó cierta fama, le preguntaron: "¿Qué necesita usted para entregarse a su tarea de inventora?" Ella respondió: «Conocer profundamente una materia, a esto ayuda poseer la mayor cultura posible, y conjuntamente con estos bagajes humanos, naturalmente, la inspiración, que es obra de Dios claro, y las ideas; después, un poco de silencio para la gestación de estas ideas y no perder el tiempo en largas conversaciones de tipo corriente».
En otra ocasión insistió: "Es necesario que los sirvientes o personas que rodean al inventor no lo obliguen a conversaciones amplias de cosas de tipo corriente. El silencio es imprescindible, pues facilita la gestación de esas ideas, que luego favorecen el progreso del mundo".
Su visión de la vida era que «venimos a este mundo no solo a vivir nuestra vida lo más cómodo y mejor, sino a preocuparnos de los demás, para que puedan beneficiarse de algo ofrecido por nosotros».
Cuando le preguntaron porqué se dedicaba a inventar cosas, dijo: «Por vocación, nacida de la inquietud que se apodera de mí cuando me doy cuenta de que puedo participar a que la Humanidad aprenda con el menor esfuerzo posible».
Siempre hablaba de «aliviar el aprendizaje» y decía «que a las criaturas que traemos al mundo, tenemos la obligación de ponérselo más fácil». El esperanto, por ejemplo, le encantaba porque aportaba sencillez y era fácil de aprender. Pero al cerrarse esa vía, se decantó por añadir el inglés y el francés a sus proyectos.
Ángela con su prototipo de "libro mecánico" o "enciclopedia mecánica"; lo construyó y patentó en 1949, aunque nunca llegó a producirse a nivel industrial
El ebook... de 4 kilos de peso
Esta búsqueda de lo práctico, del mayor resultado con el mínimo esfuerzo, fue lo que la llevó al invento de la "Enciclopedia Mecánica", que era una especie de libro electrónico con luz (pensando en tantos alumnos que pierden vista con mala luz en casa) y con bobinas cambiables de contenidos muy visuales, que harían innecesarios los libros gordos (que dañaban la espalda de otros alumnos, y aún lo hacen en la España del siglo XXI).
El "libro" no tenía páginas, sino bobinas, parecidas a un rollo fotográfico, y podían llevar sonoridad, aumentar la imagen... El prototipo pesaba 4 kilos, pero pensaba que al producirse industrialmente enseguida se reduciría. Lo presentó en mil ferias, y en algunas fue premiado, pero nadie en España llegó a producirlo y ella se negó a hacerlo en el extranjero.
Premios y reconocimientos
Maestra, empresaria de la educación (fundó una academia para formar a jóvenes opositores), inventora, madre de tres hijas... por su combinación de pedagogía y labor social recibió en 1947 la Cruz de Alfonso X el Sabio, en reconocimiento a su carrera profesional, que le fue impuesta por el alcalde de Ferrol, Alcántara Rocafort, en nombre del ministro de Educación. Después llegaron muchas más.
Recibió la Medalla de Oro y Diploma en la Exposición Nacional de Inventores (1952), Lazo de la Orden de Alfonso X el Sabio (1956), Óscar a la Invención en la Feria de Zaragoza (1957), Medallas de Bronce (1957 y 1958) y de Plata (1963) en la Exposición Internacional de Inventores de Bruselas, Medallas de la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1964), del Salón Internacional de Inventores de Ginebra (1970) y del Salón de la Inventiva de Madrid (1970). Fue nombrada gestora delegada de la Agrupación Sindical de Inventores Españoles (1959) y jefa provincial de la Federación Politécnica Científica de Inventiva Internacional (1973). Pero su invento nunca se fabricó.
Incluso hoy, en 2016, con las tablets y readers al alcance de casi cualquier bolsillo, los niños aún van al colegio cargados de pesados libros y los maestros siguen explicando las lecciones junto a una pizarra, aunque los niños (y universitarios) hacen sus "trabajos" copiando de Wikipedia. La gente tiene acceso rápido a muchísima información. No está claro si Ángela diría que eso ayuda hoy a la formación y educación de las nuevas generaciones.
VIDEO: Ángela Ruíz Robles
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