Exactamente, ¿cómo negociaron los obispos la asignatura de Religión con José Luis Rodríguez Zapatero? ¿A gritos? ¿Ordenaron que redoblaran las campanas en todas las iglesias de España?
Así debió de ser, aunque no me acuerde, o no tendría sentido el titular con el que abre un diario tan serio y tan de referencia como El País: “Wert y la Iglesia negociaron con sigilo la religión en la enseñanza”. Cuando estoy flojo y me entran tentaciones de considerar que, esté equivocado o no, El País es un diario serio que sopesa con gravedad la información calibrando cuál es más relevante para ir en la portada, siempre me salvan cosas de este estilo.
La obsesión de El País –de la izquierda en general, incluso la más seria– con la Iglesia no puede definirse más que como patológica. La Religión es una optativa que no cuenta en el historial académico y que eligen libérrimamente los padres que, seguramente, en una democracia tienen tanto derecho como cualquiera a que sus hijos reciban la educación que quieren, más siendo la religión mayoritaria. No hay ni para tanta noticia ni para tanto secreto.
Estudios de quita y pon
“La falta de transparencia deja sin datos públicos para comparar el desempeño de hospitales con diferentes formas de gestión. Los estudios de otros países no sustentan la premisa de que la gestión empresarial es más eficiente”, leo en El País bajo el titular “Un modelo en entredicho”. En la página de inicio de la web se va a esta noticia desde el siguiente titular: “Privada: ¿más barata y mejor?”.
De un tiempo a esta parte abundan en los medios de la izquierda artículos en los que nos explican pacientemente, con abundancia de ejemplos y estudios, que lo privado –en educación, en sanidad– no es en absoluto mejor. La verdad es que desde que estoy en esto del periodismo he leído estudios demostrando cualquier cosa y su contrario. Datos hay a patadas, y es raro que se encargue un estudio sin un resultado en mente.
De un tiempo a esta parte abundan en los medios de la izquierda artículos en los que nos explican pacientemente, con abundancia de ejemplos y estudios, que lo privado –en educación, en sanidad– no es en absoluto mejor. La verdad es que desde que estoy en esto del periodismo he leído estudios demostrando cualquier cosa y su contrario. Datos hay a patadas, y es raro que se encargue un estudio sin un resultado en mente.
Pero hay una experiencia que se burla de todas estas manipulaciones: contemplar cómo los mismos progres que aplauden, jalean, pagan o publican esta defensa de lo público usan seguros privados y llevan a sus hijos a colegios privados. Cuando uno tiene algo gratis de excelente calidad no gasta sus buenos dineros en asegurarse una calidad inferior del mismo bien. Esa es la verdadera prueba del nueve. >>>
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