El drama pudo haber permanecido enterrado para siempre bajo aquel espeso manto de ignominia, pero llegó a oídos de la directora de cine Anne Fontaine. Incapaz de contener las lágrimas al conocerlo, la autora de 'Coco antes que Chanel' decidió llevarlo al cine
En un mundo que supuraba por las profundas heridas de la II Guerra Mundial, aquel drama no pasaba de ser una mera anécdota. Polonia era un país en luto, la inmensa tumba de seis millones de muertos recientes, la gran mayoría civiles, muchos judíos asesinados en los campos del exterminio alemanes. El relevo del azote nazi por el Ejército Rojo no mejoró la situación: se produjeron violaciones en masa en las principales ciudades y los polacos que trataban de salvar a las víctimas eran ejecutados sin contemplaciones. Tras seis años de guerra encarnizada en la que 30 millones de soviéticos perdieron la vida, los soldados rusos estaban sedientos de venganza, y hasta el propio Stalin les alentaba a desfogarse sin compasión con la población. Su avance hacia Berlín fue una ola de oprobio: en muchas localidades, no hubo mujer de entre 10 y 80 años que se librara de ser violada por la turba uniformada.
Una valiente desconocida
El drama de las monjas polacas pudo haber permanecido enterrado para siempre bajo aquel espeso manto de ignominia, pero llegó a oídos de la directora de cine Anne Fontaine. Incapaz de contener las lágrimas al conocerlo, la autora de Coco antes que Chanel, la biografía de la famosa diseñadora, decidió llevarlo al cine. «He querido describir lo indescriptible», manifestó. «Fue absolutamente brutal. El modo en que aquellos soldados actuaron, como animales... Fue una doble violación, de la mujer y la religiosa».
El resultado es The Innocents, donde prefirió obviar las escenas más truculentas para dejarlas a la imaginación del espectador. La película, protagonizada por Lou de Laâge en el papel de la doctora Pauliac y Agata Kulesza encarnando a la madre superiora, más afectada por el temor a la vergüenza pública que por la sífilis que le han contagiado sus violadores, ha sido proyectada ante una audiencia escogida en el Vaticano. Incluso el Papa Francisco ha anunciado que irá a verla. Muy pronto pasará al circuito comercial internacional; ya ha sido comprada en más de 30 países la lista no incluye por ahora a Rusia, cuyos soldados no quedan precisamente en un buen lugar y podría competir para los Oscar representando a Francia.
Quien se emocionó con el visionado de The Innocents fue Philippe Maynial, el sobrino de Madeleine Pauliac, que rescató las notas de su heroica pariente y permitió que su testimonio saliera a la luz. «Pese a haber sido condecorada con la Legión de Honor y la Cruz del Coraje, hasta ahora era una absoluta desconocida. Mi tía era una heroína», se enorgullece.
La doctora Pauliac, a quien había sorprendido la guerra trabajando en un hospital de París, se unió a la Resistencia francesa, socorrió a los paracaidistas aliados y participó en 200 misiones con el Escuadrón Azul de ambulancias de la Cruz Roja. Tras sobrevivir a mil peligros encontraría la muerte en un accidente de coche el 13 de febrero de 1946. Semanas antes había ayudado a alumbrar al último de los hijos de las monjas violadas.
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