1.MAY.2012
Siempre que se habla de la escuela privada francesa suele mencionarse a los casi dos millones de alumnos que acuden a unos 9.000 centros que funcionan bajo contrato con el Estado desde la ley Debré de 1959. Su financiación y su inmersión en el sistema público son completas. Siguen los mismos planes de estudios y horarios, aunque tengan idearios específicos. Por eso, a la hora de las reivindicaciones, pueden salir a la calle con los sindicatos de la escuela pública, como se comprobó al comienzo del curso el pasado mes de septiembre en París (cfr. Aceprensa, 28-09-2011).
Muy distinto es el caso de las 900 instituciones que acogen a 58.000 estudiantes –sobre un total de doce millones– desde el kindergarten hasta la escuela secundaria, a las que Le Monde dedica un reportaje. El denominador común de estos centros, si es que tienen alguno, es la libertad de los padres, que desean que sus hijos se eduquen conforme a unos principios o métodos no garantizados por la educación pública. Así como la de profesores que desean mayor despliegue de su creatividad.
Se trata de un sector en crecimiento, como señala a Le Monde Anne Coffinier, directora general de la Fundación para la Escuela, que aboga por el desarrollo de estas instituciones y ha obtenido el reconocimiento de utilidad pública. En 2011 se abrieron 31 nuevas escuelas, cifra superior a las 20 de promedio anual desde 2004. En total existen unos 900 centros privados sin contrato con el Estado: 348 escuelas, 111 colegios, 181 liceos generales y tecnológicos, y 259 liceos profesionales.
Los centros privados apenas tienen relaciones entre ellos. Y, en contra de lo que se piensa, afirma Anne Coffinier, quien ha elaborado una guía específica, “tres de cada cinco no tienen que ver con ninguna religión en particular”. La fórmula atrae a tradicionalistas de la Fraternidad San Pío X, pero también a familias que simplemente no han conseguido plaza en los colegios concertados (no pueden atender entre 30.000 y 40.000 al año). Considera infundadas las sospechas de fundamentalismo que algunos proyectan sobre estos centros. Lo confirma que la Miviludes –misión interministerial de vigilancia y lucha contra las derivas sectarias– no ha encontrado ningún caso en diez años de trabajo.
Por lo demás, están sometidos a la inspección del Ministerio de Educación Nacional, para asegurar que los alumnos adquieran la base común de conocimientos y competencias prescritas en las leyes, sin entrar en los sistemas pedagógicos, programas o libros de textos, que las escuelas eligen con plena libertad. Y no tendrán excesivo impacto en el sector público, a juicio del historiador de la educación Bruno Poucet. “La libertad de enseñanza es un principio en Francia. Ha habido siempre padres que estiman que la escuela oficial no responde a sus expectativas. Incluso, las escuelas independientes acogían a dos veces más de alumnos hace medio siglo”.
http://www.aceprensa.com/m/articles/crecen-en-francia-las-escuelas-privadas-sin-contrato-con-el-estado/
Muy distinto es el caso de las 900 instituciones que acogen a 58.000 estudiantes –sobre un total de doce millones– desde el kindergarten hasta la escuela secundaria, a las que Le Monde dedica un reportaje. El denominador común de estos centros, si es que tienen alguno, es la libertad de los padres, que desean que sus hijos se eduquen conforme a unos principios o métodos no garantizados por la educación pública. Así como la de profesores que desean mayor despliegue de su creatividad.
Planteamientos pedagógicos muy distintos
En esos establecimientos pedagógicos rigen tradiciones diversas más o menos consolidadas en Francia o nacidas en otros países, como las escuelas de tipo Steiner o Montessori, los centros en régimen de autogestión familiar, los colegios católicos estrictamente tradicionales, las iniciativas que dan prioridad a la región, a la internacionalidad o al bilingüismo, o las que tratan de atender a niños superdotados o bien disléxicos. Sólo coinciden en que los padres –sobre todo, de clases altas y medias– se hacen cargo de los gastos: entre 60 y 800 euros por alumno y mes.Se trata de un sector en crecimiento, como señala a Le Monde Anne Coffinier, directora general de la Fundación para la Escuela, que aboga por el desarrollo de estas instituciones y ha obtenido el reconocimiento de utilidad pública. En 2011 se abrieron 31 nuevas escuelas, cifra superior a las 20 de promedio anual desde 2004. En total existen unos 900 centros privados sin contrato con el Estado: 348 escuelas, 111 colegios, 181 liceos generales y tecnológicos, y 259 liceos profesionales.
Los centros privados apenas tienen relaciones entre ellos. Y, en contra de lo que se piensa, afirma Anne Coffinier, quien ha elaborado una guía específica, “tres de cada cinco no tienen que ver con ninguna religión en particular”. La fórmula atrae a tradicionalistas de la Fraternidad San Pío X, pero también a familias que simplemente no han conseguido plaza en los colegios concertados (no pueden atender entre 30.000 y 40.000 al año). Considera infundadas las sospechas de fundamentalismo que algunos proyectan sobre estos centros. Lo confirma que la Miviludes –misión interministerial de vigilancia y lucha contra las derivas sectarias– no ha encontrado ningún caso en diez años de trabajo.
Por lo demás, están sometidos a la inspección del Ministerio de Educación Nacional, para asegurar que los alumnos adquieran la base común de conocimientos y competencias prescritas en las leyes, sin entrar en los sistemas pedagógicos, programas o libros de textos, que las escuelas eligen con plena libertad. Y no tendrán excesivo impacto en el sector público, a juicio del historiador de la educación Bruno Poucet. “La libertad de enseñanza es un principio en Francia. Ha habido siempre padres que estiman que la escuela oficial no responde a sus expectativas. Incluso, las escuelas independientes acogían a dos veces más de alumnos hace medio siglo”.
http://www.aceprensa.com/m/articles/crecen-en-francia-las-escuelas-privadas-sin-contrato-con-el-estado/
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