lunes, 1 de julio de 2019

Y de postre, gratitud

Es un privilegio poder descansar (sí, es un derecho, pero como tantos otros, no siempre al alcance de todos). Y es una suerte tener una vida que, con sus altos y bajos, me va poniendo en contacto con gentes, con mundos, con historias (también la mía propia). Por eso, el verano puede ser tiempo para una mirada agradecida al curso que se va. A lo bueno, que en estos meses ha sido fuente de alegría. A lo difícil, que ha podido ser escuela. A las gentes, las palabras, los momentos. Los retos. A Dios, por la oportunidad de vivir, elegir, caer y levantarme, aprender, amar, construir, imaginar, sentir, pensar, creer… Gracias.


Puedo dedicar algún rato a hacerme consciente de este curso que se va.

Y a darle gracias a Dios por él.


La poesía es como el pan

Yo como tú,

amo el amor,

la vida,

el dulce encanto de las cosas

el paisaje celeste de los días de enero.



También mi sangre bulle

y río por los ojos

que han conocido el brote de las lágrimas.

Creo que el mundo es bello,

que la poesía es como el pan,

de todos.



Y que mis venas no terminan en mí,

sino en la sangre unánime

de los que luchan por la vida,

el amor,

las cosas,

el paisaje y el pan,

la poesía de todos.


Roque Dalton

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