sábado, 29 de octubre de 2016

Cuando ‘Noe’ fue a la guadería dijeron “No queremos ni monstruos ni Downs”, ahora ella es profesora

"Desde que era una niña siempre soñé con ser maestra " explica Noelia, 31 años, y a pesar de las reticencias iniciales de profesores y padres, ha conseguido su meta. La joven es una de las pocas personas el mundo con Síndrome de Down que ha logrado ejercer la docencia.

Los médicos le amargaron la vida a sus padres. “Malas noticias” le dijeron después del parto al progenitor. “¿Ha muerto?” preguntó. “Peor, es Down” replicaron los médicos.

Pero 31 años después ‘Noe’ ha logrado su sueño de ser profesora en preescolar. Y las alegrías que da a sus padres compensan la dureza e incomprensión que sufrieron los primeros años.

Todos la conocen como ‘La Noe’ y acaba de ser habilitada para trabajar como titular en una escuela preescolar en Córdoba (Argentina).

¿La noticia? Es la primera persona con síndrome de Down que accede a este puesto en el país, y una de las pocas en el mundo.

Noelia Garella, de 31 años, se graduó en 2007 como maestra de preescolar en la ciudad de Córdoba (Argentina) y empezó a ejercer en 2012, encargándose del programa de estimulación temprana a la lectura en el colegio preescolar Capullitos.

“Esto me encanta. Desde que era una niña siempre soñé con ser maestra porque me encantan los niños”, cuenta Noelia.

Sin embargo, la vida de Noelia no siempre ha sido tan fácil. Sus padres recuerdan con rabia los momentos en los que su hija ha sido discriminada.

Luego vinieron más incomprensiones, desprecios y desplantes. Cuando la llevaron al jardín de infancia, la directora les dijo: “Aquí, señores, ni monstruos ni síndromes de Down”.

La madre no puede reprimir las lágrimas al recordarlo. Pero Noelia añade, con una gran sonrisa: “Esa maestra para mí es como el cuento que les leo a mis niños: un monstruo triste, que no entiende nada y se equivoca. En cambio, yo soy el monstruo feliz”.

Muchas dudas hasta que la aceptaron

Los pequeños la miran boquiabiertos y la obedecen cuando les pide que se sienten. Todos la escuchan con atención mientras les lee un cuento y la imitan cuando abre la boca como “un tiburón”.

Los niños de dos y tres años del preescolar Jeromito la llaman cariñosamente ‘La Noe’ y la exdirectora del centro, Alejandra Senestrari, recuerda según informa Trome, como “muy rápido nos dimos cuenta de que tenía mucha vocación y daba lo que más aprecian los niños de las salas maternales, el amor“.

Aunque inicialmente los padres y profesores no se mostraban muy de acuerdo con darle la titularidad a Noelia, ya ejerce desde el pasado enero junto a otra profesora.

“Este año tengo un síndrome de Down”, explica entusiasmada y añade delante de su madre: “¡Es hermoso cuando nace alguien como yo!”

No fue fácil tomar la decisión de aceptar a la joven como profesora. Senestrari afirma que al principio tuvieron muchas dudas, ya que “desde un lugar de responsabilidad”, consideraba que alguien con síndrome de Down no podía estar a cargo de alumnos.

Sin embargo, Noelia tiene dos características sobresalientes que le hicieron ganarse el respeto y la empatía de sus compañeros: ” Una autoestima que brilla y un optimismo a prueba de todo prejuicio”.

Pero ¿y los alumnos?, ¿la aceptarían?, ¿la verían como algo anormal, raro?, ¿se reirían de ella? Los temores se disiparon cuando Noelia se presentó en el aula. Los niños demostraron tener menos complejos que los adultos.

Quedaban los padres de los menores. Al principio tenían dudas, pero “Con el tiempo, esa gente que se resistía acompañó la iniciativa de sumar a Noe como docente”, apunta Senestrari.

La directora del centro afirma: “ha sido una experiencia única. La integración y la naturalización con las que la asumen los chicos para nosotros ya es una enseñanza de vida”

Uno de los padres que lleva a su hijo a este centro cuenta que “nos dijeron que iba a haber una maestra con Síndrome de Down y que no nos asustáramos, pero a mí me pareció normal y muy buena la idea de que pueda compartir con los chicos”.

La actual directora de Jeromito, Susana Zerdan, está orgullosa de la decisión que tomaron y afirma que “ha sido una experiencia única en el equipo. La integración y la naturalización con las que la asumen los chicos para nosotros ya es una enseñanza de vida”.

Noelia cuenta llena de satisfacción que “con los niños siempre me siento bien, sus padres me adoran y las otras maestras y directoras son divinas”.

Quizá uno de los momentos más emocionantes para la propia Noelía fue cuando se encontró que en clase tenía una niña igual que ella. “Este año tengo un síndrome de Down”, explica entusiasmada y añade delante de su madre: “¡Es hermoso cuando nace alguien como yo!”

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