El actual desafío de la Iglesia en tiempos de Facebook y de Twitter consiste en presentar el profundo mensaje de Jesús sin dejarse atraer por los aspectos superficiales, considera el portavoz de la Santa Sede.
El padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, ofrece esta reflexión en el último editorial de "Octava Dies", semanario del Centro Televisivo Vaticano, con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, celebrada este domingo, que tiene por tema, según ha dispuesto el Papa en su mensaje "Nuevas tecnologías, nuevas relaciones. Promover una cultura de respeto, de diálogo, de amistad".
"Benedicto XVI --o mejor dicho BXVI, como se le suele llamar en este mundo particular-- se dirige ante todo a los jóvenes, a la denominada ‘generación digital', animándola en el desafío de vivir su propio crecimiento y su propio compromiso humano y espiritual también en la dimensión comunicativa, caracterizada por las nuevas tecnologías".
Dimensión que ocupa tanto espacio en la vida de la "generación digital" (los que han crecido con los nuevos medios de comunicación), recuerda el padre Lombardi, algo que implica la necesidad de acompañar a los jóvenes en la enculturación del Evangelio en el mundo de las nuevas tecnologías.
"También en este campo la fe cristiana debe ser ‘enculturada', presente como anuncio y estilo de vida y de relaciones. Aunque no sea fácil. El riesgo de limitarse al juego, de perder tiempo, de huir de la realidad y de quedarse en lo superficial acecha".
"Por su parte, BXVI, cuando habla a los jóvenes, por ejemplo en las Jornadas Mundiales de la Juventud, insiste en querer comunicar a la juventud contenidos firmes, consistentes y articulados, que requieren empeño para ser asimilados, aun antes de ser traducidos en la vida de cada día".
Por lo tanto, se pregunta el padre Lombardi, "hacer pasar lo sustancial por medio de lo virtual es un gran desafío ¿Lo lograrán nuestros jóvenes? ¿Lograremos acompañarlos en esta aventura? Lo esperamos de verdad".
"Pero no debemos ser víctimas de la fascinación de los extraordinarios éxitos tecnológicos, debemos seguir distinguiendo posibilidades y límites --advierte--. Y seguir buscando, al mismo tiempo, la profundidad del sólido terreno de la relación vital con Dios y con los demás, para edificar verdaderamente una cultura de respeto, de diálogo y de amistad".
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