Rouco denuncia que la asignatura de Religión está 'discriminada'
- Alerta por 'la carencia de una verdadera alternativa académica' a esta clase
- Critica la 'educación sexual sin criterios morales y sin conocerla los padres'
Con ser grave la actual crisis económica, para la Iglesia todavía lo es más, si cabe, la crisis moral, que se plasma de una manera especial en la situación educativa del país.
Por eso, ante el plenario episcopal reunido y con la presencial del nuevo Nuncio, Renzo Fratini, el presidente del episcopado, Antonio María Rouco Varela, ha pedido el "deseado pacto escolar" y ha denunciado los "graves problemas que aquejan a nuestro sistema educativo". Sobre todo, por el adoctrinamiento de la Educación para la Ciudadanía y la flagrante marginación de la clase de Religión, en cuya regulación no se cumplen los Acuerdos Iglesia-Estado.
La Iglesia no se cansa de denunciar que la clase de Religión se encuentra en "una permanente situación de verdadera heroicidad pedagógica". Primero, como denunció el cardenal Rouco, por su "deficiente regulación jurídica".
Una deficiencia que viene de lejos. "Los problemas se remontan a la aplicación normativa de la LOGSE y siguen sin ser resueltos y, por tanto, agravados".
Agravados, entre otras cosas, por "la carencia de una verdadera alternativa académica" a la clase de Religión.
Por todo ello, Rouco denuncia que "la regulación vigente sobre esta materia no se adecua a lo previsto en el Acuerdo sobre Educación y Asuntos Culturales entre la Santa Sede y España". Es decir, el Gobierno no cumple lo firmado.
La consecuencia obvia es, según el presidente de los obispos, "el deterioro de la formación religiosa y moral en la escuela", algo que "no es bueno para nadie y, menos, para los jóvenes que en la práctica se ven privados de ella u obligados a recibirla en condiciones difíciles y discriminatorias".
'Indisciplina y violencia en las aulas'
Y no paran ahí los problemas del sistema educativo español. Rouco enumeró algunos: "Los altos porcentajes de fracaso escolar, la presencia creciente de la indisciplina y aún de la violencia en las aulas, la pérdida de autoridad humana y pedagógica de los propios profesores o una educación sexual impartida sin criterios morales y sin que los padres de los alumnos la conozcan". Para la Iglesia, el "problema educativo" sólo se resolverá bien si se respeta el que los primeros titulares del derecho a la educación son los padres, de tal forma que se garantice "la educación para todos y la libertad de enseñanza", como piden la Constitución y la doctrina del Tribunal Constitucional.
Ambas instancias ofrecen, según Rouco, el "marco preciso en el que debería ser posible el deseado pacto escolar". Un pacto, que si se consigue, "podría ser una realidad fecunda para el futuro de la educación en España".
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